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El rodillo que no cesa

El Barcelona conquista su tercera Supercopa con la diferencia más holgada en la historia del torneo. Navarro, MVP de la competición por segundo año consecutivo, iguala a Splitter

MIGUEL ALBA

El discurso presenta ya el aval de cuatro títulos, después de repetir ciclo de éxito en la Supercopa, para no sonar pretencioso. 'Buscamos la perfección'. Lo dijo N'Dong tras humillar al Madrid. Lo corroboran todos. Y el estímulo del Barça tiene el peligro de aniquilar la Liga a una semana de su estreno. Porque el equipo de Xavi Pascual vive conjurado por la imagen del pasado título de la ACB del Baskonia. El accidente que ha convertido en egoísta la ambición del Barça. Lo quiere todo para cerrar el círculo. Para ser perfecto.

El camino encontró los primeros pasos. Con el triunfo más holgado (20 puntos) en las siete finales de la Supercopa, la tercera blaugrana. La competición que ha armado al Barça tanto como ha desarmado al resto. Menos al Valencia que al Real Madrid, sin duda. Los taronjas nunca bajaron los brazos aunque el partido siempre incitó al desánimo (24-7, min. 6). Lo quiso Navarro, abusador en el castigo (12 puntos en cinco minutos), ante la impotencia de Rafa Martínez. Le apoyó Mickeal, exquisito en la defensa de cualquier par -Richardson, Claver- con el que Hussein le emparentó en el perímetro y feroz ante el aro. Se afanó Morris, que sumó haciendo restar al prójimo, articulando de nuevo al Barça, cuando se desfondó de intensidad entre los apuntes de las rotaciones. El momento de confusión que aprovechó el Valencia, exigiéndose desde la pintura, sacando partido de las segundas opciones, para articular un intento de emoción (26-21, min. 10)

El Barça salió de la prueba reforzado. Morris bajó la barrera de stop en la zona, se apoderó de los rebotes defensivos que pocos minutos antes alimentaban a Lishchuck o Sundov, y el equipo volvió a la conjunción. Todo fluía de nuevo sin mostrar apenas esfuerzo en la transición hacia el dominio (33-21, min. 14). El partido no había muerto, pero ya agonizaba motivado por el juego de reflexiones entre el presente y la realidad de los dos finalistas. El Barça ya no engaña. Su presente es su realidad. El razonamiento es igual de válido visto del revés. Es un rodillo que sólo puede sumar plenitud física a su actitud de sobresaliente. El presente del Valencia, por contra, necesita tiempo para llegar a su verdadera realidad. Al dibujo perfecto que Hussein pretende con Javtokas y Augustine, ausentes de los dos partidos de Vitoria por lesión.

Con las ventajas por encima de los diez puntos, fue cuando Xavi Pascual empezó a llenar los minutos de gestos. Siguió con los guiños a Ricky, quien, en apenas cuatro partidos con la camiseta del Barça, ha vuelto a la vida. Menos protagonista que ante el Madrid, Ricky ya no es el chaval triste de la selección. Corre, tiene atrevimiento de nuevo e incluso ha quitado el tapón del aro. Vuelve a sentirse importante y productivo como base y escolta -alternó las dos posiciones mientras coincidió con Lakovic en pista-. Tiene claro su rol en el Barça. La misma sensación de plenitud tiene el resto. Ante el Madrid, anotaron todos. Esta vez, 'sólo' diez. Lakovic y Lorbek se quedaron sin puntos. La estadística que siempre domina Navarro (22 puntos), MVP de la competición por segunda ocasión, el mismo número que Splitter, uno de los pocos récords que le quedaba por conseguir.

Con un triple, Navarro mató un partido (57-37, min. 26) al que el perímetro del Valencia llegó tarde. Cuando apareció, el Barça cerraba su primera noche de perfección.

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