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El hombre que puede hundir a España

ALFREDO VARONA

Nació el mismo día que yo, el 13 de marzo, pero, eso sí, diez años antes. Con ese horóscopo, Piscis, y ese día, entiendo todo lo que he leído de Don Jorge. Así se refieren en Chile al hombre que hoy puede hundir a España. Un tipo tenaz, obsesivo, que se mete una presión infernal a sí mismo. A los 54 años, siempre se acuerda de Gandhi y de esa cita universal suya que le acompaña por sistema: 'Vive como si fueras a morir mañana y aprende como si fueras a vivir para siempre'. Quizá sea el reflejo perfecto de Jorge Sampaoli que, como el resto del pueblo chileno, está convencido de que puede ganar el Mundial. Trabaja obsesivamente en esa idea sin perder la buena educación. 'Importa el éxito y la forma', explica desde su época triunfal en la Universidad de Chile, que fue la que le permitió llegar hasta aquí.

Antes de proponérselo, se ha convertido en uno de los entrenadores del campeonato y esa anécdota suya, en la que se subió a un árbol para dirigir a su equipo tras ser expulsado por el árbitro, ha recorrido los periódicos del mundo entero. La fortuna fue que, en su día, la escena fue captada por un fotógrafo del diario de La Nación, la vio el presidente de Newells, que le ofreció un contrato, y eso fue lo que permitió a Don Jorge dejar de ser un entrenador anónimo. Luego, emigró a Chile, un país que siempre presumió de él, de su fútbol y de su ejemplo, como aquella vez que derribó con su automóvil a un ciclista y, después de llevarle al hospital, lo primero que hizo fue ir a la Comisaría de Policía para que le hiciesen el control de alcoholemia. Así es Sampaoli, un hombre que había alcanzado el sueño del trabajo fijo, de funcionario en el Registro Civil de su ciudad. Pero fiel a su carácter tenaz perseveró hasta llegar a ser el entrenador de hoy. Un hombre, cuyo prestigio ha cruzado el charco, y eso ha provocado la susceptibilidad del pueblo chileno como ha escrito el periodista español José Miguélez, que ahora trabaja como Jefe de Deportes de La Tercera en Santiago:

'Sampaoli cierra puertas y ventanas al periodismo y, por tanto, a la gente, a los aficionados. Pero lo que afea su comportamiento es que es selectivo en la censura. No concede entrevistas, pero, en cambió, sí hace excepciones con los medios internacionales, en lugares donde se supone que se cuece un gran mercado', explica Miguélez al juzgar a Sampaoli, al hombre que hoy está donde soñó estar, incapaz de desligares de lo que le hizo llegar hasta aquí. Absoluto defensor de la excelencia, reconoce tener 'una relación casi mística con Bielsa', el entrenador que estuvo en el Bilbao. De él heredó su locura con la que se siente tan a gusto. Sampaoli dice ser un tipo de pueblo que, si no vive así, prefiere morir. 'No hay lugar para modificar nuestro estilo', asegura como una cuestión de principios, más que como un desafío, de cara a esta noche frente a España. 'Chile generó una adhesión desmedida a una idea', insiste. 'Si se respeta eso, vamos a ser competitivos'.

En realidad, si se deja, vale la pena escuchar a Sampaoli, un hombre que duerme poco ('no me pagan por dormir'), pero, como dice él, lo hace desde el gozo, no desde la obligación. Obsesionado con los vídeos, con levantarse a las seis de la mañana, con reunirse con sus cientos de colaboradores o con decir a sus jugadores que 'en una sociedad tan individualista como ésta, lo único que puede marcar diferencias es el grupo'. Así ha creado una selección chilena parecida a la que imagina, obsesiva, como pretende su Horóscopo, y temible. Al menos, para España esta noche.


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