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River - Boca Ambiente festivo y sin incidentes en la previa de la final de la Copa Libertadores

Un despliegue policial sin precedentes para un partido de fútbol ha asegurado la entrada al estadio, pero ha causado una entrada más lenta de lo habitual.

Aficionados de Boca Juniors animan en la grada del estadio Santiago Bernabeu donde esta noche se disputará el partido de vuelta de la final de la Copa Libertadores entre el River Plate y el Boca Juniors. EFE/JuanJo Martín

Tras los incidentes que provocaron la doble cancelación del partido de vuelta de la final de la Copa Libertadores de Buenos Aires, llegó la calma. La final interminable que comenzó el 11 de noviembre llegó a su término el 9 de noviembre; a un mes, un océano y un continente de distancia.

Separadas en dos 'fanzones' distintas, las hinchadas del Boca Junior y del River Plate tenían para sí el madrileño Paseo de la Castellana. Aunque no se permitía la venta de bebidas alcohólicas en las inmediaciones del estadio varias horas antes del partido, hasta los minutos previos del partido los espectadores tomaban alcohol en cantidad.

El ambiente era festivo y alcohólico, previo a una final histórica. Pese a la separación preventiva de los aficionados, algún hincha del equipo rival se paseaba; solo, acompañado o en pareja de amigos de clubes rivales. Lejos de verse como una provocación, el fan rival era bien recibido e incluso le deseaban suerte. Todo vigilado de cerca por policías antidisturbios, que incluso sacaron del garaje tanquetas blindadas rara vez vistas en las calles.

Seguidores del River Plate en el campo del Santiago Bernabéu donde a partir de las 20,30 hora española se enfrentarán al Boca Juniors en partido de vuelta de la final de la Copa Libertadores.EFE/ Rodrigo Jimenez

Seguidores del River Plate en el campo del Santiago Bernabéu donde a partir de las 20,30 hora española se enfrentarán al Boca Juniors en partido de vuelta de la final de la Copa Libertadores.EFE/ Rodrigo Jimenez

Los asistentes eran una mezcla de argentinos venidos ex profeso al partido desde su país, españoles y otros extranjeros que se hicieron con su entrada tras el cambio de sede y argentinos residentes en Europa. Desde Barcelona vino Fabián, disfrazado de fantasma de la B, recuerdo del descenso del Boca Juniors, convencido de la victoria de su Boca esta noche.

Mientras para los aficionados del Boca el cambio de sede y de continente era más comprensible y motivo de vergüenza nacional, los del River tendían a acusar a las autoridades argentinas y sudamericanas de dejarles sin la vuelta en su estadio. Recordaban como altos cargos del fútbol mundial, sudamericano y argentino son del Boca. "Hasta el presidente Mauricio Macri fue presidente del Boca Juniors más de una década", señalaban.

La calma ha sido predominante en todo momento, con excepciones en los accesos al estadio en los minutos previos. La gran masa de aficionados se frustraba al no poder avanzar salvo en pequeñas oleadas controladas por policías a caballo. Cuando los agentes daban luz verde, la hinchada corría, sin que producirse ninguna caída ni incidente reseñable más allá de algún grito y cántico de impaciencia.

Además de la venta ambulante de alcohol, en teoría prohibida pero tolerada por la policía, también había varios hombres revendiendo entradas. Uno de ellos se quejaba amargamente de que con esta final no lograba vender apenas ni hacer dinero.

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