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Con ustedes, Jon Rahmbo

El golfista español se ha convertido en la gran sensación internacional. Considerado mejor amateur del mundo, su debut como profesional ha cumplido las expectativas.

El golfista español Jon Rahm. /CORDON PRESS

Cuando de txiki (pequeño en euskera) se enfundaba la camiseta del Athletic e iba a jugar al fútbol por las calles de Barrika o cogía la pala para ir al frontón, nadie podía imaginar que apenas un par de décadas después aquel niño sería una auténtica referencia mundial en… ¡el golf! Se trata de Jon Rahm, un joven vizcaíno de 21 años cuya historia humana y profesional ha llamado la atención de medio mundo. Lleva cuatro en Estados Unidos, formado en la Universidad de Arizona State, y aunque habla un perfecto inglés con acento ‘yanqui’, en cuanto cambia de registro, le sale su vena vasca.

Jon tropezó con el golf de casualidad. A pesar de esas otras aficiones deportivas a las que hacíamos referencia, sus padres comenzaron a aficionarse a esa disciplina siempre considerada un tanto elitista. Como él mismo ha reconocido en multitud de ocasiones, el hecho de que sus progenitores se iniciaran en el golf provocó que le picara el gusanillo. Era lógico en un niño tan proactivo. Enseguida, Jon Rahm comenzó a ‘pegar bolas’ en el campo alavés de Larrabea. Como todo lo que ha hecho este muchacho en la vida, al golf también le insufló ese espíritu competitivo insaciable que le caracteriza y esa intensidad que pronto le llevaron a conquistar el Campeonato de España Cadete. Ahí se dio cuenta, tanto él como su familia, que valía para esto.

Tras ese primer punto de inflexión, al zurrón del vizcaíno cayeron otros títulos de categoría Juvenil, Zonales y una Copa Baleares. Era el momento para que aquel txiki de Barrika abandonara su tierra y a su familia camino del Centro de Alto Rendimiento de la Residencia Blume (Madrid). Ya no había marcha atrás, Jon y su familia eran conscientes de que el golf iba a marcar sus vidas. En ese momento, con apenas 16 años, también rondaba en su entorno el hecho de emigrar a Estados Unidos y jugar con alguna universidad, germen de multitud de estrellas del deporte al otro lado del Atlántico. Por entonces, ningún ojeador había llamado a la puerta de los Rahm para ofrecerles una beca. Pero eso no iba a tardar en suceder.

USA cambia su vida

Un año después, Arizona State ya había lanzado sus redes sobre este diamante en bruto. Jon no podía rechazar semejante oportunidad y, sin cumplir la mayoría de edad, se fue al país de las oportunidades para intentar hacer realidad su sueño: “ser jugador profesional, ganar 19 grandes y ser el mejor de la historia”. Toda una declaración de intenciones. La primera parte ya la ha cumplido; las otras dos aún tendrán que esperar.

Pero volvamos atrás, a su llegada a USA. Ese carácter que le ha hecho alcanzar parte de sus objetivos también le ha jugado malas pasadas. Ese “no me gusta perder a nada” le llevo a tener algunas reacciones propias de un adolescente pero impropias de alguien que quiere ser profesional, y por tanto habían de ser corregirlas. Y así lo hizo su maestro, Tim Mickelson, hermano del mítico Phil y entrenador en Arizona. Un mal gesto de Jon al poco de llegar fue cortado de raíz por su mentor, que le tuvo subiendo y bajando las escaleras del espectacular estadio de fútbol americano de la propia universidad a 35 grados. Tim y Joseba del Carmen, otra de las piezas claves en la carrera de Jon, supieron ir puliendo esa joya que tenían entre manos.

Aquel hombretón, ya de 1,92 metros, empezaba a hacerse un hueco incluso en los medios de comunicación estadounidenses. Allí el golf es un deporte muy afamado y mediáticamente bien tratado. Y claro, no digamos nada cuando en 2015 se convierte en el mejor jugador amateur del mundo tras una temporada plagada de triunfos (siete victorias en torneos universitarios) y actuaciones memorables. El fenómeno comenzaba a crecer, y el sueño a hacerse realidad. Ese galardón, condecorado con la medalla Mark H. McCormack, significaba que Jon Rahm participaría en las próximas ediciones del US Open y del Open Británico. La siguiente temporada (ésta que acaba de concluir), el vasco compartiría campo con los que hace nada eran sus ídolos. Se producía el gran salto.

Jon Rahm recibiendo el título al mejor jugador amateur del mundo en 2015. /CORDON PRESS

Jon Rahm recibiendo el título al mejor jugador amateur del mundo en 2015. /CORDON PRESS

¿Próximo español en ganar un ‘major’?

Habiéndose empapado de la escuela de Severiano Ballesteros y aplicando los sabios consejos que le inculca José María Olazábal, ya nadie descarta que Jon se convierta en el próximo golfista español que otorgue a nuestro país un ‘major’, uno de los cuatro grandes torneos en el mundo del golf. Y es que ya llevamos mucho tiempo sin lograrlo, desde el Masters de Augusta de Olazábal en 1999. Pero todo debe seguir su curso. El paso a profesionales no ha podido resultar más satisfactorio, quedando incluso por delante del mismísimo Jordan Spieth en el US Open. Eso sí, queda mucho camino por recorrer, no hagamos castillos en el aire.

Y es que Jon Rahm tiene el mejor ejemplo en su compatriota Sergio García. El castellonense también aterrizó en el profesionalismo con una gran vitola, y aunque siempre se encuentra entre los mejores del ránking mundial, todavía no ha sido capaz de plasmar su calidad con una victoria en uno de los cuatro grandes. Y de ahí se debe extraer una gran lección. Cuatro precisamente han sido los torneos profesionales que ha disputado el de Barrika. Suficientes para asegurarse la tarjeta del PGA Tour de la próxima temporada. Tenía dos vías: ganar un torneo o sumar el mismo dinero en premios que el 125º de la FedEx, el torneo que cierra la temporada. Y lo ha logrado a través de la segunda, con unas ganancias de 868.008 dólares.

Nuestra nueva estrella en ciernes ya atisba de lejos la próxima temporada. Conociéndole, seguro que no ha parado de seguir entrenando y mejorando. Pero a buen seguro que entre tanto trabajo seguro que ha sacado o sacará tiempo para unos buenos potes por Barrika con los amigos y, si es posible, acudir a San Mamés a ver un partido de su equipo del alma, el Athletic de Bilbao. Y es que, como los jugadores del club de Ibaigane, Jon Rahm es todo un león capaz de devorar a quien se interponga en su camino.

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