El atletismo español sigue convertido en un erial, un deporte a la intemperie. Mientras 1.391 personas piden a través de Facebook la dimisión del presidente Odriozola, la actualidad sigue escupiendo casos de dopaje, como si las operaciones antidopaje Galgo y Grial no ejercieran ningún efecto disuasorio sobre los tramposos.

Este martes estalló un nuevo dopaje (desvelado por El País) de Josephine Onyia. La vallista fue cazada en un control de la Federación Internacional (IAAF) y se expone ahora a una sanción de por vida, porque se trata de su segundo caso de dopaje .

Onyia ya pagó dos años de castigo por su anterior positivo. Regresó este año a la competición pero era la sombra de sí misma. De los 12.50 que la situaron en 2008 en primera fila de la élite mundial, este año se había hundido en 12.95 en junio. Su dopaje llegó un mes después, con una sustancia que estimula de forma artificial el sistema nervioso.

Odriozola vive el final de sus 23 años sepultadopor los escándalos

Desde la Federación de Odriozola se escudan en la protección de datos y en la Ley Antidopaje para justificar un cúmulo de falsedades que ya no se sostiene. En 2009 ya se dijo que Onyia estaba 'enferma' para esconder su primer positivo, cuando la IAAF la vetó para competir en los Europeos de Turín.

Este año, la falsedad se ha exacerbado. La Federación continúa haciendo ejercicios de creatividad para ocultar la realidad. 'Lesión de última hora', argumentaron cuando se desveló el dopaje de la velocista Estela García. 'Baja forma', fue la razón esgrimida a los medios para comunicar que Onyia era retirada de la selección para los Mundiales.

El entrenador de Onyia, Rafael Blanquer, salpicado también por el escándalo de la velocista Luz Murillo, se mostró sorprendido por la noticia: 'Se ha entrenado con nosotros y no habíamos visto indicios. Si se toma algo, un atleta suele hacer buenas marcas', declaró.