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Pocius ajusticia al Barça

El lituano termina con las esperanzas de los azulgranas en dos últimos minutos mágicos y coloca al Real Madrid líder

GONZALO CABEZA

Ruge el Palacio, pero lo hace con miedo. Quedan dos minutos para el final y todo está empatado. Los bramidos no suenan igual cuando el equipo local ha tirado un partido que ya tenía ganado. 120 segundos y vuelve a empezar, un duelo entero en un suspiro. Por si eso fuese poco, el Madrid se enfrenta al Barcelona, un equipo que le obsesiona y ha marcado sobre él un dominio brutal en los últimos años. No está Navarro, que en ocasiones como estas pesa, pero sigue siendo el Barcelona. El que gane será líder.

En esas aparece un lituano, Pocius, que tiene una fuerza de voluntad ilimitada. Sale y entra de la jugada y cuando tira lo hace equilibrado. Saca puntos y faltas, se echa el equipo a la espalda. Él, que es nuevo, no ha tenido tiempo para coger ningún complejo de inferioridad. En esos dos minutos gana Pocius y, consecuentemente, gana el Madrid. La grada se viene arriba, valió la pena el sufrimiento. Casi mejor, pensarán algunos aficionados del Madrid, que saben que las derrotas duelen más si antes uno se ha visto con el partido en las yemas de los dedos.

Los de Pablo Laso desperdiciaron su ventaja y temieron por la victoria

Pocius puso el último verso, la clave del partido, pero antes de su irrupción habían pasado muchas cosas. Por ejemplo, un segundo cuarto en el que el Madrid le endosó 30 puntos a la que es quizá la mejor defensa de Europa y, seguro, de la Liga Endesa. El protagonista de ese bombardeo fue Carroll. Qué espectáculo de jugador. Decir que sueña a todas horas con el aro es quedarse corto. La capacidad para desenfundar la muñeca en el tiempo que los otros tardan en parpadear es sublime. Laso no le da más minutos de los necesarios, pero los ratos que está sobre el parqué es una escopeta de repetición. En la pintura, las cosas las equilibraba Tomic, un jugador de recursos infinitos y sangre de horchata. Ayer, atinado, fue labrando punto a punto desde la zona, mostrando que a veces sólo se necesita talento.

En la canasta contraria mandaba Mickeal. Le está costando recobrarse de todas las lesiones del pasado, no es el jugador que fue y, a pesar de todo, sigue siendo un jugadorazo. El americano mantuvo al Barcelona tanto en defensa como en ataque, adquiriendo unos galones que nadie parecía dispuesto a coger. El problema es que esa jerarquía le corresponde a Navarro y suplir a un genio es una cuestión imposible. Nadie puede tirar de un equipo como ese escolta mágico, un anotador excelso al que ayer el Barça echó en falta. No extraña que cuando los aficionados azulgrana piensen en el partido de ayer se reserven para finalizar un comentario para recordar al ausente, con él todo podría haber sido distinto. Pero no estaba, razón de más para que ganase el Madrid, un equipo que este año ha demostrado mucho con su valiente propuesta, y se quitase fantasmas de encima.

No sólo se notó la ausencia de Navarro. Lorbek es el segundo mejor de los de Xavi Pascual y ayer estuvo, pero no estuvo. Tiene problemas físicos y juega porque el partido lo requiere, pero lo normal sería que lo hubiese visto desde la banda. Su duelo con Mirotic, uno de los más esperados, estuvo descafeinado por ese lastre físico.

78. Real Madrid (18+30+14+16): Sergio Rodríguez (4), Suárez (11), Pocius (10), Mirotic (6) y Tomic (16) -quinteto inicial- Reyes (6), Llull (7), Singler (0), Carroll (16) y Begic (2)

74. Regal Barcelona (16+20+22+16): Huertas (13), Eidson (7), Mickeal (14), Lorbek (4) y Ndong (12) -quinteto inicial- Rabaseda (2), Sada (0), Vázquez (6), Ingles (7) y Wallace (9).

Árbitros: Hierrezuelo, Jiménez y Cortes.

Incidencias: Decimocuarta jornada de la Liga ACB. Partido disputado en el Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid. Lleno.

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