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"Vuelvo a sentir lo que es la fidelidad"

Armstrong y su golpe de Estado durante el pasado Tour son ya un mal recuerdo y nadie discute ahora su liderazgo

MIGUEL ALBA

Ya no hay murmullos por los rincones, ni un amago continuo de connivencia. Una interminable mesa delata la convivencia que preside ahora el Astana. Todos protegen a su líder en cada desayuno y cena durante la concentración en Calpe. Allí, Alberto Contador (Pinto, 1982) ejerce de jefe de todo. No presume de ello. Sólo le tranquiliza.

Concentraciones, compromisos con los patrocinadores, recogida de premios, entrenamientos... ¿De verdad tiene tiempo para ser usted mismo?

Poco, pero algo me queda.

¿Con quién se siente libre?

Con los amigos. La mayoría no tiene nada que ver con el ciclismo y eso lo agradezco bastante. Además, me gusta escaparme al campo a cazar y a darme caminatas con mi perro. Es una forma de purificarme.

¿Cuánto tiempo puede estar sin una bici cerca?

Uf, muchísimo. El año pasado no la cogí 80 días. Sin embargo, sé que hay ciclistas que tienen que salir a diario.

¿Necesidad o vicio?

Sin duda, lo primero. Hay gente que siente que si un día no se entrena, empieza a preocuparse porque no va a coger el peso ideal o no va a llegar con el punto necesario para una carrera. Está claro que para ser ciclista, te tiene que gustar sufrir, pero, para mí, el descanso es necesario. Por eso, siempre saco un día de la semana para alejarme de ella. Necesito echarla de menos para luego cogerla con más ganas. No se puede ser ciclista los 365 días del año. Es más, creo que siéndolo se hace más complicado ganar el Tour.

¿La fama es buena?

Bueno, más que fama, yo creo que tengo reconocimiento popular.

Un matiz en el que incide.

Es que son cosas diferentes. La fama te puede llegar. A veces, sin hacer nada. El reconocimiento popular te lo tienes que ganar.

¿Y tiene una cara oculta?

Más que cara oculta, como todo que se sale de la normalidad, tiene sus cosas buenas y malas. Muchas veces, ver lo que provoco en la gente me hace ver lo afortunado que soy, que todo está yendo como cuando lo pensaba de pequeño. Entre lo malo, sin duda, que tienes que renunciar a hacer una vida normal.

Decía hace un año que le costaba sacar el carácter. ¿Se puede ganar un Tour, como en 2009, sin carácter?

No es una situación incompatible. En mi vida diaria, me sigue costando sacarlo, pero en la bici, afortunadamente, me transformo y me surge el carácter para competir.

Convivir un Tour con el enemigo, ¿le ha hecho más reservado?

No, no. Sigo siendo igual que antes.

¿Y desconfiado?

Tampoco.

'No tengo nada que perdonar a Armstrong, él iba a lo mismo que yo, a ganar en París'

¿Entonces, no le generará dudas el Astana de este año?

Ninguna. Entre todos los compañeros, siempre tienes más afinidad con unos que con otros. Y lo bueno es que este año hay bastante gente en la que confío plenamente. Vuelvo a sentir de nuevo lo que es la fidelidad.

¿Y en el resto no confía?

No es eso. A los nuevos los estoy todavía conociendo, pero todos saben que este equipo necesita estar unido.

¿En torno a usted?

Alrededor del objetivo, que es ganar el Tour.

¿Es antinatural un equipo con dos líderes?

No, se pueden tener dos líderes perfectamente. Lo que pasa es que el carácter tan fuerte de Armstrong, y la situación que se vivió con el staff, pues lo dificultó todo mucho.

¿La fuga de corredores con Armstrong ha debilitado al Astana?

Bueno, hemos perdido en experiencia de los corredores, en madurez para afrontar las complicadas situaciones que sabemos que van a aparecer.

Hemos ganado, sin embargo, en tranquilidad, en motivación ante un reto (el Tour) que sabemos que será más difícil que el pasado año y en ilusión.

Le vino algún compañero, a finales de la pasada temporada, para decirle: 'Alberto, me gustaría quedarme contigo, pero Armstrong me ofrece más dinero'.

No, ninguno. Y no me vino nadie porque, cuando surgió todo el tema del Radioshack, yo no tenía definido ningún proyecto. Todos necesitamos cobrar a final de mes. Esto es un trabajo. Entonces, no podía garantizar el futuro de los compañeros que se quedaran conmigo. Además, cuantos más se hubieran quedado conmigo, más difícil hubiera sido negociar mi futuro. Me comprometí con tres corredores, que era de los que yo me podía hacer cargo. Ten en cuenta que no todos los equipos se pueden hacer cargo de tres fichas más mi contrato, que es alto, y la gente (preparadores) que llevo a mi alrededor. Entiendo la decisión que tomaron. No les puedo echar nada en cara.

¿Para ganar el Tour, hay que ganar primero a Armstrong?

No necesariamente. Incluso podría ser un error centrarse sólo en Armstrong. Hay otros corredores igual que él o incluso más capacitados para llegar de amarillo a París.

¿Engrandece ganar a Armstrong?

Lo que engrandece de verdad es ganar el Tour, que es el tercer acontecimiento más importante en el deporte a nivel mundial. Lo que sucede es que con la presencia de Armstrong la repercusión es mucho mayor. Todo con él se amplifica.

¿Perdonará algún día a Armstrong?

No tengo nada que perdonarle. Él iba a lo mismo que yo, a ganar.

¿Es bueno para el ciclismo que se pueda ganar el Tour con 38 años?

No creo que deba caerse en si es bueno o malo. Lo que hay que valorar es si con esa edad puede ganarlo.

'A pie, me cuesta sacar el carácter; en la bici, afortunadamente, me transformo'

¿Usted qué cree?

Bueno, que es factible. Al final, el ciclismo es un deporte de fondo, como el maratón, en el que se puede competir con una edad alta. Otra cosa es luego la recuperación del cuerpo.

¿Hubiera ganado al Armstrong joven, el de los primeros Tour?

No lo sé, pero me hubiera encantado correr contra él para saber cuál habría sido mi sitio. Afortunadamente, no he nacido tarde para enfrentarme a él, el ciclista contra el que soñaba correr de pequeño.

Dice Andy Schleck que van a llevar la pelea en el Tour donde no se lo espera. ¿Cuál es ese dónde?

Sinceramente, creo que cada kilómetro. Sé que me espera un Tour complicado, quizá el más difícil de todos. Por eso no puedo despistarme. El Tour se gana con un poco de suerte, pero no dejándolo al azar.

¿Su duelo con Armstrong es una oportunidad para que el ciclismo vuelva a reivindicarse como deporte?

Sin duda. La repercusión que ha tenido nuestra presencia en el mismo equipo ha vuelto a poner al ciclismo en la palestra. Muchas veces de lo que menos se ha hablado ha sido de deporte. Se ha escrito sobre rivalidad y polémica, y algo menos sobre lo que sucede en la carretera. Aun así, eso es mucho mejor que hablar sólo de ciclismo por el dopaje.

¿Le molesta hablar de dopaje?

No me molesta, pero tampoco me resulta agradable hablar de él.

¿Por qué?

Porque es duro que tu deporte siempre esté bajo sospecha, cuando, a día de hoy, es imposible ser más riguroso en la lucha contra el dopaje que en el ciclismo. Sin embargo, hay otros deportes a los que se les trata de manera diferente.

¿Es Valverde el chivo expiatorio de la operación Puerto?

No sé exactamente qué será finalmente Alejandro, pero es una historia que se está dilatando demasiado en el tiempo. Sea culpable o inocente, su caso se tendría que haber cerrado ya.

Si nos atenemos a las acusaciones de Manzano en Público, en las que asegura que 'vio doparse a Valverde', parece culpable.

No las conozco y no voy a comentarlas.

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