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"No me conformo con que mucha gente nos siga el día 29"

Ignacio Fernández Toxo. Secretario general de CCOO. Recuerda que el auténtico éxito de la huelga general será que logre cambiar las políticas del Gobierno

BELÉN CARREÑO/FERNANDO SAIZ

Ignacio Fernández Toxo (Ferrol, 1952) organiza su primera huelga general al frente del sindicato sin más queja que la falta de privacidad. Pese al ritmo frenético de las últimas tres semanas, donde cada día ha estado en un centro de trabajo, Toxo asegura que fue mucho peor participar en el proceso de reconversión industrial. Por eso, no parece haber perdido la paciencia, aunque algunos intenten 'abrirme en canal'.

¿Se ven cuestionados por la campaña contra los liberados?

En el fondo, lo que hay es un sustrato antidemocrático importante. Ya lo decía Bertolt Brecht. Se empieza cuestionando a los sindicalistas, a la función sindical, a los derechos inherentes a la función sindical, y se termina cuestionando la democracia parlamentaria y la función de los parlamentos y de las comunidades autónomas.

La campaña la incendió el PP con Esperanza Aguirre, la refrendó Rajoy pero de nuevo la apagó el PP. ¿Cómo se explica?

El PP es un partido de amplio espectro. En España no ha surgido una alternativa de ultraderecha con personalidad propia porque se ha subsumido desde la vieja Alianza Popular. Pero, de vez en cuando, se produce algún estallido. El paso atrás puede ser porque el PP se desliga de que 'esto no va con nosotros, mejor que se maten en la izquierda entre ellos' o porque cree que atenta contra alguno de los pilares de una sociedad democrática.

¿Esperanza Aguirre ha convertido Madrid en un laboratorio de mano dura con los sindicatos?

La acción antisindical del Gobierno de Aguirre tiene su origen en una forma de concebir la distribución de la sociedad y de la riqueza. Los sindicatos somos un obstáculo para la privatización de los servicios públicos, como la sanidad y la educación. Además, en el Gobierno de Madrid hay una acusada tendencia a intentar ser siempre la referencia. Y, claro, las primarias del PSOE en Madrid han sacado a Aguirre de los focos mediáticos y los sindicatos están siendo un instrumento para recuperar esa atención.

Aguirre cree que son ustedes los que utilizan Madrid como escaparate.

Es que debe considerarse el ombligo del mundo. Pero no es así. Hemos sido capaces de llegar a acuerdos en la Comunitat Valenciana con los servicios mínimos. En cambio, en Euskadi no hemos sido capaces. Hay que regular en frío los servicios mínimos. Aquí se apela a la Ley de Huelga cada vez que hay una convocatoria. Como lo de proteger el derecho al trabajo, del que no se habla el resto del año.

¿Se van a cumplir los mínimos en Madrid?

Vamos a recurrir esos servicios mínimos, como lo hemos hecho antes y nos han dado la razón los tribunales. No sé si va a haber incumplimiento, sé que hay indignación. No me gustaría que la imagen de la huelga general quedara desvirtuada por un conflicto. En todo caso, la otra parte debe ser consciente de lo que puede provocar con decisiones así.

El sindicato de conductores del metro no se ha sumado.

Ha dado libertad a sus afiliados, como la tienen los de CCOO para acudir a la llamada a la huelga del sindicato. Pero que recuerden que han tenido la solidaridad de todo el movimiento sindical cuando tuvieron su propia huelga.

¿Cómo ha evolucionado la sensibilidad de los trabajadores?

Han pasado sucesivamente del estupor ante las medidas que planteaba el Gobierno, a una suerte de cabreo resignado, al temor a qué pasará en el futuro, a la consolidación del rechazo, y al crecimiento de la indignación y a la voluntad de participar en la movilización. Esas han sido las fases. Pero hay un antes y un después de la concentración de Vistalegre, donde la gente se reconoció como grupo y vio que era posible.

Pero hay una brecha grande entre el porcentaje de gente que justifica la huelga y el de los que dicen que la van a secundar. ¿Da que pensar?

Da que pensar y lo que hace es animarnos en nuestro trabajo. La gente, cuando sabe cómo le afecta la reforma, se indigna y ese desfase se va corrigiendo. Además, se intenta meter miedo desde la patronal, preguntando una semana antes si se va a participar o no en la huelga, en sectores como la construcción, en el comercio, en los servicios, etc... También hay que vencer la idea del 'total, no va a servir para nada'. Los hechos lo van a desmentir. El Gobierno tiene todo el campo de debate de los presupuestos generales para introducir factores de corrección. Una ley se cambia con otra ley.

¿Cómo se mide el éxito de la huelga?

El éxito no es numérico. Lo que medirá el éxito de la huelga es el cambio de las políticas del Gobierno. No me conformo con que mucha gente nos siga el día 29, aunque espero que lo haga porque es el vehículo para conseguir el objetivo de la huelga.

¿Por qué el Gobierno no ha consultado a los sindicatos sobre el Presupuesto?

El Gobierno ha tenido un ataque de sectarismo. Y el derecho a la consulta no es una concesión graciosa del Gobierno de turno, está regulado. Estamos ante unos presupuestos restrictivos y no lo puede disimular el maquillaje que se pretende hacer por el alza del tramo alto del IRPF. Aunque se haga un guiño a la izquierda, ahí no están los recursos que necesita el país. Son los presupuestos del desempleo y retrasarán la salida de la crisis.

¿Y qué le parece la propuesta de Zapatero sobre la tasa Tobin en Nueva York?

A Zapatero le diría que bienvenido al club. Yo se lo planteé al presidente en nombre de la Confederación Sindical Internacional en la cumbre de Pittsburgh del G-20, y dijo que no. Que no le parecía adecuado y que no había medios técnicos.

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