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Nadal desborda la historia

El español gana a Djokovic con comodidad y cierra el círculo del Grand Slam

GONZALO CABEZA

Nadal es superior al resto. Su nivel, como tantas veces le ha pasado a Federer, compite más con la historia que con sus coetáneos. Tiene 24 años, lleva sólo siete de profesional y ya es un mito.

Ha convertido en realidad un sueño que era impensable cuando daba sus primeros pasos en el tenis, ganar los cuatro torneos más grandes, los que distinguen a los jugadores normales de las estrellas.

Sólo seis hombres antes habían logrado la proeza. El último paso, el más difícil para sus características, ha sido el Abierto de Estados Unidos que ha conseguido tras vencer a Djokovic (6-4, 5-7, 6-4 y 6-2).

Cuando el serbio lanzó la última bola al pasillo de dobles Nadal se desplomó en el suelo y empezó a llorar. Son las lágrimas de un número uno, de una leyenda no sólo del tenis sino del deporte.

Se puede decir que no sólo lo ha vencido sino que lo ha hecho con una contundencia nunca antes percibida en Nadal. La final, siempre pendiente del cielo para ver si podía jugarse, fue una nueva lección de tenis del balear.

Todo fue bien, una derecha profunda, el revés aseado, un saque ganador

Todo fue bien, una derecha profunda, el revés aseado, un saque ganador. La única mácula fueron las bolas de ruptura que no supo aprovechar durante toda la noche, pero en realidad dio igual, en ningún momento hubo la sensación de que iba a perder el paso en la última recta a la gloria.

No hubo lluvia suficiente para que Djokovic se metiese en la lucha. El serbio intentó todo y consiguió dar réplica para trenzar un precioso partido pero, al final, Nadal siempre demostró tener una marcha más.

La pista Artur Ashe, la más grande del mundo, era el único sitio en el que Nadal aún no se había coronado. Nueva York, la gran ciudad forjadora de mitos, ya tiene uno más en su panteón de imprescindibles.

Es el noveno grande que se suma al oro olímpico y la Copa Davis para cerrar el círculo de un palmarés soberbio. La leyenda es imborrable y aún queda camino por recorrer.

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