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Ganar más de 250.000 euros con 22 años (en plena crisis)

La jovencísima Carlota Ciganda, vencedora del Circuito Profesional Europeo de golf en su debut, es un ejemplo frente a la crisis que azota a los deportistas

ALFREDO VARONA

En un país, donde la tasa de paro juvenil supera el 50%, Jesús Ciganda se siente orgulloso de sus hijos. El mayor, Iñigo, de 27 años, trabaja en una auditoría en Pamplona, 'donde le acaban de renovar el contrato'. Los fines de semana, cuando vuelve a casa, en Larrainzar, su padre siempre le recuerda 'la fortuna de tener trabajo en este país', aunque ni se le ocurre preguntarle lo que gana. 'El día que quiera ya me lo dirá él'. Sin embargo, Jesús sabe claramente que su contrato no se acerca ni de lejos a los 251.289,5 euros, más un bonus de 20.000, que ha ganado Carlota, la pequeña, jugando al golf este año.

'Hacienda se va a llevar un parte, pero no cabe duda que es un dineral', acepta el padre, que lleva 42 años trabajando a turnos en 'La vaca que ríe', donde siempre destacó su enorme afición por el golf. 'De joven, llegué a hacer de caddie de Valentín Barrios, que luego fue profesor en La Moraleja'. Y, sin querer, Jesús le traspasó esta afición a Carlota, que a los cinco años cogió sus primeros palos en el Club de Ulzama, a cuatro kilómetros de casa. Casi desde entonces, la niña le repite al padre que 'si haces lo que te pide el cuerpo , no puedes equivocarte'. Y la prueba ahora es ella en un país, en el que la crisis ha reducido los recursos de los deportistas.

Carlota Ciganda, sin embargo, es una feliz excepción. A los 22 años, ha ganado el Circuito Europeo de golf, ha logrado victorias parciales en Dubai y en Holanda y ha estado casi siempre en el 'top ten'. Datos que adquieren más valor, porque ha sido su primer año de profesional, algo que en toda la historia sólo había logrado la mítica Laura Davies, la mujer que le entregó en persona ese bonus de 20.000 euros.

Así que, antes de que podamos conocerla realmente, Carlota Ciganda se ha hecho un sitio en la Edad de Oro del deporte español. El lunes María Escario la entrevistará en el Telediario. Las peticiones de los medios son incesantes. Mañana vuelve de Alemania, donde ha ido a probar unos palos, y la agenda es enorme. 'La pobre muchacha se queja de que no puede atender a todos, '¿qué hago, papa?', me pregunta. Pues con alguno, desgraciadamente, tendrás que quedar mal', le dice Jesús, el padre. 'Pero es que la vida es así'.

La realidad es que se trata de saber cómo Carlota ha llegado hasta aquí, a ganar ese dinero, a lograr todos esos premios, a materializar sus sueños. Y la vida nos traslada tres años atrás cuando Carlota ya era una sensación. 'Su palmarés amateur fue muy bueno. Ganó el campeonato de España en todas las categorías, en Europa...'. Pudo entonces pasar a profesionales, pero decidió esperar. Fue fiel a sí misma: 'Nunca me planteé la presión de jugar bien para ganar dinero'.

'Nunca me planteé la presión de jugar bien para ganar dinero'

Marchó, becada, a estudiar Sociología, a la universidad de Arizona, en Tucson, a un mundo distinto, donde el calor tiene fama de ser insoportable. Nada que ver con la humedad de Larrainzar en Navarra, con los robles y el verde de las montañas que se asocian a su infancia. Y claro que no le resultó fácil. 'A veces, pensaba 'dejo los estudios y me paso a profesionales', pero cuando lo pensaba bien veía que no era lo correcto'.

Arizona, en realidad, fue como una aventura. Una magnífica aventura ahora que ha vuelto a vivir a Larrainzar, a la casa de la familia. 'Aquello es impresionante', recuerda el padre, que estuvo una vez. 'Es una universidad en la que van 80.000 personas'. Carlota enriqueció su mentalidad como persona y jugadora de golf. Ganó varios torneos, conoció métodos creativos de entrenamiento y ya sólo le falta una asignatura para terminar la carrera.

Y sólo fue, a partir de entonces, cuando ella misma, una vez respetados los tiempos, se concedió permiso para pasar a profesionales. Y los resultados han sido tan rápidos que pueden invitar a meditar sobre por qué no todo el mundo lo hace como ella. ¿Acaso hacen falta las prisas? Pero, claro, esa ya es otra historia que no incumbe ni a Carlota ni a su padre Jesús que, en cualquier caso, no dejará de repetirla: 'Hija, Carlota, la fortuna es tener trabajo....'.

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