El encuadre resultó simbólico. Fernando Alonso en el centro junto a Lewis Hamilton. Luego, en direcciones opuestas, Sebastian Vettel en la punta oeste y Mark Webber en la este. Así posaron para los fotógrafos en Abu Dabi los cuatros pilotos que en dos días se juegan el campeonato del mundo de Fórmula 1. El español manda, el británico es el invitado menos molesto. Ambos actúan de malla protectora. Los compañeros de equipo de Red Bull ni se rozan: alemán y australiano sólo comparten gorra de escudería, les separa todo lo demás.

El líder del mundial deja el ábaco y la calculadora. Sabe de sobra lo que necesita para ser el rey de la temporada: 'No quiero gastar un gramo de energía en especulaciones. Dependo de mi resultado. Si quedo segundo o gano la carrera, soy campeón', recordó el asturiano. Ni siquiera se para a pensar en que es el piloto con más experiencia en este tipo de situaciones límite: 'Preferiría tener más velocidad', reconoce sabedor de la ligera superioridad mecánica de los Red Bull.

Frente a Alonso, un archipiélago de dos islas enfrentadas: por un lado, Vettel, y por otro, Webber. Este necesitaría ganar la carrera y que el de Ferrari baje a la tercera posición para arrebatarle la corona. La situación, por tanto, involucra a su compañero de equipo que podría verse en la tesitura de dejarse adelantar para beneficiar los intereses de la escudería: '¿Te dejarás pasar en la carrera del domingo?', le preguntaron. 'Quedan tres días para pensarlo', respondió el alemán con una sonrisa de oreja a oreja. Vettel es tercero en la clasificación del Mundial de Fórmula 1, a 15 puntos de Fernando Alonso y a 7 de su compañero, Webber. El español se desentiende del debate. Va a lo suyo.