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La plata de Marta, primera y centenaria

La victoria fue para la rusa Yuliya Zarudneva, que se tomó el desquite de su derrota ante la española en la final de los Mundiales de Berlín

NOELIA ROMÁN

El deporte, muchas veces dramáticamente injusto, tiene también su justicia, sea más o menos poética. Sería muy poco poético que la afición española tuviera que esperar cuatro días para celebrar la primera medalla en estos Europeos, los primeros también que puede presenciar en casa. Demasiado tiempo sin nada que llevarse a la boca. Mucha más poesía tiene, sin embargo, que, después de tanta espera y cierta desazón, la primera presea española, la que hacía la número cien en la historia patria de los campeonatos continentales, se la colgara la infalible Marta Domínguez (34 años).

Aunque ella lo considere anecdótico 'con el tiempo quizá lo vea con orgullo, pero ahora eso me da igual', nadie se lo merecía más que la palentina, un tesoro por sus resultados y por su infatigable dedicación a una causa a la que cada vez le cuesta más ganar adeptos.

Tras el oro Mundial, la castellana suma la 14ª medalla de su historial

'Me he sentido única', confesó la reina del atletismo español tras recibir el cerrado aplauso del público; y el entusiasta abrazo de Barni, la mascota de los campeonatos; y el unánime reconocimiento del mundillo que sabe que, ciertamente, Marta Domínguez es única. Aunque, en esta ocasión, en el asalto a la 14ª medalla de su impresionante historial, la campeona del mundo de los 3.000 obstáculos tuviera que conformarse con el subcampeonato europeo y ceder ante la buscada revancha de Yuliya Zarudneva, su frustrada perseguidora en el Mundial de Berlín.

Las fuerzas de Marta también tienen un límite y lo alcanzaron ayer, cuando, siguiendo la misma táctica que empleó en Berlín, esperó al último obstáculo para atacar a la rusa y se quedó a un suspiro de atraparla en los cuadros. Las dos habían marchado más de media carrera solas, con Zarudneva en cabeza, incapaz de descolgar a Marta, menos cómoda al atacar los obstáculos y en el paso de la ría. 'Ha sido justa vencedora: ha trabajado toda la carrera, yo me he aprovechado todo lo que he podido de ella y, si hubiera tenido más fuerzas en los últimos 50 metros, habría ganado; no las tenía', admitió la española.

Lo hizo con una sonrisa de oreja a oreja, tremendamente satisfecha de lo bien que se había sentido y comportado en la pista, de haberse liberado de una responsabilidad que llegó a pesarle como una losa. 'Estaba cagada de miedo porque no me había sentido bien, soy la campeona del mundo, estaba en casa, y todo el mundo esperaba lo máximo de mí', confesó la subcampeona. 'Pero son 14 medallas ya; un sueño, bueno, ni en mis mejores sueños me habría imaginado algo así'. 'Ha sido un año muy difícil, el más duro de mi vida, pero me propuse estar aquí por mí, por mi Federación, por lo que supone el atletismo, por toda esa gente que me apoya incondicionalmente', dijo Domínguez, siempre generosa y agradecida con su gente.

'Estoy feliz. Me he sentido única con todo el público animándome'

Ella devuelve todas las atenciones con creces. A veces, hasta la extenuación. 'Ahora lo único que quiero es irme de vacaciones y descansar tomando una coca-cola en una terraza. No quiero recoger más premios ni viajar más. Ha sido durísimo', concluyó. Y se fue más que feliz

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