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Ulloa rescata un punto

Como se intuía, resultó un choque valiente, atrevido, veloz, roto

ÁNGEL GARCÍA

Como se intuía, resultó un choque valiente, atrevido, veloz, roto. En definitiva, sin prejuicios. Tratándose de Lillo era norma, y así tuvo toda la espontaneidad que suelen formular los audaces. Saberse enfrente, además, de Lasarte justificaba algo más.

Más allá del balón, ayer con un protagonismo extremo, el partido quedará alimentado por las estadísticas, participadas en las áreas de forma superlativa, con toda la esencia de lo ajeno al control, de la desmesura de los francotiradores, lastrados por dos metas, fundamentalmente Bravo, bendecido por sus reflejos. Hasta en tres intervenciones meritorias, dignas de anales que resuman la campaña, sus compañeros le rindieron reverencia. De no estar el chileno, una ristra de goles hubieran certificado un resultado escandaloso al descanso. Valeri, M'Bami o Piatti pueden dar fe de ello.

Antes, la fotografía de Lasarte se sostenía temerosa. Enmudecía el uruguayo pese al gol de Tamudo. Se olfateaba el empate hasta que Piatti, en posición dudosa, lo firmó. Después, Sutil, el año pasado en Segunda B, marcó el segundo en un error de M'Bami.

Hasta el descanso, la Real se encogió ante los mordiscos locales, pero en el 43 Ansótegui, en una falta, mostró que Diego Alves también existía. En la reanudación, Lillo subió la apuesta, tiró de Ulloa y este logró empatar sobre la hora, pese a las contras realistas.

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