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¿Alguien está a favor de la especulación financiera?

La asociación internacional Attac explica a los lectores de Público.es la importancia de  la Tasa Tobin para luchar contra la 'impunidad financiera' que ha generado la actual crisis internacional.

CARLOS MARTÍNEZ / DANIEL VILA

La violenta y desigual acumulación de riqueza a nivel mundial en las últimas décadas se apoyó en un discurso hegemónico para el que todo lo bueno sucedió porque había mercado y lo malo por la falta de mercado. Ni las instituciones públicas ni la sociedad tenían justificación en la asignación de recursos. Una nueva burocracia global de gestores, directivos y ejecutivos eran los grandes timoneles del crecimiento sin límites.

A pesar de algunos oportunistas mea culpa, el aspecto central de la globalización financiera sigue en pié con su enorme capacidad de provocar destrucción masiva de empleo y calidad de vida.

Todo lo bueno sucedía por el mercado y lo malo por la ausencia de él

Por eso consideramos que el debate acerca de la aplicación de una tasa tipo Tobin es importante para recuperar la presencia ciudadana en la salida de la crisis económica actual.

La estabilidad financiera es un bien público global. En un mundo en el que las políticas neoliberales han posibilitado la desregulación irresponsable en el movimiento de capitales a nivel mundial es imprescindible disponer de instrumentos que permitan luchar contra la impunidad de la especulación financiera. La Tasa Tobin es uno de ellos.

La salud, la educación, el medio ambiente, el conocimiento y la información, el mantenimiento de la paz y la diversidad cultural son bienes públicos globales. La obtención de recursos suficientes para satisfacerlos y su asignación eficaz y transparente a nivel mundial es un imperativo social que requiere de instrumentos fiscales adecuados. La Tasa Tobin es uno de ellos.

 El neoliberalismo ha desregulado irresponsablemente el movimiento de capitales 

La justicia universal es un bien público global. El establecimiento de mecanismos de control y sanción de las conductas corporativas responsables de las crisis económicas es una necesidad para romper la falsa contradicción neoliberal entre el riesgo moral de las conductas financieras y el riesgo sistémico de las instituciones 'demasiado grandes para caer'. La Tasa Tobin es uno de ellos.

De una forma creciente se debate hoy en los centros de la élite mundial sobre la conveniencia de implantar un impuesto a las transacciones financieras. El premier inglés Gordon Brown ha removido las turbulentas aguas de la crisis financiera proponiendo a los ministros del G-20 la implantación de un 'tipo de Tasa Tobin' con el fin de crear una especie de provisión para futuras crisis financieras.

La Tasa Tobin no es esto, pero admitamos que lo que se plantea es al menos algo: el argumento neoliberal de que en las finanzas todos los gatos son pardos y los ratones daltónicos no cuela más en los cenáculos del poder. Se puede, y se debe, intervenir fiscalmente en los movimientos financieros; la difusa frontera entre cobertura, arbitraje y especulación que tanto gustan subrayar los portavoces neoliberales no es tal.

Se debe intervenir fiscalmente en los movimientos financieros especuladores

Es grotesca la búsqueda de un nombre propio para este impuesto rebautizado hace 10 años por nuestra asociación Attac como Tobin Tax, debido al premio Nobel que lo propuso inicialmente para los mercados de divisas: Turner Tax, como algunos sugieren en referencia a la actual autoridad bursátil inglesa; FMI Tax, como sugirió su director gerente, Strauss-Kahn ; o Robin Hodd Tax, por razones obvias.

Les regalamos el nombre, pero ni un día por venir: lo importante es que no se desaproveche la ocasión para debatir con urgencia el establecimiento de una imposición a las transacciones financieras a nivel mundial.

La Tasa Tobin da poder a la ciudadanía para controlar la especulación

La propuesta ha sido refrendada en estos últimos años por diversos parlamentos nacionales y por el Parlamento Europeo, además de ser esgrimida de un modo descafeinado y oportunista por gobernantes como la Sra. Merkel y el Sr. Sarkozy, entre otros.

El silencio del Gobierno y el Parlamento Español, con la colaboración de los medios de comunicación más importantes ha hecho pasar casi desapercibido el debate en nuestro país. Es hora de que se incluya en la agenda política española esta cuestión y de que el Gobierno del Sr. Rodríguez Zapatero coloque este debate en la agenda del próximo semestre de presidencia europea.

Un impuesto global a las transacciones financieras cuya finalidad es reducir significativamente la especulación no perjudica, sino al contrario, la actividad productiva: sólo el que especula paga mucho. Un impuesto así permitiría recaudar importantes sumas de dinero para financiar proyectos de desarrollo humano a través de nuevas instituciones internacionales sería un paso de gigante en un proceso de gestión democrática mundial de los recursos comunes.

La Tasa Tobin no puede ser el único instrumento de actuación; es necesario acompañarla de otros impuestos globales complementarios (ecotasas, impuesto único al beneficio de las multinacionales etc); es imprescindible también combatir la opacidad financiera (cierre de los paraísos fiscales, restricción del secreto bancario etc); y es fundamental reforzar la financiación crediticia frente a la bursátil: hay que reducir el endeudamiento de las familias y empresas al tiempo que prohibir el apalancamiento en los negocios financieros especulativos.

La inestabilidad financiera provocada por la interesada utopía neoliberal de la autorregulación de los mercados es un mal público global. Opongámosle la desinteresada utopía de que otro mundo es posible.

CARLOS MARTÍNEZ, presidente de ATTAC en España

DANIEL VILA, presidente de ATTAC en Madrid

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