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Simoncelli, la víctima 46 que se cobra el Mundial

Aumenta la seguridad, pero la velocidad sigue siendo un riesgo

GONZALO CABEZA

Marco Simoncelli dejó su vida en el circuito montado sobre una moto como antes lo hiciesen otros 45 pilotos. Sólo ha pasado un año y un mes desde que el japonés Tomizawa, de Moto2, muriese en Misano atropellado por De Angelis y Redding. Los motociclistas son conscientes de los peligros que supone correr, más aún cuando la desgracia máxima golpea dos veces en tan poco tiempo.

La seguridad en los circuitos ha aumentado con el paso de los años. El Mundial de Motociclismo echó a andar en 1949 y esa misma temporada Ben Drinkwater perdió la vida en la Isla de Man al colisionar con un banco tratando de sortear a un compañero caído. Fue el primero de una lista negra engrosada fundamentalmente en los inicios históricos de la competición, cuando los circuitos eran urbanos y la seguridad brillaba por su ausencia. En los últimos 20 años los responsables del Mundial cambiaron las condiciones, desaparecieron los circuitos urbanos y se extremaron las precauciones con la idea de que perder la vida sobre la moto fuese cada año más difícil.

En buena medida lo consiguieron, antes de la muerte de Tomizawa pasaron siete años, desde 2003, sin ninguna muerte. Aquella vez el fallecido fue Kato, un carismático piloto japonés que se estrelló contra un muro en el circuito de Suzuka. Su casco se rompió en dos y estuvo 13 días tetrapléjico luchando por una vida que no pudo salvar.

En los 62 años de motociclismo se cuentan ya 46 víctimas mortales de las que sólo una, Ramón Torras, es española. Su fallecimiento, en 1965, deja a las claras las pésimas condiciones de la época para ser motociclista. Murió en Comarruga, en una carretera bacheada bajo la lluvia. Los tiempos han cambiado, aunque peligro sigue habiendo.

 

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