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Memorias de un ídolo
en Asia

Su vida es como entrar en el cine. Tailandia, Indonesia, la última vez en Jordania, José Pedrosa Galán llegó a ser 'jugador franquicia' en el fútbol asiático. En sus inicios, una lesión le apartó de jugar en Primera. Su experiencia le ha llevado a concluir que "en el fútbol es difícil encontrar gente de palabra".

José Pedrosa Galán firma autógrafos a sus fans en su etapa en Tailandia.

ALFREDO VARONA

MADRID.-  Hay gente que no hace más que tomar decisiones para encontrar su destino y
posiblemente no lo va a encontrar nunca. A los 29 años, José Pedrosa Galán, futbolista de profesión, acepta que puede ser uno de ellos, pero ya no le pesa ni el rencor ni la agonía. El último año ha jugado en el Al Shaba de Jordania y antes lo hizo en Tailandia, en Indonesia o en Austria.

Mañana no sabe donde lo hará, “quizá India, RumanÍa, Colombia…, no lo sé”, pero así es la vida de un futbolista, que también soñó con jugar en Primera división en España. Un sueño poseído por los motivos hasta los 23 años cuando la buena suerte rompió con él. “Estuve a punto de hacerlo en el Almería. Hugo Sánchez, que era el entrenador entonces, ya había dicho que contaba conmigo, pero me rompí la rodilla y la primera medida que tomó el presidente fue la de rescindirme el contrato. Me dijo que ‘así es la vida’ y que no se podía hacer nada, porque ‘estas cosas pasan en la vida’. Tenía 23 años y aquello me dejó marcado para siempre. No lo olvidaré nunca”.

"Reconozco que me fue imposible motivarme en la Cultural Leonesa. Quizá porque el cambio fue excesivo. De soñar con jugar en Primera a hacerlo en Tercera; de haber compartido vestuario en el filial del Atlético con De Gea, Mario Suárez, Manu del Moral…"

Su solución inicial estuvo en la Cultural Leonesa, el equipo de su tierra, que entonces jugaba en Tercera división, donde Galán perdió la química. “Pudo ser culpa mía y de nadie más, pero reconozco que me fue imposible motivarme. Quizá porque el cambio fue excesivo. De soñar con jugar en Primera a hacerlo en Tercera; de haber compartido vestuario en el filial del Atlético con De Gea, Mario Suárez, Manu del Moral…, a ver, de repente, como se me pasaba el tren… Quería, pero no podía. Necesitaba cambiar, necesitaba olvidar y, en vez de protestar, decidí marchar. El fútbol me concedió esa posibilidad y no lo dudé”.

Galán durante un partido de la liga tailandesa.

Galán durante un partido de la liga tailandesa.

Sin darse cuenta, su vida iba a cambiar y lo iba a hacer para siempre. Y como pasa en el ‘Poema de los emigrantes’, después encontró el camino. El resultado es su biografía de hoy, la del hombre que ha jugado en esas ligas de Asia de las que no sabemos ni sus equipos y en las que no nos atrevemos a intuir nada.“Pero puedo prometer que en ninguna Liga del mundo es fácil competir. Nadie te regala nada. Siempre hay alguien que desea vencerte”.

"He conseguido un colchón, me he podido comprar mi casa en Almería, y acabo de terminar la carrera de Psicología, porque nunca dejé los estudios"

Y lo dice él, que lo sabe como casi nadie, acostumbrado a viajar solo por el mundo, acompañado, a lo sumo, por una maleta pero sin una novia o sin una pareja con la que desahogarse o explicarle alguna vez ‘esto yo lo haría de otra manera’. “Hay días que claro que me hacen pensar o preguntarme qué va a ser de mí cuando veo a gente de mi generación con una vida estable y, sin embargo, yo…” Pero entonces prefiere no arrepentirse. “No, porque fue mi elección. Nadie me la impuso. He conseguido un colchón, me he podido comprar mi casa en Almería, y acabo de terminar la carrera de Psicología, porque nunca dejé los estudios".

Esa seguridad de Jordania

“La gente se creía que estaba en la guerra. Mis padres casi no se atrevían a venir a verme a Jordania. Pero yo nunca llegué a temer por mi vida"

El mundo, en definitiva, le ha preparado para una conversación inteligente, distinta. El último año en Jordania, en Amán, en la capital, le ha dejado una impronta distinta. “La gente se creía que estaba en la guerra. Mis padres casi no se atrevían a venir a verme. Pero yo nunca llegué a temer por mi vida. Al contrario: Jordania ha podido ser de los sitios más seguros de los que he estado en el mundo. En los 55 kilómetros que hice desde Amán hasta el Mar Muerto por carretera me pararon cinco controles policiales, increíble”. Pero como le pasó antes en Tailandia, en Indonesia o en Austria, José Pedrosa Galán sólo duró un año en Jordania, siempre un año, nunca más. Quizá porque ese es uno de los alegatos de su vida, de la canción de su vida en la que tampoco es oro todo lo que se cuenta. “En el fútbol no sobra tanta gente con palabra. Te dicen, te prometen y, sin embargo, luego…”

Una visita obligada en Jordania es Petra.

Una visita obligada en Jordania es Petra.

"Me hicieron jugador franquicia del Chainat FC (Tailandia), la gente me trataba como si fuese Messi por las calles, me regalaban fotos, llaveros, muñecos con mi estampa"

Marchó de Jordania y le dejaron dinero a deber como le había pasado en Indonesia. Jugó en Thailandia, “donde me hicieron jugador franquicia del Chainat FC, la gente me trataba como si fuese Messi por las calles, me regalaban fotos, llaveros, muñecos con mi estampa… Pero había otras cosas que no me gustaban. Si perdíamos, como castigo nos obligaban a correr 12 kilómetros y el presidente nos perseguía con el coche para ver si los hacíamos… En 15 meses no pude ir más de 15 días a la playa. Entrenábamos mañana y tarde. Nos concentrábamos tres días antes de todos los partidos. No pude ir a España ni de vacaciones en Navidad. Resultó asfixiante”.

“Indonesia es un país maravilloso, con 14.000 islas, en el que los estadios siempre estaban llenos, a mí me recordaban al Calderón, pero infinitamente más guerreros"

Indonesia fue la siguiente estación. “Un país maravilloso, con 14.000 islas, en el que los estadios siempre estaban llenos, a mí me recordaban al Calderón, pero infinitamente más guerreros… Allí vi tirar piedras a los árbitros… Pero, vamos, a mí me iba bien hasta que metieron al presidente en la cárcel y nos dejaron de pagar”.

Galán en una playa de Indonesia.

Galán en una playa de Indonesia.

El deseo de volver a Europa

Volvió a Europa, “al SKN St. Pölten de la Segunda división austriaca con el que llegamos a la final de Copa. Nos clasificamos, incluso, para la Europa League. Fue increíble. Pero en invierno empezábamos a entrenar a -4 o -5º bajo cero y yo quería otra vida para mí”. Así que volvió a marchar, la última vez a Jordania, porque Israel se convirtió en una misión imposible. “Tenía el billete de avión para el 19 de julio, pero el 12 entraron en guerra con Palestina. Tomé la decisión de no ir en el mismo taxi camino del aeropuerto”.

Más que un futbolista, en realidad, José Pedrosa Galán parece un Sean Connery. Un hombre de película, un aventurero de ayer en el mundo de hoy que acepta que “esto es duro”, que “no es fácil hacer amigos” y que “claro que desearía volver a jugar en Europa”. “Pero es difícil”. Y viajando por el mundo ha ganado un dinero “que en España ya no se paga”. Así que no se arrepiente de lo que pasó ni de lo que pasará. Vive como eligió e imagina que su cabeza inquieta también tendrá su parte de culpa. Pero, decididamente, no sólo existe gente así en las películas. También en la vida real hay futbolistas que nunca encontrarán su lugar, el secreto está en aceptarlo, en la incertidumbre de cual será el próximo destino como le pasa a él en estos días… “Colombia, India, Rumanía…, la verdad es que no lo sé…” Pero en el tránsito se dejó lo menos importante, el miedo a lo desconocido.

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