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El novio de Minnie

Melzer, rival de Nadal en semifinales, ganó el Wimbledon junior

GONZALO CABEZA

Hay carreras deportivas en las que la casualidad tiene un protagonismo inusitado. Un jugador bueno, no genial, de repente rompe con la mediocridad y aparece entre los mejores. Es el caso de Melzer, un austriaco de golpes duros y carrera irrelevante que se ha plantado en las semifinales de Roland Garros tras vencer a Ferrer, que estaba realizando una temporada de tierra casi inmaculada, y a Djokovic, siempre favorito cuando los torneos huelen a gloria.

Lo ha hecho por la puerta grande, jugando a un gran nivel y remontado dos sets al número 3 del mundo que ya daba por sentado su paso a semifinales cuando ganó los dos primeros parciales. Melzer no se dejó, subió el nivel de juego y sólo titubeó en sus primeras bolas de partido. Al final, dejó los nervios de lado y se coló en la penúltima ronda. 'Cuando me vi abajo, dije: no lo tires lucha. Fue el partido de mi vida', declaró después.

El historial de Melzer, 29 años y número 27 del mundo, se puede resumir en ocho finales, cuatro de ellas en tierra, y sólo dos victorias: Bucarest (tierra) y Viena (dura). Sumando a esos éxitos la machada en Roland Garros, se podría asegurar que su hábitat es la arcilla, pero no siempre fue así. La primera vez que el nombre de Melzer sonó en los círculos tenísticos fue por ser campeón en el mayor templo del deporte de la raqueta: la hierba de Wimbledon. Era 1999 y jugaba entre los junior. En aquel torneo, sin embargo, la casualidad volvió a cruzarse en su camino. En las semifinales, tenía que enfrentarse con un argentino que apuntaba maneras y rompía la tradición suramericana de juego sobre tierra: Nalbandian. La lluvia complicó el día, los horarios se trastocaron y, cuando tocaba empezar el partido, el argentino no apareció. Veinte minutos después de la hora de comienzo, se personó en la pista, pero ni Melzer ni su entrenador estaban dispuestos a jugar. Nalbandian había sobrepasado el límite de 15 minutos y legalmente era el perdedor del encuentro. Melzer pasó y se hizo con el título. En aquel momento, su primer instante de gloria y uno de los pocos de su carrera, su padre, Rudolf, era alcalde de su localidad natal, Deutsch-Wagram.

Poco después, su primera final entre los profesionales también fue en hierba, en Newport, pero desde ahí su vida tomó el color anaranjado del polvo de ladrillo, aunque él defiende su capacidad en todas las superficies. Uno de los motivos es el intento de espantar las comparaciones con Muster, el mejor jugador de la historia austriaca, incapaz lejos de la tierra. Hoy, jugará la semifinal contra Nadal (16.00 h., TVE), en un partido en el que el español no debería tener problemas. Melzer se presentará en la pista con un colgante de Mickey Mouse -su novia y compatriota Mirnna Jukic, medallista olímpica en Pekín en natación, lleva uno de Minnie- para intentar prolongar su gloria.

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