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Colapso de un modelo obsoleto

General Motors ha demostrado ser un gigante con pies de barro.

 

A. M. VÉLEZ

Lo dijo Michael Moore, el orondo y combativo director de Bowling for Columbine, en noviembre pasado, cuando los máximos responsables de los tres gigantes de Detroit (General Motors, Chrysler y Ford) fueron al Congreso de Estados Unidos a pedir dinero estatal para sobrevivir: 'El problema son los coches que fabrican. Nunca han escuchado a los consumidores'. La crítica de Moore, que debutó en el cine con una crónica (Roger & me) de las traumáticas consecuencias del cierre, en los 80, de una planta de General Motors (GM) en Flint, su ciudad natal, resume uno de los principales problemas del gigante estadounidense, cuya quiebra se veía venir desde el año pasado.

La centenaria empresa, cuyo liderazgo planetario parecía hasta hace un par de años indiscutible, ha demostrado ser un gigante con pies de barro. Los expertos consideran que uno de sus mayores errores estratégicos ha sido su obstinación en apostar desde hace años por coches mucho menos eficientes que los de sus rivales japoneses y europeos, cuando la lógica (y el incesante aumento del precio de los combustibles) invitaban a hacer lo contrario, por lo menos, desde la pasada década. A ello se suma una gigantesca estructura de costes (sobre todo, laborales) y una red comercialineficiente.

El año pasado, la compañía cedió el cetro mundial del sector por número de coches matriculados a la japonesa Toyota, que, aunque tampoco pasa por su mejor momento (en 2008 entró en pérdidas por primera vez en su historia), ha demostrado estar mejor preparada para capear la mayor recesión en 70 años.

No obstante, los problemas de GM ya estaban ahí antes de que estallara la actual crisis: en 2005, la empresa sufrió uno de sus golpes más duros cuando su ex filial Delphi, en aquel momento el mayor fabricante de componentes del mundo, suspendió pagos. GM tuvo que hacerse cargo de las costosas pensiones y los seguros médicos de los jubilados de esa empresa, de la que fue propietaria hasta 1999. Ahí arrancó la pesadilla que ayer acabó porconsumarse.

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