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Un liberal encumbrado por las decisiones públicas

Los negocios de Díaz Ferrán crecieron a golpe de privatizaciones y adjudicaciones

BELÉN CARREÑO

Lo dijo Gonzalo Pascual Arias, el alma gemela empresarial del presidente de la patronal española, Gerardo Díaz Ferrán, al intentar resumir hace unos años el secreto del éxito del grupo Marsans: 'Mucho trabajo y algo de suerte'. Lo que no dijo es que aunque el trabajo persevere, la suerte, a veces, se acaba.

Si al igual que en la suerte creen en el destino, el tándem Pascual-Díaz Ferrán se habrá planteado muchas veces qué astros se alinearon aquel diciembre de 1942 en el que nacieron con apenas nueve días de diferencia. Aunque madrileños, sus orígenes eran muy distintos. El padre de Díaz Ferrán tenía una pequeña empresa de autobuses donde él trabajó de cobrador ocasional, mientras Pascual pertenecía a una adinerada familia peletera.

Las concesiones de transporte fueron la base de sus primeras empresas

Pese a esas diferencias, cuando se conocieron, a principios de los sesenta en la Escuela de Ingenieros Industriales, la conexión fue total. En apenas cuatro años pergeñaron los primeros proyectos empresariales y en 1967 se lanzaron a fundar la primera compañía: Trapsa. Para crearla, los padres de ambos estudiantes, que ya nunca lograron acabar la carrera, pusieron el capital inicial.

Gerardo Díaz Álvarez prestó 25 millones de pesetas (150.000 euros) a la nueva empresa y el padre de Pascual aportó 82 autocares, según él mismo contó hace años al diario Expansión. Gracias a ello, Gonzalo y Gerardo junior se hicieron, teniendo apenas 25 años, con una empresa de 500 trabajadores.

A partir de ese momento, una de sus principales líneas de negocio fue acudir, puntualmente, a cada una de las licitaciones de transporte público que iniciaban su privatización en la época, hasta hacerse con una tupida red de líneas de autobús, la mayoría con origen en Madrid. Los sindicalistas del transporte de aquella época recuerdan a Ferrán como un hombre 'duro' que jugaba al doble discurso para lograr la desunión de los trabajadores.

En 1985 la SEPI le adjudicó Marsans y en 2001, Aerolíneas Argentinas

Pascual era hijo de una prima de Carlos Arias Navarro, entonces alcalde de Madrid y posteriormente presidente del Gobierno con Franco. Ese parentesco disparó los rumores de concesiones a dedo a sus empresas de autobuses. Los socios siempre negaron esa acusación y siguieron aumentado su cartera de líneas con la compra de otras empresas. De hecho, aún hoy dos líneas de autobús privadas que operan en el casco urbano de Madrid (competencia de la Empresa Municipal de Transportes o EMT), pertenecen a la familia Díaz Ferrán.

Precisamente, la privatización de la EMT ha sido durante décadas el caballo de batalla de Díaz Ferrán. 'Con su privatización podrían dedicarse miles de millones de pesetas a otros bienes sociales', aseguraba a principios de esta década. No consiguió este objetivo, pero sí logró otras codiciadas concesiones madrileñas, como los autobuses turísticos (objeto de una larga disputa judicial), la construcción y gestión del intercambiador de la Avenida de América, o la gestión del Palacio de los Deportes.

Esta especialización como gestor de equipamientos públicos le ha permitido adjudicarse concursos en Santiago de Compostela donde Trapsa tiene la concesión de los autobuses urbanos, varias líneas interurbanas, dos áreas deportivas y el recinto ferial, Boadilla del Monte (Madrid), Salamanca o Jerez de la Frontera.

Díaz Ferrán y Pascual vieron pasar otras grandes oportunidades, como la privatización de Enatcar, que se les escapó pese al apoyo de las cajas de ahorros, pero otras grandes adjudicaciones públicas no tardaron en llegar. En 1985, la Sociedad Española de Participaciones Industriales (SEPI) les vendió Viajes Marsans y en 2001 les otorgó Aerolíneas Argentinas. Lo que hoy son la cara y la cruz de su negocio.

Aunque el conglomerado se ha diversificado en hoteles, aseguradoras, contratas de limpieza, gimnasios o clínicas, el grueso del negocio se ha sustentado sobre esas dos grandes patas. Marsans es la que proporciona los beneficios y el negocio aéreo, ahora centrado en Air Comet, el corazón de los socios.

Encumbrados como empresarios de éxito, a principios de esta década Pascual es nombrado vicepresidente de CEOE, mientras Díaz Ferrán accede a la presidencia de Ifema, la entidad ferial, y de la patronal madrileña. Finalmente, es éste último, apoyado activamente por la presidenta de la comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre (su gran referente político), el que consigue ser designado en 2007 sucesor de José María Cuevas al frente de la patronal CEOE. En su primera intervención en el cargo, Díaz Ferrán pidió la privatización total de los servicios públicos y proclamó: 'La mejor empresa pública es la que no existe'. Paradójica insignia liberal para un empresario que ha hecho de las enajenaciones públicas la base de su pequeño imperio.

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