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El gélido tiro que surgió bajo unos guantes

Oleson, escolta del Fuenlabrada, verifica hoy la transformación de Estudiantes

MIGUEL ALBA

El frío le condenó a hacerse amigo de la canasta. 'Salir a la calle era insoportable. Durante seis meses, sabíamos que todo iba a ser nieve y un cielo muy oscuro', recuerda Brad Oleson. En Fairbanks, uno de los pueblos más fríos de Alaska, el baloncesto se convertía en un modo de relación social. 'Empecé a jugar un invierno que soportamos 55 grados bajo cero. En el pabellón, al menos, me relacionaba con otros chavales: así aguantaba aquellos días oscuros y deprimentes'.

Entonces empezó a descubrir esa obsesión por el aro. 'Yo no me hice tirador, yo nací tirador', se reafirma. Su técnica apareció improvisadamente bajo un viejo par de guantes con los que el jugador del Fuenlabrada se protegía del frío mientras copiaba la mecánica del tiro de Michael Jordan o Chris Mullin en una canasta que Emil, su padre, había colocado en la trasera de su casa.

'Al principio, los guantes te roban mucha sensibilidad con el balón. Pero, si quería mejorar mis lanzamientos, en los días que no podía ir al pabellón, tenía que tirar con guantes y botas de esquiar'. En esas tardes, con interminables sesiones de lanzamientos sobre la nieve, comenzó a construir esa estadística que le ha convertido, en su primera temporada en la ACB, en el jugador franquicia del Fuenlabrada.

Oleson es el segundo máximo anotador (430 puntos) de la liga, con un partido menos que Rakocevic; el segundo máximo anotador de tres (57 de 116); el segundo jugador con mejor porcentaje en tiros de dos (84 de 122, un 68,85%); el cuarto jugador con mejor porcentaje desde el triple (49,14 %) y el tercer jugador mejor valorado (tras Felipe Reyes y Borchardt). 'Al final, anotar es una cuestión de constancia', asevera.

Con el deshielo, Oleson se quitaba los guantes y su técnica ganaba en velocidad.'Tenía aprendida la mecánica, así que, cuando jugaba a mano descubierta, el feeling con el balón se multiplicaba. Podía armar el tiro en cuanto recibía, mientras que, con guantes, casi siempre necesitaba hacer un bote', matiza. Durante los veranos, su mejora dependía de la paciencia de sus amigos.

'Reconozco que con el buen tiempo era inaguantable. Podía llegar a estar tres horas seguidas haciendo tiros. Al sol, sin apenas beber agua. Mis amigos se cansaban de estar debajo de la canasta para devolverme el balón y me ponían cualquier excusa para irse a casa. Pero a mí me daba lo mismo: yo necesitaba seguir tirando. Cada vez que anotaba me daba más confianza en el siguiente tiro, y en el siguiente, y en el siguiente'.

En su última temporada universitaria, Oleson aseguraba 25 puntos por partido. Un año después (2005), fichó por el Dodge City Legend de la liga comercial americana. Tras 29 partidos, Oleson aterrizó en Galicia para conocer el anonimato de la LEB-2 en el Rosaria Beirasar. Allí trabajó tres años con Félix Muñoz. 'Su influencia no fue tanto técnica como anímica. Félix ha sido el entrenador que más confianza me ha dado', asegura Olenson.

A pesar del interés de Unicaja y León, Oleson se acogió al decreto 1006 para fichar el pasado verano por el Fuenlabrada. Sus partidos en el Fernando Martín han revalorizado su apellido. El próximo curso, Oleson jugará en el Madrid, que precipitó su fichaje ante el interés del Tau. Desde ya, el alero de Alaska aparece entre los jugadores cuyos informes llegan a Sergio Scariolo como opción de futuro para la selección.

Ahora, Oleson, casado con una española, tramita su nacionalización.Hoy incidirá en los triples para probar si Estudiantes sigue regenerado tras la Copa. 'Sé que el tirador tiene que convivir con el fallo, asumirlo. Si no, te desquicias', concluye.

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