El inicio fue esperanzador con esa rápida llegada de Víctor Sánchez al área. Entonces quebró a Puyol y asustó a Valdés. Pero luego el Barça reivindicó el balón. El Coliséum se resignó. Y Míchel era el primero que delataba ese estado de ánimo. En la primera parte no sacó las manos de los bolsillos y permaneció de pie, como una estatua. 'Llegamos a perder la pelota sin contrario', protestó. 'Seguramente, se le pueda ganar al Barça, pero en la primera parte no hemos tenido el balón'.

'Aquí siempre ha sido difícil ganar', aceptó Guardiola que, tal vez, fue el único individuo en todo el Coliséum que temió por el resultado, porque 'siempre pueden pasar cosas como la expulsión de Pique'. A los 77 minutos, cuando Xavi fue sustituido, la grada dedicó una educada ovación a un futbolista, al que se pronosticaba menos tiempo en el césped. 'Siempre que vaya bien, limitaremos fatiga extra para él', explicó Guardiola, 'pero con la expulsión de Piqué que no podrá jugar en Villarreal lo vi de otra manera'.

Xavi, en realidad, simbolizó lo que no fue el Getafe. 'No se trata del porcentaje de tiempo que hayamos tenido el balón, sino de la calidad de ese porcentaje', insistió Míchel, que en la segunda parte se enfrentó al cuarto árbitro y no se reprimió al gesticular en la jugada que originó el tercer gol del Barça. Cata Diaz, a pie de área, se dedicó a hacer juegos de azar. Apareció Messi para dejarle a los pies de los caballos. 'En Zaragoza fue Keita el que lo recuperó y esta vez ha sido Messi, lo que demuestra que en este equipo todos hacen de todo', insistió.

La noche demostró la creciente complicidad entre Messi y Villa. 'Me alegro que se encuentren, pero no sólo ellos, sino todo el equipo', añadió el técnico, que no abandonó su idea perfeccionista. 'Siempre se puede hacer mejor'. Fue el momento en el que Míchel envalentonó su discurso. Los últimos veinte minutos, en los que el Getafe complicó a Valdés, provocaron que alzase la voz. 'Hemos reaccionado cuando peor estaba la situación'.