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Font siempre se levanta

Desde Turín, donde fue cuarto, Jordi se ha roto casi todas las articulaciones

NOELIA ROMÁN

Desde la cima de Cypress Mountain, la panorámica de Vancouver es amplia y nítida. Mucho más de lo que lo ha sido el ascenso de Jordi Font (Barcelona, 1975) hasta ese pico, desde el que hoy se precipitará en busca de una medalla, tras un periplo traumático. Desde Turín, donde se alzó a la cuarta posición del border cross, han sido cuatro años de múltiples fracturas, de largas recuperaciones, de mínima competición, de ilusiones perdidas y luego recuperadas. 'De hecho, tras la última fractura, me olvidé de los Juegos; creía que ya no podría ir', confiesa Font.

Eso sucedió hace poco más de un mes, cuando el catalán pretendía cerrar su clasificación para Vancouver y una caída le partió la clavícula que ahora se suelda. No quiso operarse. Ya tenía suficiente con el hombro, ese que ahora inmoviliza con una prótesis de neopreno para que no se le disloque. 'Se me salió jugando a la pelota con unos amigos en la piscina', cuenta Font; 'pero es un mal menor: los brazos son barras estabilizadoras. La clave son las piernas'.

En Vancouver, adonde llegó tras una odisea con pérdida de maleta incluida justo la que guardaba el material de competición, como en Turín, sus piernas parecen fuertes y estables. Preparadas para dar lo mejor de sí mismas, después de otro proceso traumático. Fractura de tibia y peroné, las dos piernas rotas, en 2007, tras un tortazo descomunal durante un entrenamiento en Suiza. 'Intentaba hacer un salto, pasar de una joroba a otra y ¡zas!', recuerda Font. Operación de urgencia allí mismo, silla de ruedas, una larga recuperación y muchos miedos llegaron después. 'Me preguntaba si podría volver a hacer esto', confiesa el border catalán.

Sin darle demasiadas vueltas a la cuestión, se puso en manos de los fisioterapeutas, se metió en la piscina primero y en el gimnasio después y comenzó una fase de reeducación de sus músculos y de sus extremidades que duró un año y medio. Después, el verano pasado, volvió a la nieve. 'Había tenido problemas de consolidación en una pierna, me tuvieron que cambiar el hierro intramedular de la tibia izquierda y tratar con hormona del crecimiento', relata el catalán. 'Y regresé a la nieve con inseguridades y miedo a la velocidad', la clave de su deporte. 'Pero te vas animando y dando cada vez más gas, hasta que ya te lanzas', prosigue.

Así, lanzado, tras el éxito de Turín, se proyectó hacia sus segundos Juegos, pese a la crisis económica y a la dificultad de conservar patrocinadores. Un par de carreras de las 11 que se disputan le bastaron para lograr la mínima, pero no para alcanzar el ránking de Copa del Mundo exigido por la Federación Internacional, que lo repescó en el último suspiro. 'Y ahora, a por todas', anuncia. Persigue el oro que parece para el cuello de Pierre Vaultier.

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