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Irureta: "No conozco a ningún entrenador que sea inculto"

Javier Irureta. Ingeniero técnico y entrenador campeón de Liga (2000) y Copa (2002) con el Deportivo

ALFREDO VARONA

Fue campeón de Liga y Copa con el Deportivo de A Coruña la pasada década. Pero desde 2008, en su última experiencia en el Zaragoza, Javier Irureta (Irún, 1948) no ha vuelto a entrenar y duda que vuelva a hacerlo. 'No lo descarto totalmente, pero no lo creo'. En cualquier caso, siempre será una voz autorizada para evaluar como ha cambiado su profesión. Ingeniero técnico ('sólo me faltó un año para terminar la carrera superior'), insiste que la profesión de entrenador 'es compatible con la universidad'. Incluso, se pregunta '¿qué es la cultura?'

¿Un entrenador puede ser un inculto?

No, eso es imposible. Puede tener poca cultura y entender de fútbol. Pero si no tienes un mínimo de cultura nunca serás un buen reflejo para el grupo: el entrenador siempre debe dar la sensación de que sabe más que los jugadores no sólo del fútbol, sino también de la vida. Es como una ley no escrita, una necesidad que tú mismo sientes cuando estás delante de una pizarra y haces una pregunta por simple que sea a los futbolistas. Nadie debería saber contestarla mejor que tú.

Es la vanidad del entrenador.

No, es la responsabilidad, no tener miedo de que un futbolista te haga un pregunta que no sepas contestar. Es la sensación de saber, todo eso que te da seguridad en la vida, en el fútbol...

En mi época, el título de entrenador eran dos años y tenías que pasar una Selectividad en toda España¿Un entrenador sin cultura es su mayor enemigo?

No, porque insisto en que es imposible. De todos modos, ¿qué se entiende por cultura? ¿qué es la cultura? Para ser entrenador, como mínimo has tenido que hacer el Bachillerato y sacarte el título de entrenador. En mi época eran dos años y tenías que pasar una Selectividad en toda España. Evidentemente, no ibas a ser un Premio Nobel, pero tenía una exigencia. Es más, se quería asemejar, incluso, a una diplomatura universitaria.

Usted es ingeniero. ¿Qué diferencia a un entrenador universitario?

No sé, porque cada vez hay más. De hecho, hay muchos entrenadores universitarios que no llegan a Primera. He trabajado en Lezama con entrenadores de la base que, incluso, eran profesores en la Universidad del País Vasco. Tenían esa facilidad y la aprovechaban. Es normal. La vida también es formación. En mi época era diferente. No te dejaban sacar el título de entrenador hasta que te retirabas del fútbol, pero ahora...

Pellegrini dice que hubiera sido 'un ingeniero frustrado'. Usted, que también es ingeniero y ha sido entrenador, ¿comparte esa idea?

Creo que sí. Yo era maestro industrial y no me gustaba mucho, pero como mi hermano mayor iba en esa línea... Él sí; él sí tenía ese gusto. Yo lo hice porque éramos una familia numerosa de siete hermanos, no sabías lo que podía pasar en el futuro y tenías que explotar todas las posibilidades que había en Irún. Pero no creo que hubiese sido un buen especialista. Otra cosa es que eso me diese una visión de los números, del dibujo geométrico..., que me ha valido como entrenador.

Los entrenadores siempre han ganado mucho dinero. ¿No es esa una de las razones que más pesan para elegir esta profesión? ¿Fue su caso?

El dinero me gustaba, no me voy a engañar, pero sucede que yo fui futbolista hasta los 32 años. Tuve que dejarlo por una osteopatía de pubis y me daba rabia separarme del que había sido mi mundo en los últimos trece años de mi vida. Por eso empecé de entrenador. Al principio, no sabía si me gustaría. Pero la realidad es que luego me entusiasmó.

¿En tantos años de fútbol ha conocido entrenadores que no sean vocacionales?

Es difícil, pero sí claro., Yo he tenido jugadores como Valverde, Mendilibar que se veían que iban para eso, pero ha habido otras, a lo mejor, Karpin, Molina, sin ánimo de personalizar en nadie, que me sorprendió que se sacasen el título de entrenador. Estaban, cumplían, pero casi nunca preguntaban nada. No veía que les gustase esto, pero...

'Ahora los entrenadores son personajes, en algunos casos, con una retórica inmensa'En Primera hay entrenadores que han sido escritores, fotógrafos, vendedores de libros u obreros como Djukic. ¿Vale todo en esta profesión?

Si me habla de Djukjic, como mínimo, es un hombre que ahora maneja dos o tres idiomas... Desde que llegó a España, ha tenido mucho tiempo para aprender. Pero, de todas maneras, con esto quiero decir que no todo el mundo llega a entrenador de fútbol. No es tan fácil. No hay que pensarse que mañana puede venir un barrendero, con todo el respeto para los barrenderos, y convertirse en entrenador. Si no tiene formación le será difícil, esto no es tan fácil.

El escritor Eduardo Galeano echa de menos a los entrenadores de antes.

Ahora, son personajes, en algunos casos, con una retórica inmensa.

¿Qué opina usted?

Sí, estoy de acuerdo. No sé si este nuevo tipo de entrenador, que se ha puesto de moda, resulta pedante, pero a veces sí me resulta pesado. El fútbol, en realidad, es un juego sencillo. Para explicarlo, no hace falta tirar de frases rebuscadas, porque lo único que se consigue es cansar a la gente.

¿Usted tuvo despacho alguna vez?

No, no siempre. Me acuerdo que en el Sestao utilizaba de despacho la caseta en la que se cambiaba el árbitro... Pero no pasaba nada, no era una cosa tan necesaria.

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