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Mathieu, el futbolista que no acusa el tabaco

Es el héroe inesperado del Barca. Un hombre solitario, enamorado de 'Braveheart', alejado de los libros y desconocido en las portadas, que nunca ocultó su retrato de fumador. "Algo que no se notaba para nada en sus tests físicos", explica Jorge Candel, el doctor que le trataba en su época del Valencia

Mathieu celebra su gol al Celta. EFE/Lavandeira jr

ALFREDO VARONA

MADRID.- Es la cabeza de moda en el fútbol español. Un pozo sin fondo en el Barcelona de Luis Enrique. Un desconocido en las portadas de los periódicos. Un tipo especial, Jeremy Mathieu (Luxeuil les Bains, Francia, 1983) criado en el deporte, en el silencio y en un lluvioso pueblo de Francia fronterizo con Alemania. Allí, construyó un carácter distinto, alejado del líder mediterráneo y de los grandes discursos. Un hombre que rehuye la compañía de los libros ("no, no me gusta leer") y que entre las películas de su vida, figura Braveheart con más fuerza que ninguna. Un hombre, a su manera, Jeremy Mathieu, capaz de quemar muchas horas de soledad en el vestuario, donde no se deja envolver por los abrazos. Al menos, fue la imagen que dejó esas cinco temporadas que jugó en el Valencia (2009-14) en las que tardó cuatro años en dominar el castellano. "Una vez que lo hizo, en la recta final de la temporada pasada con Pizzi, de entrenador, cogió peso en el vestuario", explica César Izquierdo, periodista de Superdeporte, unido desde hace años a la información del Valencia. "Lo hizo hasta el punto de que no se imaginaba al equipo sin él. De hecho, nosotros le dedicamos muchas dobles páginas a Mathieu por lo que representaba en ese equipo".

El cambio fue tan importante que al doctor Jorge Candel, que estuvo en el club en los tres primeros años de Mathieu, le cuesta imaginar. "Yo discrepo de que Jeremy fuese un líder. Acepto que era un gran trabajador, un tipo fuerte, musculoso, rápido, pero un líder, un hombre capaz de envolver a todo el equipo no, ni muchísimo menos. En realidad, mis recuerdos de Mathieu van unidos casi siempre al silencio". Un tipo independiente, sin miedo a la fortaleza de la opinión pública. Su época en el Valencia siempre se recordará por las cientos de imágenes suyas que se colgaron en las redes sociales yendo a comprar tabaco, incluso bajándose del coche en las gasolineras. Imágenes de las que, sin embargo, él no se avergonzaba y de cuya geografía Jorge Candel, como médico, claro que tenía constancia. "Estaba claro que fumaba y que era mejor que no lo hiciese. Pero no hay nadie perfecto, todo el mundo cojea por algún lado. Y en el caso de Mathieu, si hablamos de su relación con el tabaco, la verdad es que no se notaba nada en los tests físicos. Ha sido de los jugadores más rápidos que he visto en mi vida. Tenía una genética única, con más de 1,90 de estatura, con esa resistencia suya, con esa capacidad para saltar. Un verdadero privilegiado".

Un castillo de ilusiones a los 31 años

Fueron cinco temporadas las que pasó en el Valencia en las que escondió su relación con el gol. En los cuatro primeros años sólo logró tres, una estadística que ha destrozado en las dos últimas semanas con el Barça, con dos goles claves. A los ojos del mundo, Mathieu ya ha justificado esos 20 millones que Luis Enrique ordenó pagar por él y que parecían una locura por un hombre, de 31 años, con los tendones de Aquiles heridos. Al menos, esa era la leyenda que arrastraba y que, sin embargo, el doctor Candel desmiente: "Es verdad que tuvo una tendinosis de la que le costó recuperarse medio año, pero ese es el tiempo lógico. A partir de ahí no hace falta que yo añada nada. No hay más que ver su capacidad para saltar en el Barcelona". Una capacidad en las áreas que ya ha provocado varias ovaciones del Camp Nou a un futbolista, cuya primera radiografía, cuando llegó al Valencia, era la del lateral izquierdo. "Pero fue Valverde el entrenador que le reconvirtió en central, y eso fue clave en su trayectoria", explica César Izquierdo, redactor de Superdeporte. "Desde entonces, Mathieu nunca más quiso volver a jugar de lateral. Pizzi, el último entrenador, lo entendió perfectamente".

Hoy, Mathieu es algo más que eso, es uno de los centrales del Barcelona. Un castillo de ilusiones a los 31 años. Una cosa sorprendente, víctima de la intuición de Luis Enrique, que peleó su fichaje como si le fuese la vida y que, si no fuese por los 20 millones que dejó en caja, molestó en Valencia. "El equipo había encontrado una referencia y él había encontrado lo que nunca tuvo en el vestuario: voz y voto". Pero el dinero canceló esa época que duró cinco años, en los que Jeremy Mathieu se hizo respetar con pocas palabras y sin crear incendios. Un tipo extraño pero honrado, constante en lo suyo y sin ánimo de presumir de lo que no era. El día que le preguntaron por su afición a la lectura o por su asignatura favorita en el colegio no supo contestar. "No valía", replicó, "no valgo para eso". Un hombre bueno, capaz de aceptar en público sus defectos y que, a una edad muy alta, está triunfando en el Barcelona. Allí, a diferencia de lo que pasaba en el Valencia, se ha olvidado su retrato de fumador. "Yo no sé si seguirá fumando o no", explica el doctor Candel. "Desde luego, sería mejor que no lo hiciese. Pero también puedo decir que, según los tests físicos, ese hábito no le afectaba para nada".

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