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"Que nos llamen locos, pero no sinvergüenzas"

La marcha contra la reforma laboral llega a Bruselas tras recorrer 1.700 kilómetros

DANIEL BASTEIRO

Están hartos de que 'la codicia insaciable' de los que causaron la crisis, pero también de que la derecha que los aliente los censure por protestar.

La treintena de personas que este lunes llegaron a la sede Parlamento Europeo en Bruselas tras más de un mes de caminata desde Aragón reclama que no se les apliquen los habituales tópicos sobre los sindicalistas.

'Puede que la derecha nos diga que estamos locos, pero lo que no podrá es llamarnos sinvergüenzas', aseguró José Luis Martínez, el portavoz del grupo, vinculado a CGT.

Muchos de ellos, como Maribel Martínez, co-autora de un diario de viaje publicado en Publico.es, pidió un mes sin sueldo en su trabajo para recorrer los 1.700 kilómetros de marcha.

'Estamos aquí para reclamar otro sistema económico, para que los grupos financieros más poderosos que este parlamento no nos sigan exprimiendo como limones', reclamó el portavoz, que atribuyó a estos grupos de interés la autoría intelectual de la reforma laboral. Según él, los Gobiernos europeos, incluyendo a los de izquierdas, han rendido el timón del poder político ante los especuladores del mercado y ahora están liquidando las políticas sociales para salvar a la banca. El mensaje, arropado este lunes por los eurodiputados de Izquierda Unida e Iniciativa per Catalunya Verds, engrosará la lista de argumentos que los sindicatos europeos sacarán mañana a la calle, en una manifestación contra la austeridad que pretende congregar a 100.000 personas.

La simbólica llegada este lunes a la Eurocámara contó con una insólita asistente, la eurodiputada socialista Inés Ayala, que quiso saludar a los manifestantes y contestar a sus críticas y, a menudo, reproches. Ayala defendió las medidas del Gobierno como 'inevitables' ante uno de los asistentes y recordó que durante buena parte de la crisis, el Gobierno desplegó un gran plan de estímulo económico. Uno de los asistentes lamentó que el Gobierno saliese al rescate de las cajas de ahorro y no restringir el poder privado, algo equivalente a 'reagrupar a las gallinas en torno al lobo'. La parlamentaria, con cara de poker, argumentó que en una Europa cada vez más conservadora ir contracorriente puede pasar factura en los mercados.

Según Maribel Martínez, en España 'se están perdiendo las ganas de luchar y la solidaridad', algo de lo que no les faltó en las diferentes etapas de la marcha. Sin demasiados apoyos económicos, los manifestantes encontraron fueron acogidos por 'asociaciones de parados' franceses o 'inmigrantes mucho más pobres que nosotros', a quienes les une una lucha por que 'el Gobierno no repercuta en la población los males de otros'.

'No me quedan muchos años para la jubilación, pero las generaciones que vienen detrás van a sufrir las consecuencias de lo que está pasando', lamentó. Según Martínez, 'por ellos vale la pena caminar 1.700 kilómetros'.

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