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Entre Parker y la defensa

G. CABEZA

Francia nunca ha jugado una final de un Europeo. Su mejor plaza fue un subcampeonato en la prehistoria del baloncesto, 1949, pero el formato de la competición era una liguilla, tan raro fue aquello que el campeón terminó siendo Egipto.

Desde entonces lo ha intentado muchas veces, ha tenido jugadores notables, en cinco ocasiones se quedaron con el bronce, pero nunca satisficieron todas las expectativas. La estructura siempre fue la misma, un equipo muy físico que al llegar a la pista nunca llegaba a funcionar como conjunto.

Las cosas han cambiado. Francia hoy sí es un equipo. Todos tienen clara su función y, aunque siguen siendo un equipo basado en una enorme capacidad atlética, ahora tienen piezas de enorme prestigio técnico. Por encima de todos se encuentra Tony Parker, una bala que, desde el puesto de base, hace jugar al resto. Suyos serán la mayoría de los tiros, y de él más que de nadie dependerá el futuro en ataque del equipo galo. Es una estrella en la NBA, una liga en la que juegan cuatro seleccionados por Francia.

El brillo será cosa suya y el trabajo sucio quedará para el segundo nombre del escalafón, Noah. Scariolo le definió ayer como 'el rey de los intangibles' porque su tarea no se ve tanto como la de los grandes anotadores pero ayuda a cimentar un equipo. Noah casi no tira, pero rebotea, tapona y no deja en paz a ninguno de los jugadores interiores del rival. Es la clave en una defensa muy fiera que hoy se enfrenta a su prueba más complicada: parar a España.

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