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El sevilla despierta a tiempo en Málaga

El Sevilla arranca un empate en su visita a Málaga después de ir perdiendo por 2-0, gracias a una gran reacción en el tramo final del choque

ÁNGEL GARCÍA

Salva paladeaba otra actuación enorme, otro gran día. Saboreaba un ejercicio impecable, sublime, con los atributos del que ha resucitado con escasas creencias. Sicario del gol, sus dianas en la primera mitad se habían acumulado entre la necesidad y la importancia; cuanto más necesarias, más se mostraron. Dos veces quiso hacerlo ayer con acierto, las suficientes para agriar a un Sevilla que estaba siendo superior pero que se jactó, pese a la jerarquía de sus atacantes, de un poderío ofensivo huraño, con un tino escaso.

Radicalizados los de Jiménez en una propuesta sin asas, evitaron suposiciones y probabilidades ajenas a todo lo que no fuera disponer del balón. Atacaban sin pausa pero, lo peor, defendían sin fundamento. La fiesta del derbi, en su génesis, demandaba más a un Málaga rácano y agazapado atrás, con miedo, en definitiva. Tapia buscaba que los suyos adormecieran el partido como único parapeto posible. Purgaban, apuradamente, espacios ante un rival que aleteaba con fuerza por los costados. Azuzados en la zaga, ensalzaron los locales, a la contra, las estadísticas que les han colocado, de momento, en Europa. Ahí apareció Salva, incondicional con el gol como suele, para gestar un archivo ofensivo alternativo a la mezquindad que estaban ofreciendo. Abonado a terreno fértil, encontró, por dos veces, la definición de forma innata, con su sexto sentido, propio de los caudillos.

El Sevilla, golpeado sin contemplación, atravesó por momentos claustrofóbicos. No era el del inicio, le costaba encontrarse. Les quedaba a los de Tapia, incluso, tiempo para el regocijo. Sus contras hedonistas habían ahondado en el desequilibrio defensivo de los sevillistas que asistieron al descrédito de un discurso que se articuló en su propio disparate.

No podía el Sevilla prometer, tras el descanso, más de lo mismo. Las conjeturas solamente ganaban validez si puntuaban. Por eso modificó diametralmente sus hábitos. Su fútbol obsoleto con el que cerró el primer ciclo permutó la realidad que le ha hecho grande. Perotti y Capel, los cambios introducidos por Jiménez, tuvieron mucho que ver. En base a recuerdos, volvieron a exhibir el fútbol que les acredita en la vanguardia; presión, tesón, velocidad y dinamismo. Pusieron el alma del que escaseaban sus compañeros para hurgar en los errores de los locales.

Entonces, el Málaga, agredido atrás, echó el candado y comenzó a tambalearse. Su vértigo a ganar hizo el resto. Fue tan frágil que los de Jiménez necesitaron muy poco para camuflar su mal día. Con el gol de Kanouté, los visitantes habían sabido interpretar el desgaste local.

La expulsión de Calleja amplificó el desastre que barruntaba la grada. Pero Tapia respondió. Se defendió atacando, como en las mejores batallas, con la entrada de Adrián y Luque, pero el Sevilla, con las tablas del recién llegado a la élite, supo dar fuste a los minutos finales para relamerse con un punto que, en otras condiciones, hubiera sabido a muy poco.

2.- Málaga CF: Goitia; Gámez, Weligton, Hélder, Calleja; Eliseu, Miguel Angel (Martí, m.56), Nacho, Apoño; Baha (Luque, m.85) y Salva (Adrián, m.77).

2.- Sevilla CF: Palop; Mosquera, Squillaci, Escudé (Adriano, m.46), Fernando Navarro; Navas (Perotti, m.64), Duscher (Capel, m.46), Romaric, Renato; Luis Fabiano y Kanouté.

Goles: 1-0, M.18: Salva. 2-0, M.31: Salva. 2-1, M.73: Kanouté. 2-2, M.84: Luis Fabiano.

Árbitro: Teixeira Vitienes (Comité Cántabro). Mostró tarjeta amarilla a los jugadores del Málaga Nacho (m.8), Miguel Angel (m.34) y a Weligton (m.90), y al jugador del Sevilla Navarro (m.90). Expulsó con roja directa al malaguista Calleja, m.85 por una entrada a Capel.

Incidencias: Partido correspondiente a la vigésima séptima jornada de Liga de Primera División disputado en el estadio de La Rosaleda de Málaga ante unos 30.000 espectadores.

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