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Hulk, un 'sex symbol' frente a los prejuicios

ALFREDO VARONA

La cultura no cambió en Brasil. Las derrotas siguen siendo una tragedia en un país que no acepta que haya equipos mejores que ellos. Pero si en la época de Pelé el reflejo era Garrincha, el extremo de Mato Grosso, 'flaco, chueco, cojo y con la columna desviada', en esta de Neymar lo es Givanildo Vieira de Souza, el increíble Hulk, un símbolo sexual. Un tipo de 90 kilos repartidos en 1,75 centímetros. Una anatomía que no se hubiese imaginado ni en sueños en aquel maravilloso equipo de Brasil en el Mundial de Méjico 70 con Pelé, Carlos Alberto, Tostao, Jarzinho o Rivelinho. Pero hoy Givanildo es uno de los delanteros titulares de Scolari. Ha jugado tres partidos y aún no ha marcado en este Mundial. Pero ni siquiera eso ha puesto en juego su reputación futbolística. Todavía no ha aparecido nadie en Brasil que diga 'Hulk sobra'. Se ha dicho de Fred, pero no se dice de Givanildo que, desde los ocho años, cuando levantó delante de su padre una bombona de Butano, se hace llamar 'Hulk', como si fuese 'el increíble Hulk'.

A los ojos del país, aún no se han olvidado los momentos más críticos del partido ante Chile, en los que Neymar desapareció y Jo no solucionó nada en ataque. Scolari lo explicó porque 'los jugadores tenían miedo a ser condenados, como fue el arquero Barboza en el 'Maracanazo''. Pero, precisamente, ese fue el momento que eligió Hulk para demostrar que él también es uno de los patrimonios de este país. Sin pánico ante el drama que invadía Belo Horizonte, ofreció una lección de patriotismo bien entendido, antes y después de entrar en el área. Fue el único hombre que consiguió que Bravo, el portero de Chile, lo pasara mal. Por eso Brasil, un país que puede ser muy dañino con los futbolistas que no le gustan, como está pasando con Fred, rinde pleitesía a Hulk estos días. La prensa lo ha puesto de ejemplo, incluso para Neymar, asustado hasta en el lanzamiento del penalti decisivo. 'Podemos aprender de Hulk y de su buena cabeza', ha dicho Pelé. 'Hace falta una cabeza muy fría para ganar este Mundial'.

Hulk no es un futbolista al uso. Ni lo fue ayer ni lo es hoy. Un hombre que es portada de la edición internacional de la prestigiosa revista 'Men's Health', con el torso descubierto; considerado un 'sex symbol' y reconocido hasta por su mujer a la que le cuesta 'encontrar ropa de su talla'. Sin embargo, el seleccionador Scolari se refiere a ese hombre como 'a un soldado', una perfecta metáfora para un futbolista que lleva una vida luchando contra los prejuicios. 'Mi físico transmite una impresión incorrecta. La gente me ve y se cree que soy un futbolista de choque, y no es así'. En realidad, es un delantero total, un físico de otro mundo trabajado por él mismo desde la adolescencia cuando todo el mundo le decía que 'era muy gordito' para ser futbolista. 'No me dan miedo las adversidades. Me hice fuerte frente a ellas', explica Hulk, hijo de un feriante, en el noroeste de Brasil, acostumbrado a cargar peso desde niño. 'Yo ayudaba a mi padre a transportar las cajas y toda la mercancía'.

Hoy, sin embargo, ayuda a Brasil en un escenario como el estadio Castelao de Fortaleza (22.00 horas) ante Colombia. A otra escala, con otro fútbol y con otro físico, más perfecto que los de ayer, Hulk no se parece a los Gerson, Tostao o Rivelinho de ayer que acompañaban a Pelé, porque el fútbol cambió. Pero lo que no cambió fue la cultura de los brasileños que, como dice Pelé, en fútbol se sienten superiores a los demás y convierten una derrota en una tragedia. En eso sí que el país se quedó anclado en el 'Maracanazo' de 1950. Pero lo que cambió fueron los medios para llegar a la victoria, empezando por Hulk, un 'sex symbol' que tampoco puede ser una anécdota, entre otras razones porque el Zenit de San Petersburgo pagó 60 millones de euros al Oporto por él. Y eso no se paga por un cualquiera.

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