Martes 7 de diciembre de 2010, minuto 80 del Barça-Rubin Kazán de Liga de Campeones. Víctor Vázquez recibe un pase de Adriano a pocos metros del área rival, mediante un sutil toque con la derecha eleva el balón y cuando cae le pega con intención y bate al portero. Instintivamente, busca a su amigo Messi, se echa en sus brazos y eleva al cielo del Camp Nou el dedo índice de la mano izquierda. Al fin, una celebración.

Las lesiones y la falta de regularidad han impedido al extremo barcelonés seguir el mismo camino hacia el éxito que algunos de sus compañeros de la dorada hornada de 1987. La de Messi, Piqué o Cesc. A los 23 años, Víctor aún confía en alcanzar su sueño: 'Te desanimas un poco al principio, cuando ves que estás tan cerca del primer equipo y por una lesión te alejas y el tiempo va pasando. Pero después te recuperas, porque nada está perdido. Soy muy joven y todavía puedo dar el salto'.

Para lograrlo, sin embargo, cree que necesitaría más continuidad en el Barça B. 'No estoy teniendo los minutos que me gustaría con el filial. Luis Enrique hace muchas rotaciones, la plantilla es muy larga y yo trabajo cada día para ser titular en todos los partidos'.

Guardiola que dirigió a Víctor en el ascenso del filial a Segunda B, no pudo esconder cierta satisfacción tras el partido ante el Rubin: 'Estamos muy contentos por cómo han jugado todos, pero especialmente por Víctor. A los 12 años, con Cesc y con Messi, era uno de los mejores, pero las lesiones y las cosas del fútbol han hecho que no haya podido estar donde otros están. Esperemos que ayude al filial lo máximo que pueda y el año que viene decidiremos qué hacer'.

Víctor no sólo despertó los elogios de su técnico, también el resto de compañeros de la cantera alabaron sus cualidades. 'Es un gran jugador, sobre todo por la tranquilidad y la visión que tiene. Es un jugador de Primera División', aseguró Thiago.