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Lorenzo no es sólo una ‘pole’

Logró su primer triunfo en la máxima categoría, utilizando el casco rojo con el que vuela en las clasificaciones

MIGUEL ALBA

El gesto tuvo su recompensa. Una decisión que Jorge Lorenzo tomó después del warm up. “No voy a correr con el casco dorado. Dame el rojo”. El casco de las tres poles. El casco que anula los dolores en sus antebrazos por la adrenalina de la velocidad. “El casco de la suerte”, como aseguraban en su box. La superstición quedó en una raquítica anécdota una hora después.

En ese tiempo, Lorenzo siguió contradiciendo en Estoril un discurso que siempre ha destilado anacronismo. Porque el mallorquín no está en MotoGP para sumar experiencia sobre una moto de 800 cv, ni para evitar caídas. Eso ya lo hizo durante el invierno en circuitos de medio mundo. El tiempo en el que los pilotos combaten el jet lag cuestionando los nuevos reglajes. Lorenzo cambió de categoría para seguir creciendo. Y, en su caso, eso significa ganar carreras para Lorenzo´s Land, el símbolo de su causa.

La deuda en Estoril quedó ayer resuelta en la undécima vuelta. Hasta ese momento, Rossi, Pedrosa y Lorenzo convirtieron algunas frenadas en un acto de valentía. La primera apurada, después del semáforo verde, así lo aventuró. La trilogía Pedrosa, Rossi y Lorenzo se reordenó una curva después: Rossi, Lorenzo, Pedrosa. Dovizioso quiso entrar en el debate, pero sus argumentos desaparecieron en cuanto Pedrosa se recompuso de los dos latigazos de su Honda.

Dos vueltas después, cuando aún los Bridgestone se sentían competitivos, Rossi quiso aventurarse en una carrera en solitario, apoyándose en su Yamaha. Porque la moto del italiano se mostró como la más rápida en velocidad punta durante todo el Gran Premio. Sin embargo, Lorenzo anuló, con la primera de sus vueltas rápidas, el medio segundo que Rossi había arañado.

La trilogía se recompuso en la quinta vuelta. Pedrosa, que trabajará esta semana en las mejoras del nuevo motor

Honda de 2008, buscó el pique con Lorenzo. Pero ese duelo sano que la categoría necesita resolver sobre el asfalto para saber quién va a ser el campeón en 2008.

Porque Stoner, como el resto de pilotos de Ducati, andan sin argumentos. En Estoril, el actual campeón del mundo volvió a perderse entre el resto. Sexto, a más de 30 segundos de la cabeza, el australiano necesita una inyección de autoestima. Quizá pueda llegar en China, un circuito rápido y exento de las hostilidades de Jerez o Estoril. Porque en Portugal, Stoner estableció en la octava vuelta una de esas marcas que nunca aparecerán en la biblia (MotoGP Results 1947-2007 Guide) que se repartían en el hospitality de Ducati hace dos semanas en Jerez. Con un elemento de la electrónica colgando del carenado, Stoner se perdía en la undécima plaza (el noveno es su peor puesto en MotoGP), marcando los mismos tiempos que Elías.

Medio circuito por delante, Pedrosa se situó segundo, tras Rossi, marcando vuelta rápida. Pero la remontada de Dani apenas se mantuvo unos giros. Los mismos que necesitó Lorenzo para terminar de perfilar su estrategia antes de iniciar el undécimo giro. Era el momento. Así lo entendió al leer las cifras que le mostraron desde el muro. Agazapado en su moto, como buscando una simbiosis, Lorenzo forzó a Pedrosa a cambiar su trazada al final de la recta de meta. El liderato de Rossi se acabó en la chicane más lenta de todo el Mundial en otro de sus famosos adelantamientos por fuera. A partir de entonces, el mallorquín quiso mostrar que su casco rojo era tan efectivo como su Yamaha. Su vuelta rápida (1:37.08) en el duodécimo giro desapareció cuatro después con un crono estratosférico (1:35.715), que se convirtió en nuevo récord de Estoril.

Su triunfo en solitario le igualaba a puntos con Pedrosa en el liderato en el Mundial, aunque el mallorquín figura en cabeza por su mejor resultado en la última carrera. Desde hace 30 años,

un rookie no había ganado tan pronto una carrera en la máxima categoría. Entonces lo consiguió Kenny, el marciano, Roberts. Otros, necesitaron más rodaje. Spencer, 7 carreras; Crivillé, 8; Rossi, 9 o Doohan, 29. Quizás, les faltó un casco rojo.

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