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Grande pese a todo

Diez años después, los rojiblancos tienen la oportunidad de ganar un título ante el Sevilla

ÁNGEL LUIS MENÉNDEZ

Forlán jamás podrá comprender la grandeza del Atlético. No sólo ha despreciado durante tres años la posibilidad de asimilar la historia del club que le paga, sino que incluso ha mancillado públicamente su honor al tildarlo de equipo pequeño. El uruguayo jamás atisbará siquiera la íntima satisfacción que embarga desde anoche a los miles y miles de atléticos que, con abnegado orgullo, presumen de colores rojiblancos en cada esquina de España.

En el gélido corazón del delantero no puede habitar un alma como la de esos seguidores que hace diez años emprendieron una lacerante travesía que, más que concluir, se suaviza levemente por momentos. Una década después, la masa social del Atlético se frota los ojos ante la visión, por fin, del oasis de una final. Allí sucederá lo que tenga que suceder, pero nadie, ni siquiera Forlán, podrá arrebatarles tres largos meses de ilusión.

La grandeza del Atlético se ha edificado a pesar de tipos como Forlán y, como justo homenaje a todos los que la han forjado, ayer no precisó de su concurso para certificar la presencia en la final. Tras el sobresalto inicial, fue un paseo.

El autogol de Valera heló a los suyos y encendió El Sardinero

Quique, confiado pero cauto, diseñó un plan que perseguía equilibrio y sonó extraño. Reservó al citado Forlán y a Simao e incrustó a Valera en el centro del campo, se supone que buscando el pleno control desde el primer minuto. La apuesta le explotó en las manos a la primera de cambio, cuando el mismísimo Valera dejó helado a su compañero De Gea al cabecear en propia puerta una rosca envenenada nacida en el córner de la zurda de Canales. El reloj apenas había consumido dos minutos.

El Sardinero, vestido de pronto con el traje de la esperanza, rugió.

¿Y si lo de remontar el 4-0 de la ida no era una quimera? El sueño se esfumó como vino, en un suspiro. El Atlético, atado al recuerdo de sus tiempos más gloriosos, no se descompuso. Aguantó dos réplicas raciales cántabras y, en un pis pas, creó el empate en una afortunada acción a balón parado. Ahí se cerró la ventana de la semifinal y se abrió el pórtico de la gran cita donde espera el Sevilla.

de los más plácidos minutos desde su llegada 

Sin agobios, con la satisfacción y la serenidad del deber cumplido, Quique disfrutó de los, posiblemente, minutos más plácidos desde su llegada al banquillo colchonero. Gozó con ese fútbol de control que tanto ama y entró en trance cuando Jurado certificó con el segundo gol lo que ya no necesitaba firma.

Tanto se relajó el entrenador que se le olvidó quitar de la circulación al Kun. Ensimismado bajo el rumor del juego autoritario de los suyos, tardó casi un cuarto de hora en guardarse a Agüero, su bien más preciado. Eso, y el empeño de Reyes en encender trifulcas, fue lo único que se ventiló durante el último tramo del partido.

Hasta que, de tanto sopor, el Racing tuvo un ataque de orgullo y decidió darle una alegría inútil a su afición. Xisco y Tchité aparecieron para disparar dos fogonazos. El primero retrató a De Gea, que ya miraba hacia el túnel y se tiró tarde. El segundo revivió la pesadilla de la defensa rojiblanca. Aun así, con el pitido del árbitro resonó la vieja grandeza del Atlético.

Racing: Mario Fernández; Crespo (Oriol, m. 45), Moratón, Torrejón, Christian; Lacen, Colsa, Canales (Serrano, m. 72), Munitis (Diop, m. 56); Xisco y Tchité.

Atlético: De Gea; Ujfalusi, Perea, Domínguez, Antonio López; Assunçao, Tiago (Raúl García, m. 57), Valera, Jurado, Reyes (Simao, m. 65); y Kun (Ibra, m. 63).

Goles: 1-0. M. 2. Canales saca un córner y Valera cabecea en propia puerta en el primer palo. 1-1. M. 8. Reyes envía el balón al centro del área cántabra en el saque de una falta, entre Moratón y Valera lo desvían y Mario Fernández lo toca sin atajarlo. 1-2. M. 50. Jurado bate a Mario en su salida tras una pared con Agüero. 2-2. M. 88. Xisco dispara desde lejos y el balón se cuela bajo el cuerpo de De Gea. 3-2. M. 90. Tchité aprovecha un error de Ujfalusi y marca.

Árbitro: Undiano. Expulsó a Christian (m. 68) con roja directa por dar un codazo a Ibra. Amarilla a Moratón, Lacen, Colsa y Reyes.

El Sardinero: 21.000 espectadores. El Atlético pasa a la final de la Copa por un resultado global de 6-3  

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