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Nadal deprime a Federer

El español gana con claridad en la semifinal al suizo, al que tiene comida la moral desde hace años. Djokovic y Murray pelean por enfrentarse el domingo al balear en la final del torneo de Melbourne

GONZALO CABEZA

Federer no puede disimular su frustración. No lo entiende, no lo ha hecho nunca. Se sabe el mejor de siempre, el hombre que ha dado al tenis una nueva dimensión, pero las contradicciones del deporte le convierten en pieza frágil cuando aparece al otro lado de la red un jugador con algo menos de brillo pero de infinito corazón. Nadal, finalista tras derrotarle de nuevo en Melbourne, es grande por méritos propios y único por su relación con el genio suizo.

El español gana por muchas cosas, pero en realidad se resumen en una: cuando ambos están juntos en una pista siempre se muestra superior. Con el paso de los años, la estadística se asienta y los datos no dejan dudas: se han visto diez veces en Grand Slam y en ocho se impuso Nadal. Federer ha buscado todas las explicaciones, pero nunca dio con la definitiva. A los 30 años le queda poco más que resignarse.

Nadal se centró en percutir el revés de Federer para llegar a la victoria

El partido comenzó con Federer muy fuerte y llevándose el primer set. Un espejismo. Nadal no se iba a dejar y, además, está en un buen momento tenístico. Vuela por la pista el español, que tiene un motor único en el circuito. Federer busca jugar profundo y caminar hacia la red, disminuir los espacios para que el físico tenga menos protagonismo que el talento. Pero no puede, porque Nadal rechaza todo y cada vez que se acerca se inventa un golpe nuevo para rebasarle. Su repertorio en ese sentido es interminable, y esos golpes, los que se ven pasar cerca pero no se puede hacer nada por detener, minan la moral de cualquiera.

Contra el suizo, Nadal no tiene miedo. Desde que era un adolescente ha estado plantándole cara sin perder nunca el aliento y le conoce lo suficiente como para saber la receta de la victoria. No disimula, una y otra vez busca el revés de Federer, ese golpe de estética incuestionable pero efectividad limitada. Ahí duele, y el balear lo sabe.

El número 2 se impone mostrando un tenis en perfecto estado de revista

Federer vence el primer set con miedo, en el tie-break, pero en el inicio del segundo la balanza ya empieza a demostrar que el fiel se decanta por Nadal. Después del parón por los fuegos artificiales cortesía de la fiesta nacional de Australia, la cosa se pone aún más negra para el suizo. Pierde 11 puntos seguidos y el segundo set cae en el lado del español, muy cómodo. En el tercero, con altibajos, también fue superior. La cosa terminó en el tie-break, pero sólo por un bajón accidental de Nadal en un juego con su servicio. Se repuso y ganó la muerte súbita. Todo estaba ya decidido, ganar al número 2 en cinco sets no está al alcance de Federer. A Nadal le sirvió con mantener su nivel en el cuarto para cerrar el partido.

El español espera rival. Será Murray o Djokovic. Si tuviese que elegir no habría dudas, el serbio representa para Nadal lo que el propio Rafa es para Federer. Un dolor de cabeza, un enigma insondable que desgasta, arrasa y deprime.

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