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Ni chicha, ni liderato

El Madrid, sin fútbol y esta vez también sin gol, empata en Pamplona y no da caza al Barça (0-0)

ENRIQUE MARÍN

La monserga de que El Sadar, ahora Reyno de Navarra, es un campo hostil para el Madrid se había convertido en un factor que beneficiaba a los blancos, pues se tomaban el partido ante Osasuna con más intensidad, y perjudicaba a los rojillos, pues la grada empuja, pero no mete goles. Prueba de ello es que los blancos habían ganado en Pamplona en cuatro de sus últimas cinco visitas, y en la que cayeron no se jugaban nada y Osasuna, el descenso.

El Madrid, que incluso conquistó la Liga de hace dos temporadas en El Sadar, llegó a la capital navarra con la posibilidad de encaramarse a lo más alto de la clasificación. El resbalón del Barça ante el Vi-llarreal le daba la opción de darle caza y superarle por diferencia de goles. Pero anoche el Madrid no hizo méritos para ganar y, por extensión, situarle como líder. Le faltó fútbol, intensidad para compensarlo, y, lo que es noticia, eficacia. Así, toda la argumentación inicial se volvió en su contra, pues pareció intimidado y Osasuna aprovechó el calor de la grada para lograr un meritorio empate y disimular sus muchas carencias con el balón. Desesperante.

Camacho es un entrenador que maneja conceptos muy primarios. Cuanto más lejos esté la pelota de su portería, mayor seguridad defensiva. Y cuanto más cerca del marco rival, más opciones de crear peligro. La presión de Osasuna no sólo es una estrategia, sino un plan de vida. Sus armas son las que son y de ahí que hagan de la garra un argumento. El estímulo de enfrentarse al Madrid le sirve para ofrecer su mejor versión. Los problemas vienen cuando el rival es un igual. Las lagunas ofensivas de los navarros están en los laterales, donde Azpilicueta y Monreal tienen más proyección ofensiva que mentalidad defensiva. De ahí que el Madrid aprovechara los costados para intentar ser profundo y las subidas de Ramos y Arbeloa se sucedieran, aunque sin ninguna trascendencia en el resultado.

Osasuna retrató la incapacidad de los blancos para llevar la iniciativa

Pellegrini apeló al espíritu competitivo con el que su equipo terminó el año. Recuperado del Alcorconazo, un ridículo histórico que a punto estuvo de costarle el puesto pero que ahora le puede beneficiar en la Liga al no tener que jugar la Copa, el chileno ha dado con un equipo base. Quinto partido sin Kaká, ya curado pero fuera de la convocatoria. Lo que funciona no se toca, debe de pensar El Ingeniero, quien desde que dio con la tecla sólo ha hecho sitio a Cristiano. Mas, ni el portugués le bastó para ganar ayer.

Al contrario de lo que se pueda pensar además de exigir, al Madrid le cuesta llevar la iniciativa. Le van los partidos alborotados, con idas y venidas. De ahí que tampoco a Osasuna le interesara salir con el cuchillo entre los dientes, sino juntarse para no dar metros a los blancos y plantear la batalla a mitad de camino entre la portería a defender y la portería a conquistar. Con el campo tan estirado y al carecer de fútbol combinativo, el Madrid tenía que recurrir a los lanzamientos en largo para buscar la velocidad de Cristiano e Higuaín. Con Van der Vaart perdido, su fútbol era demasiado previsible, lo que facilitaba la tarea a la zaga rojilla. Sólo Alonso, con pases interiores, inquietaba a Puñal y Nekounam, los encargados de que Osasuna no se partiera. El Madrid, que poco a poco se fue dejando dominar, tiraba el fuera de juego con eficacia, lo cual redujo las opciones de que al menos Casillas no sufriera sobresaltos.

Los blancos se quedaron a cero y Cristiano sólo aportó filigranas

Y así el partido fue cayendo en una placidez y una monotonía impropia de la calidad del Madrid y la rasmia rojilla. Sólo Nekounam la rompió con un cabezazo que hizo despertar a Casillas y a la grada del viejo Reyno. Cristiano buscó el penalti con un piscinazo, lo único destacable y criticable que hizo en toda la primera mitad.

La reanudación trajo el mismo guión. Quizás con el Madrid ligeramente más animado a controlar el partido, pero sin la pegada habitual. De ahí que Pellegrini no tardara en mandar calentar a Benzema y Raúl. El primero en entrar fue el galo, aunque fue Higuaín quien tuvo la ocasión más clara para marcar. Ricardo evitó el gol tras un resbalón de Flaño que le dejó solo ante El Pipa. Entró (o eso pareció) Raúl por el argentino, pero nada cambió. Osasuna agotó el tiempo y el Madrid se quedó a cero y sin liderato.

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