Público
Público

J.J. Hombrados: "¿Egoismo? Mi casa no es ninguna dictadura"

Tiene brazos y biografía de mito. Lleva 25 debajo de una portería de balonmano, donde todavía se anticipa al futuro. Ganó casi todo lo que soñó y se niega a retirarse.

Hombrados, en una imagen de archivo. / EFE

ALFREDO VARONA

MADRID. —Su hija mayor, de 22 años, trabaja ya de enfermera y él continúa debajo de la portería. Pero esa es parte de su biografía, carne de enciclopedia. Ha sido campeón del mundo, bronce olímpico o plata europea. Un portero, en realidad, inacabable desde que empezó en el Atlético en 1990. Suma 25 años J. J. Hombrados (Madrid, 1972) de profesional que lo proponen para leyenda.

A los 43 años, no se rinde ni amenaza con hacerlo. Pero después de tres temporadas en Qatar y en Alemania ha decidido volver a España para fijar su domicilio en Madrid. Quizá ya para toda la vida y, como siempre, seguirá jugando al balonmano de elite. La próxima semana, a lo sumo, anunciará su nuevo contrato en el que se plasmará una diferencia con los últimos 25 años. Hombrados compaginará la portería con su primera aventura en el mundo laboral en la empresa Soxna. Allí compartirá lo que aprendió en todos estos años, en los que se hizo adulto para siempre y casi nunca se dejó vencer. "El deporte, más que un trabajo, es un estilo de vida".

Así que esto no se acaba, no se acaba nunca.

No, no se acaba. El movimiento se demuestra andando y todavía no soy una excepción. Hay un portero ruso que ha durado hasta los 49 años. Y si uno sigue teniendo opciones, si me siguen dado para elegir… ¿Por qué?

¿25 años no fueron suficientes?

En 25 años cambian las motivaciones. Pero tu cabeza se da cuenta de lo que significa estar aquí. Te recuerda a diario que no sólo es entrenar o competir, sino que es la vida que te gusta y es tan difícil de abandonar cuando tienes opciones, de Qatar, de Portugal, de Alemania, te ofrecen, incluso, volver a España.

¿Su cuerpo lo acepta como si nada?

Me recuerda los años y está claro que un golpe tarda más en curar. Incluso, cuando llego a casa y veo la energía de los niños a veces tengo que hacer tripas corazón, porque llego tan cansado y necesito tanto descansar.

¿Y el cansancio no le pide otra vida?

No, porque me permite estar donde estoy, me recuerda que ya no tengo la velocidad de antes, mis brazos no se mueven tan rápido, pero a cambio leo la jugada 'antes de…' y ese segundo de anticipación…, usted me hablaba antes de anticiparse al futuro y, aunque sea en décimas de segundo, sí, tal vez puede ser eso.

¿Su familia aprueba esta vida?

Claro que sí, y es clave, porque ellos saben todo lo que me sucede. Hay gente que no se da cuenta de mis momentos malos, pero ellos sí, inmediatamente. Son los que mejor me entienden. Pero sobre todo han aprendido que mi vida es así y que la suya no puede ser de otra manera.

¿Y eso de pensar siempre en uno mismo no es egoísmo?

No, no, para nada.

¿Y entonces qué es?

A unos niños les toca una vida y a otros, otra, depende la profesión de sus padres. Pero mis hijos han estado en Qatar con siete años, han ido a Juegos Olímpicos, han pisado una Villa Olímpica, se han hecho fotos con deportistas monumentales como Pau Gasol Pero además es que habría que preguntárselo a ellos, que ya tienen una edad, 8, 10 y 22 años, la mayor.

¿Y usted se lo preguntó?

Yo lo veo a diario, veo sus ojos cada día, pero, si hace falta, claro que se lo pregunto. Mi casa no es ninguna dictadura. Al contrario. En casa lo hablamos todo y como el último año en el que nos fuimos a Alemania y en un solo mes, en el mes de agosto, tuvimos que buscarles colegio, hacerles matrícula, lo vimos claro: 'O nos vamos todos o no se va ninguno'.

¿Qué les hace volver ahora a España? ¿Vuelve para toda la vida?

He aprendido que mi vida forma parte de la incertidumbre. Soy de los que pienso que se puede vivir bien en cualquier parte. Buena gente la hay en todo el mundo. Pero a la edad de mis hijos podría ser el momento de que encuentren una estabilidad aquí, en España, se hagan unos amigos fijos y eso.

Al final, triunfan los orígenes.

Pero no creo que sea este el caso, sino que aquí se imponen las virtudes del deporte. Una vida como la mía sólo te la permite el deporte, vivir en tantos sitios, participar en cuatro Juegos OLímpicos, tener una agenda de contactos espectacular… Eso no son los orígenes, sino el resultado de toda una vida.

Tenía pensado preguntarle si usted ya es un mito.

No se pase. Hay deportistas con una importancia suprema y yo no pertenezco a ellos. Pero tuve la fortuna de que el deporte no fue mi trabajo, sino mi estilo de vida. Por eso ahora que tengo 43 años estoy aquí. Hice los deberes y tengo la vida arreglada. He tenido esa suerte. He vivido una época buena, pero eso no me impide olvidar que lo complicado es seguir viviendo.

Usted ya encontró su sitio.

Bueno, pero eso sigue sin impedirme ver que hay generaciones posteriores a la mía, tan meritorios como yo, que juegan al balonmano por un salario normal. El 80% de los de ahora o trabajan o estudian. También tengo compañeros, que llegaron a ser olímpicos, que están pasando por situaciones económicas muy malas y, sin embargo, la gente no sabe nada de eso.

La gente sabe más de Urdangarin. ¿Fue usted amigo suyo?

Desde que se casó con la Infanta, no volví a tener relación con él. También es otra generación distinta a la mía, pero, si le veo, le saludo.

Le he metido una pregunta ingrata, que no le ha gustado.

No, no.. Y si es una pregunta ingrata, es porque es duro ver a alguien que está en una situación difícil. Pero yo no juzgo lo que no conozco. Al Iñaki que conocí, hasta que se casó con Cristina, sí, y ese fue un hombre con el que compartí algo tan íntimo como el éxito o la derrota. Pero después de eso, hay otra vida.

Vuelve a España. ¿Era complicado vivir en Alemania?

Hay cosas que te dan envidia, el pedazo de marketing que tenían los equipos de balonmano, los pabellones siempre llenos… Pero Alemania también tiene sus pegas, los equipos no eran totalmente profesionales, íbamos en autobús a todos sitios, una cosa a la que, al menos, en mi época en España no estábamos acostumbrados…

¿Qué hay más importante que los premios en su recorrido por el mundo?

Me he abierto como persona. He comprobado que, efectivamente, el mundo es muy grande. No sólo conozco un estilo de vida. Conozco más. El año anterior viví en Qatar y me demostró que es bueno ponerse en el pellejo de la persona que tienes al lado.

¿Se pondría hoy en la pìel en Casillas?

Hoy y muchos días antes de hoy. Claro que sí, porque ha sido un desenlace duro, emotivo, no fácil. Pero supongo que la vida a veces es así y claro que te hace pensar, ‘¿podría haberme sucedido a mí?’ Pero creo que de todos los sitios nunca salí por la puerta de atrás y pasé por tantos sitios…, pero, claro, yo nunca fui Casillas….

¿Te ha resultado interesante esta noticia?