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El gladiador toma el mando

ANTONIO SANZ

He trabajado con un entrenador que es un fenómeno en técnicas de motivación. Su nombre: Gregorio Manzano. Luis Aragonés es otro ilustre en seducir al grupo. Como Ferrando, que se atrevió con sabiduría a detectar uno de los problemas del Atleti: 'Tiene más agujeros que el Prestige', apuntó con la ironía de Quevedo. Pero no toca hablar de los rojiblancos tras una semana convulsa. El clásico se lleva todo por delante. No he conseguido saber con qué vídeo va a ilustrar Guardiola a sus futbolistas en la previa del choque. En las grandes ocasiones, y sin duda la de hoy lo es, se curra un plan para estimular a los chicos.

En Roma, quiso conjugar la historia con la gloria. Por eso recurrió al personaje del gladiador. Se llevó la victoria y repite. Pep, que afronta la tarde tras ganar los dos duelos del curso pasado, convive con una simbiosis extraña. Mantiene el pulso con Laporta, mientras espera al sucesor para renovar. ¿O no? Esa es la duda que salpica al entrenador azulgrana en la previa ante el Real Madrid. No digo que perturbe su concentración. Cuento que continúa separado del poder.

Pep se curra un plan para estimular en las grandes ocasiones

Son dos filosofías de entender el fútbol: unos tiran de cantera, otros tiran de cartera. En Barcelona, cumplen con un ejercicio de renovaciones. En Madrid, apremian el ejercicio de adquisiciones. Si unos esperan a Cristiano, otros aguantan a Messi. Si Maradona no entiende al 10, Del Bosque analiza a Pedro. Se trata de participar en conjunto cuando Raúl ha sido capaz de admitir la suplencia impuesta desde el ático.

Entretanto, Van Nistelrooy y Gago viven incómodos, Guti trabaja la salida, Benzema no se siente y Valdano toca en la distancia la oreja de Florentino. Por eso el Real transita entre feliz, por la fuerza del escudo, e incómodo, por la ruina de su juego. Pellegrini no da importancia al fracaso en su gestión. Considera que Marcelo es buen interior; Arbeloa, aceptable lateral zurdo; Kaká, un conseguidor, e Higuaín, un punta desaborío.

Guardiola se preocupa de la palidez de Iniesta, de la gripe de Abidal, de la incontinencia de Alves y de los isquiotibiales de Ibrahimovic. Si Messi se aproxima también se aplaude porque no es cuestión de músculo. Estos partidos, y así hay que vivirlos, se ganan más con la cabeza que con las piernas. De ahí que Pep se arrope con una manta que no permite descuidar los pies. Es decir, el Barcelona planteará una pelea capaz de sobornar al más pintado.

El Barça es desinteresado y optimista. El Madrid se aferra a Cristiano y a sus promesas de gol. Por lo demás, hemos conseguido abrazar a la farola del Camp Nou. ¿Y si gana Pep? Será por el gladiador. La moral nunca pierde.

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