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La voluntad de los 'jodidos mercados'

Obama trata de tranquilizar a los inversores con la reelección de Ben Bernanke

ERNESTO EKAIZER

El 5 de noviembre de 2008, al inaugurar la nueva sede de la London School of Economics, en la capital británica, el director de investigación del departamento de gestión de dicha universidad, el español Luis Garicano, explicó los orígenes de la crisis financiera y la amplitud global de la misma. La reina Isabel presidía el acto académico. En cierto momento, se dirigió a Garicano: 'Lo que está ocurriendo es horrible. Pero, ¿por qué si se trata de un fenómeno tan grande nadie se dio cuenta de ello?', preguntó. Garicano respondió: 'En cada momento, alguien dependía de otro y todos pensaban que estaban haciendo las cosas bien'. Una versión, pues, del refranero español: el uno por el otro, la casa sin barrer.

La semana pasada, casi siete meses más tarde, un distinguido grupo de economistas británicos respondió por carta a la pregunta de la reina. 'En resumen, Su Majestad, si bien el fracaso en advertir el momento, la amplitud y la severidad de la crisis y prevenirla tiene muchas causas, ha sido un fallo colectivo en la imaginación de mucha gente brillante, tanto en este país como en todo el mundo, a la hora de entender los riesgos que amenazaban al sistema', dice el texto que remitieron a Buckingham Palace.

En sus primeros cuatro años en la Fed, el paro ha crecido 4,6 puntos

Nada más trascender esa misiva, faltó tiempo para que otro grupo de economistas se dirigiera a palacio a fin de explicar a la reina, a su vez, que la explicación de sus predecesores contenía lagunas importantes. Todo muy del estilo de la película La Vida de Brian. Precisamente, en esos mismos días, el presidente Obama interrumpía sus vacaciones para anunciar su decisión de proponer a Ben Bernanke para un segundo mandato como presidente de la Reserva Federal.

Es posible que la reina Isabel estuviera preocupada en aquellos días negros de noviembre por las pérdidas de sus importantes inversiones de cartera en Bolsa. Pero hay también otra historia: fue ella quien el 26 de septiembre de 2002 había conferido a Alan Greenspan, presidente de la Reserva Federal, el título de caballero honorario del Reino Unido en una ceremonia por todo lo alto en el palacio de Buckingham.

La conducta de Obama recuerda a la de Bill Clinton en su primer año

Y durante ese 2002, precisamente, Alan Greenspan, y un profesor de economía de las universidades de Stanford y Nueva York, especializado en la Gran Depresión de los años treinta, y ya miembro del consejo de la Reserva Federal, estaban sustituyendo una burbuja por otra. La pinchada burbuja tecnológica por la burbuja de la vivienda. El profesor se llamaba Ben Bernanke.

Simpatizante del Partido Republicano, Bernanke apoyó sin fisuras la política de Greenspan desde dentro de la Reserva Federal, incluso contra aquellos que como Edward Gramlich, miembro del consejo de gobernadores, experto en hipotecas subprime, propusieron controlar y limitar el mercado de las hipotecas de alto riesgo. Durante sus tres años en el consejo, Bernanke fue un respaldo activo de Greenspan. En 2005, Bush nombró a Bernanke presidente del Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca. La sucesión de Greenspan, prevista para enero de 2006, estaba en marcha. El 1 de febrero de 2006, Bernanke asumía la presidencia de la Reserva Federal. Un año y medio después, en el verano de 2007, la política puesta en práctica por el dúo Greenspan-Bernanke saltaba por los aires. La gran crisis económica y financiera comenzaba su marcha más prolongada desde la II Guerra Mundial.

Bernanke ayudó a generar la crisis y, cuando ésta afloró, no la vio venir

Bernanke contribuyó a echar la levadura de la crisis y cuando ésta comenzó a aflorar, tampoco la vio venir. En su testimonio bianual ante el Congreso de Estados Unidos, el 19 de julio de 2007, por ejemplo, Bernanke reconocía que las condiciones en el sector de las hipotecas subprime se habían 'deteriorado significativamente' y calculaba unas pérdidas de entre 50.000 y 100.000 millones de dólares. Pero señalaba: 'En conjunto, parece que la economía norteamericana va a expandirse a un ritmo moderado durante la segunda mitad de 2007, fortaleciéndose algo el crecimiento en 2008 () La economía global continúa fuerte, apoyada por un crecimiento económico sólido en el exterior, las exportaciones norteamericanas se expandirán más en los próximos trimestres'. La previsión no resistió siquiera un mes. El 7 de agosto de 2007, estallaba la crisis.

En una conferencia pronunciada la semana pasada en Barcelona, el subgobernador del Banco de Inglaterra, Charles Bean, destacaba la diferencia entre las estimaciones de Bernanke y la realidad. 'Desde entonces, el FMI ha elevado progresivamente su estimación de las pérdidas en los activos originados en Estados Unidos hasta 2,7 billones de dólares, mientras que la estimación actual para las pérdidas en Estados Unidos, Europa y Japón se sitúan en 4,1 billones', dijo.

No es que, como diría la reina Isabel, Bernanke no vio venir la crisis, sino que contribuyó a ella secundando a Greenspan en la Reserva Federal y, cuando la crisis comenzó a aflorar, su previsión se quedó tan corta como para invalidar definitivamente toda su percepción de la realidad. ¡Es una diferencia de 27 veces, desde los 100.000 millones de dólares cifra más alta de la banda prevista por Bernanke a 2,7 billones!

El actual presidente de la Fed apoyó sin fisuras la política de Greenspan

A diferencia de Europa, dentro del mandato de la Reserva Federal está, además del control de la inflación, el mantenimiento de los niveles de empleo. Durante el primer mandato de Bernanke, se han perdido cuatro millones de puestos de trabajo, con una subida de 4,6 puntos en la tasa de desempleo, hasta el 9,4% actual. Mientras, el índice Standard & Poors de la Bolsa de Nueva York registra una caída del 20% desde su punto más alto antes de la crisis y el valor de las viviendas se ha visto recortado en un 30%. A la caída de un 3,5% del producto bruto per cápita se suma la caída de 109 bancos, casi la cifra de los trece años previos. Y, sin embargo, Obama le propone para un segundo mandato. 'El objetivo es definitivamente tranquilizar y dar garantías a los mercados financieros. Los mercados quieren a Bernanke', señala Simon Johnson, ex economista jefe del FMI.

Bernanke es, pues, el hombre que aman los mercados. La conducta de Obama recuerda a la de Bill Clinton. Tras ganar las elecciones en noviembre de 1992, Clinton estaba reunido con su equipo cuando sus asesores le explican que es necesario un plan muy serio para reducir el déficit fiscal y aplacar el mercado de bonos. El periodista Bob Woodward cuenta en su libro La Agenda cuál fue la reacción del joven presidente electo. 'El rostro de Clinton se puso de color rojo, con angustia y descreimiento. ¿Me quieres decir que el éxito del programa y mi reelección depende de la Reserva Federal y una banda de jodidos traficantes de bonos? dijo, casi en un susurro'. La historia se repite.

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