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Güiza no llega a tiempo

Getafe y Levante empatan en el Coliseo en un partido discreto de los locales

 

ALFREDO VARONA

Fue todo muy teatral. A tono con Güiza, el personaje, que volvió al césped del Coliseum cuatro años después. Y nada más hacerlo, a falta de seis minutos, se ató el brazalete de capitán con la idea de solucionar un partido que no se conformó con ser malo. Fue aún peor con una primera parte accidental, sin gente que contestase la mediocridad. Tuvo, eso sí, más orden el Levante. Otra cosa fue cuando pasó el medio campo. Entonces jugó con más miedo que vergüenza.

Así que, en una tarde tan discreta, sólo quedó esperar a Güiza. Pero antes que él, salió Sarabia y el balón se pegó una juerga. Por una vez volvió a la hierba, a su sitio natural. Coincidió con el gol de Miku, que decidió por la tremenda. Su disparo, vietnamita, pasó a la escuadra. Fue entonces cuando el Levante se encontró a sí mismo. Concentró a sus mejores junto a la pelota. Primero, a Barkero. Y después a Valdo, Aranda y Juanlu, que llegaron al empate antes de que fuese tarde. El gol fue ilegal, pero señaló la paz. No había hecho nada el Getafe para vencer ni nada tan malo el Levante para perder. Sólo quedó esperar a Güiza, a que sus ojos rasurasen ese diagnóstico. Pero un futbolista sin tiempo no planta cara a nadie. Sólo se queda en la fotografía.

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