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El tren pasa de largo

Incapaz de recuperar su mejor versión y de pasar del empate a cero ante el Villarreal, el Barcelona se despierta hoy a siete puntos del Madrid

NOELIA ROMÁN

Anestesiado por el confuso efecto de su clasificación para las semifinales de la Copa, el Barcelona se despertó demasiado tarde ante el Villarreal y hoy se levanta a siete puntos del Madrid, el mismo rival al que dejó fuera del torneo del KO. Mientras los de Mourinho confirmaban su revitalización tras su buena actuación en el Camp Nou con una victoria sobre el Zaragoza, los azulgrana no pudieron pasar del empate en el Madrigal, circunstancia que les complica sobremanera su lucha por la Liga y que confirma las extremas dificultades de los de Pep Guardiola fuera de casa.

Más que una cuestión de dejación, fue de falta de foco. Intenso pero impreciso en el inicio, el Barça acaparó el balón, generó juego y también un par de buenas ocasiones, sin mayor suerte. Nada más comenzar el encuentro, Diego López intervino bien ante Alves, insistente en su función de extremo. Como en el caso de Adriano, Guardiola, justo de efectivos en ataque, aprovechó la polivalencia de sus zagueros y la rentabilizó en ataque. Entre ellos, Messi se manejó con menos soltura de lo que acostumbra. Aún así, la Pulga tuvo en sus botas una ocasión oro, que elevó por encima de Diego López y se fue rozando el palo.

No pudo el Barça traducir su superioridad y el encuentro mudó de paisaje. Se convirtió en un correcalles de intensidad agotadora. Los azulgrana se encogieron en la misma medida que los de Molina se expandieron. A través de las líneas trazadas por Cani y Borja, el Villarreal fue conquistando terreno hasta cercar la portería de Valdés. El meta volvió a sacar una mano salvadora a chut de Senna, minutos después de que Mascherano salvara casi sobre la línea de gol un remate de Gonzalo. Guardiola, que había salido con una defensa de tres, acabó por retrasar al Jefecito a la zaga.

Y después buscó en Alexis, fulgurantemente recuperado de su hombro, la eficacia ofensiva que no encontraban ni Messi ni Cesc. El Barça se desdibujaba colectivamente, mientras el Villarreal seguía a lo suyo. Presionando y amenazando. En una de esas, justo tras la pausa, la hinchada reclamó un posible penalti de Busquets sobre Valero. El sustituido fue Piqué. Guardiola no tenía elección. Sólo le servía el triunfo para mantener a su equipo en liza por la Liga.

La presencia del chileno agitó a los azulgrana, pero tampoco les dio el desequilibrio que luego encontraron en Tello y Thiago, la apuesta final. De Tello fue el centro que Cesc estrelló en el palo de Diego López, cuando el Villarreal ya sólo se defendía. Con sus cabalgadas por la banda izquierda, el joven extremo revolucionó el ataque del Barça y volvió loca a la defensa amarilla, que tuvo que emplearse a fondo para poder echarle el lazo. Y a donde no llegó la zaga del Villarreal, lo hizo su portero, providencial ante una jugada de Messi que llevaba veneno y topó con sus pies, antes de que Cesc enviara el rechace a las nubes. Se despertó demasiado tarde el Barça y, cuando quiso darse cuenta, el tren había pasado de largo. ¿Y el de la Liga? Quizá también.

Villarreal: Diego López; Ángel, Gonzalo, Musacchio, Joan Oriol; B. Valero, Senna (Marchena, m. 89), Bruno, Cani (Castellani, m. 73); Joselu y M. Ruben (Camuñas, m. 83).

Barcelona: Valdés; , Puyol, Piqué (Alexis, m. 59), Abidal; Xavi (Thiago, m. 75), Busquets, Mascherano, Cesc; Alves, Messi y Adriano (Tello, m. 75).

Árbitro: Teixeira. Amarilla a Musacchio, M. Ruben, Joan Oriol, Joselu, Gonzalo, Thiago y Alves.

El Madrigal: 21.000 espectadores.  

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