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Madrid, la austeridad por bandera y único remedio

En su tercera intentona olímpica, la capital española se ha apretado el cinturón a la fuerza y se ha adaptado a las exigencias del COI para proponer unos Juegos ‘low cost', sencillos y cercanos. Con todo en el aire, en

JORGE YUSTA

Trece años lleva Madrid intentando convertirse en ciudad olímpica. Siempre con Barcelona'92 como referente y sobreponiéndose a las dos anteriores derrotas, la capital española se presenta en Buenos Aires con una candidatura austera por necesidad, que pone en alza las infraestructuras ya existentes y el uso de emblemas para organizar unos Juegos ‘low cost' y pensados por y para los deportistas. El futuro anímico de una urbe con el 20% de su población activa en paro se decide hoy. Perder una tercera vez, contra Estambul o Tokio, sería un varapalo difícil de superar. Si se gana, el mundo volvería sus ojos hacia ella.

El ‘leitmotiv' repetido por la candidatura sin parar es que se trata de un proyecto 'fiable y seguro'. Se quiere vender a los miembros del COI que Madrid apuesta por un nuevo modelo de Juegos, exportable a cualquier otra candidata. Se acabaron los grandes dispendios. El mayor evento deportivo del planeta también se puede organizar con un presupuesto limitado y aprovechando bien los recursos de la ciudad. Pero lo se oculta o no se dice es que un Ayuntamiento con 7.000 millones de deuda no se puede permitir otra cosa. ¿Quién y cómo iban a explicarle a los madrileños que en la mayor crisis de la historia y con ese nivel de endeudamiento, la tercera intentona olímpica no iba a intentar ahorrar hasta el último euro?

Por tanto, el presupuesto presentado de 1.516 millones no se trata de una medalla sino del único remedio que tenían Ana Botella, Alejandro Blanco y el resto del equipo para justificar lo que no pudo Roma cuando Monti le obligó a apartarse de la puja. Y tampoco hay que pasar por alto que si los 2.418 millones que costaría la organización del evento no se llegan a recuperar con los ingresos, se convertirían en números rojos. La comisión de evaluación del COI dejó clara su postura al respecto en una frase de su informe: 'El grado de riesgo financiero debería ser asumible en un periodo de siete años en el marco global de la economía española y teniendo en cuenta las garantías gubernamentales'.

Tampoco explica Madrid 2020 que es hija y heredera de las apuestas fallidas de 2012 y 2016 y lo que esto supone traducido en cifras. Uno de los puntos fuertes del proyecto es poder jactarse de contar con el 80% de las infraestructuras ya existentes. Sin embargo, algunas que se dan por terminadas, como el estadio olímpico de la Peineta o el centro acuático todavía distan mucho de parecerse a unas instalaciones listas para usarse. Otras, como la Caja Mágica, triplicó su coste inicial y ahora es un triste ‘elefante blanco'. Y por último, hay estudios que cifran en más de 9.000 euros lo que ya se ha gastado en infraestructuras olímpicas hasta ahora. Esa cifra, obviamente, no aparece en ningún apartado del dossier entregado al Comité Olímpico Internacional.

Desde luego que Madrid 2020 cuenta con puntos a favor. España es potencia mundial en organización de eventos deportivos, como lo han demostrado los recientes Mundiales de natación de Barcelona o el próximo Mundobasket. Nuestros deportistas son reconocidos en todos los rincones del planeta, como Pau Gasol, Rafa Nadal, Fernando Alonso, y clubes como el Real Madrid y el Barcelona cuentan con cientos de miles de hinchas diseminados. La nueva ley antidopaje intenta paliar la imagen de país permisivo con los tramposos, como demostró el juicio por la operación Puerto. Y dentro de la familia olímpica, hasta tres españoles son miembros del COI. Sin embargo, España ha perdido a su más importante baluarte, Juan Antonio Samaranch.

Metiéndonos en faena, Madrid concibe unos Juegos ‘smart', sencillos, manejables, cómodos para los deportistas y basándose en 'la creencia de que los Juegos pueden servir como estímulo para un desarrollo económico sostenible y para favorecer el empleo, en particular entre los jóvenes', como señala el informe de la comisión de evaluación del COI que visitó la ciudad en el mes de marzo. Los Juegos se celebrarían del 7 al 23 de agosto y las competiciones se repartirían en dos grandes zonas: la Zona Campo de las Naciones, al este de la ciudad, que incluiría 14 sedes olímpicas y la Zona Manzanares, al oeste, otras siete.

El informe cifra el traslado entre ambas áreas en 15 minutos. Fuera del término municipal madrileño, Getafe acogería las competiciones de remo, piragüismo en aguas tranquilas y natación en aguas abiertas; y en Paracuellos del Jarama tendrían lugar las pruebas de tiro olímpico. Valencia sería la sede de vela y el fútbol se repartiría por Barcelona, Málaga, Zaragoza, Valladolid y Córdoba. De las 35 sedes que se proponen, 28 ya existen, tres serían temporales y faltarían por construir cuatro permanentes.

La Zona Campo de las Naciones sería el centro neurálgico de los Juegos, con el estadio olímpico y la Villa, el mayor desembolso a realizar (835 millones de dólares), que se extendería al lado de la M-40 con 64 hectáreas construibles y otras 18 de parque. Al otro lado quedarían la Peineta, el centro acuático, el pabellón de gimnasia, el velódromo y el circuito de BMX. Los pabellones del recinto ferial se aprovecharían para deportes como judo, boxeo o esgrima y para ubicar los centros de prensa. Y la ciudad del Real Madrid acogería el hockey hierba.

En la zona del Manzanares y la Casa de Campo se aprovecharían recintos como el maldito Madrid Arena, el hipódromo, el club de campo o la Caja Mágica. Y en el centro de la ciudad, copiando lo que hizo Londres, se aprovecharían emblemas históricos para darle brillo a los Juegos. Por ejemplo, Las Ventas se techaría para disputar el baloncesto. El vóley playa flotaría sobre el estanque de El Retiro, el Palacio de Deportes vería el voleibol y el Bernabéu el fútbol. Y pruebas como el maratón o el ciclismo recorrerían las arterías más importantes.


Pero todo esto hay que completarlo con una red de alojamiento, transporte, seguridad y sanitaria que haga posible una organización de tal envergadura. Madrid garantiza 45.000 habitaciones hoteleras, a lo que la comisión añade otras 43.000 que no especifica de dónde aparecen y que podría atribuirse al proyecto todavía paralizado de Eurovegas. Los precios mejorarían los de Estambul y Tokio, con costes desde 218 a 626 dólares, lo que la comisión valora como 'favorables'. La red de transporte no necesita grandes inversiones, porque ya se ha hecho durante los últimos 20 años. Solo faltarían dos estaciones de metro y tres de Cercanías. El COI valora que los autobuses vayan a ser gratuitos para deportistas, periodistas y miembros olímpicos. La extensa red madrileña y la ubicación de las sedes harían muy cómodos los desplazamientos. El tiempo medio de los desplazamientos del 65% de los atletas alojados en la Villa será de cinco minutos. El 98% será inferior a 15 y nadie empleará más de 25 minutos en ningún recorrido.

Madrid quiere apostar por unos Juegos de emisiones cero y la comisión ya le ha advertido que no prometa lo que no puede cumplir. También se mirará con lupa la lucha contra el dopaje pese a la nueva normativa aprobada en el Congreso. Operaciones como Puerto o Galgo han dañado la imagen del deporte español. El COI considera escasos los 19 millones pensados en seguridad aunque alaba los 79.000 agentes que trabajarían y tan solo cita a ETA en pasado. El apoyo institucional, certificado por el poder absoluto del PP, es indiscutible y las tres administraciones (Gobierno central, regional y local) se reparten a partes iguales gastos y responsabilidades. Oficialmente, el 76% de los ciudadanos madrileños y el 81% de los españoles apoyan los Juegos. Las cartas, pues, ya están sobre la mesa. Solo falta conocer el destino de una ciudad que, para bien o para mal, no será la misma después del 7 de septiembre.

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