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Rosell, la última cabeza en la guillotina presidencial del Barça

De confirmarse su dimisión, será el tercer mandatario azulgrana de los cuatro elegidos en democracia que se retira antes de tiempo

EFE / PÚBLICO

A la espera de que Sandro Rosell presente esta tarde la dimisión en el FC Barcelona, la presidencia del club catalán vuelve a vivir un momento convulso, algo que ha sido una tónica desde que el máximo cargo del club catalán se escoge por sufragio universal en democracia. Un sillón caliente que no entiende de títulos, buenos momentos de juego y crisis deportivas. El caso del fichaje de Neymar puede terminar con los días de Rosell en el palco culé, pero no es el primero que abandona la presidencia antes de tiempo, ni será el último.

Desde la proclamación de Josep Lluís Núñez como presidente del Barça en 1978, sólo Joan Laporta ha logrado finalizar sus mandatos sin presentar la dimisión, aunque a pesar de salir del club en 2010, una moción de censura estuvo a punto de echarlo de la entidad dos años antes. Joan Gaspart, el segundo presidente que tuvo el Barça en democracia, también tuvo que abandonar la entidad obligado a dimitir, posiblemente en el momento más convulso que ha vivido el club en los últimos treinta años. Dos años y medios antes, a pesar de haber ganado siempre los comicios en los que se presentó, Núñez también abandonó el club al presentar la dimisión.

Un mandato corto de Enric Reyna en 2003, después de la dimisión de Gaspart, acabó como el rosario de la aurora en una asamblea extraordinaria en la que pretendió enderezar los números maltrechos del club y la asamblea le tumbó todos los apartados y le obligó a dejar la presidencia a una gestora para que convocase elecciones.

El caso de Sandro Rosell es completamente diferente a las tensiones que vivieron sus tres antecesores, ya que en el club azulgrana se respira una relativa paz tanto deportiva como institucional que ya hubiesen querido disfrutar Núñez, Gaspart y Laporta; en el ámbito deportivo, los equipos profesionales están en la élite; en el económico, el club vive desahogado; y en lo social, a pesar de cierta tensión, la entidad no está agitada como en anteriores temporadas.

Aunque una querella interpuesta por el socio Jordi Cases, quien hace meses fracasó en una moción de censura que presentó contra Rosell, y que tuvo un día de vida, ha sido la espoleta que lo ha precipitado todo. La más que probable imputación del presidente azulgrana por un delito de apropiación indebida en su modalidad de distracción en el caso del fichaje de Neymar ha provocado que tome tal decisión.

De producirse el adiós de Rosell, si no lo impiden sus directivos, será la segunda vez que el empresario abandona la entidad, después de que dimitiese cuando era vicepresidente deportivo en la primera etapa con Joan Laporta, un hecho que pone en duda la capacidad de liderazgo y aguante que ha tenido en cargos de máxima responsabilidad en el Barça.

Aquel 2005, después de finalizar la Liga y que el Barça conquistase un título liguero tras un largo tránsito por el desierto sin ningún éxito, llevó a Rosell a poner fin a dos años en el club y a denunciar a Laporta por no saber gestionar la entidad. Una vez fuera del Barça, Rosell se convirtió en un implacable opositor en la sombra hasta llegar, incluso, a dar apoyo a la moción de censura contra Laporta.

De confirmarse el adiós de Rosell esta noche, será el tercer presidente de los cuatros elegidos en las urnas desde 1978 que deja en cargo tras presentar la dimisión, además del caso de Reyna.

Primero fue Núñez quien en 2000 presentó la dimisión tras un clamor popular en su contra y con un equipo de fútbol entrenado por Louis van Gaal muy criticado, aunque verdaderamente sus problemas estaban más fuera del club, por cuestiones judiciales; Núñez y su hijo fueron condenados a seis años de cárcel por sobornar a funcionarios.

En 2003, tras dos años y medio dando tumbos un proyecto que nunca acabó de asentarse, Joan Gaspart se vio abocado a presentar la dimisión por una gran presión popular, aunque el detonante fue una reunión en la que un representante de la Generalitat, el secretario general de deportes, Josep Maldonado, fue finalmente quien lo empujó fuera del Barça para que se convocasen elecciones.

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