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Coherencia y fiscalidad común para un euro fuerte

Los expertos formulan las recetas que pueden mejorar la imagen y la estabilidad de la moneda como la coordinación política entre los gobernantes. Un BCE como la Fed reforzaría el euro

BELÉN CARREÑO

'Se busca país para una moneda'. En los pasillos de las instituciones europeas resuenan con fuerza este tipo de chanzas en las últimas semanas. La diana en la que se ha convertido el euro en medio de la crisis de la deuda, ha puesto al desnudo a la moneda única, levantando la tupida alfombra bajo la que se escondía la debilidad de la Unión Monetaria.

Mala coordinación política, nula integración fiscal y demasiadas fugas de agua en la unión económica (no existe una supervisión bancaria europea) han puesto al descubierto que el sueño de la zona del euro alberga unas trampas que no se pudieron imaginar ni anticipar en los tiempos de la bonanza económica. Pero los expertos consultados por Público son optimistas respecto a la supervivencia de la moneda única si se toman medidas a tiempo. La estrategia no se puede quedar sólo en una reanimación a corto plazo sino que hay que revisar todo el sistema para hacerlo más fuerte.

En el rabioso corto plazo, los expertos coinciden en que el papel del Banco Central Europeo (BCE) es fundamental para estabilizar la moneda y tranquilizar los mercados. 'Hay que modificar el BCE con todas las opciones que tiene un banco central de forma que actúe en los mercados cuando es necesario', afirma el economista Juan Francisco Martín Seco.

La necesidad de asimilar la institución financiera a su homólogo estadounidense, la Reserva Federal (Fed), está en boca de los economistas, que ven en la capacidad de la entidad de comprar deuda de forma masiva un activo clave para calmar a los turbulentos mercados. 'Que el BCE haya comenzado a comprar deuda de Portugal, España y Bélgica es muy positivo, porque en realidad los ataques son contra el euro, no contra estos países', recuerda el ex decano de Esade y profesor de banca y finanzas Robert Tornabell.

Pero además de esta especie de boca a boca que el BCE practica al euro, los economistas también piden un mayor papel de la entidad incluso en los tiempos de bonanza. Fuentes del sector financiero piden que, cuando vuelvan las vacas gordas, la entidad tenga también una labor de vigilancia, alertando de los posibles desequilibrios del crecimiento. 'Una acción preventiva', desean estas fuentes, que recuerdan que la burbuja inmobiliaria de Irlanda y España se fraguó en parte por la política de bajos tipos de interés comunitaria.

La convergencia en rentas y riqueza unificaría la política económica

Dentro de este papel, preocupa cada día más la direcciónque puede tomar la entidad, una vez que finalice el mandato del actual gobernador, Jean-Claude Trichet. Aunque aún queda casi un año para la sucesión, la posibilidad de que sea el alemán Axel Weber, presidente del Bundesbank, el que tome el timón del euro inquieta a los mercados.

 

La fiscalidad tiene que ser un elemento común en la política

El segundo elemento indispensable para salvaguardar la moneda en el corto plazo es imprimir a la Unión Europea un mayor liderazgo político que conduzca a un discurso coherente de los 27 países miembro. 'Hay que hablar con una sola voz', afirma el catedrático de Teoría Económica de la Universidad de A Coruña Carlos Pateiro. En su opinión, prima 'reconducir el estado de opinión respecto de las dudas sobre la viabilidad del euro', teniendo en cuenta la heterogeneidad de las economías de la zona.

'Hasta ahora no nos hemos comportado muy bien. Cada país diciendo que no era como el de al lado, cuando todos son socios de la zona del euro', lamenta Manuel Balmaseda, economista jefe de Cemex. A esta suerte de juego en el que han participado los líderes de las economías conocidas como 'periféricas' (España, Portugal, Irlanda, Grecia e Italia), se han sumado las declaraciones extemporáneas de la canciller alemana, Angela Merkel.

'Es necesario que los países refuercen su compromiso con la moneda y con la Unión', recuerda Jesús Ruiz-Huerta, catedrático de Hacienda Pública de la Universidad Rey Juan Carlos y colaborador de la Fundación Alternativas. Ruiz-Huerta entiende que hay que cuidar más los 'animal spirits' a los que se refería Keynes, que son las emociones que rigen la economía y que en este caso se han dejado llevar por el pánico ante la imagen de desconcierto que reinaba en la Unión Europea.

En línea con la necesidad de armonizar las declaraciones políticas, los expertos también piden dar un paso más allá en la gobernanza económica de la zona del euro, aplicando una fiscalidad común. Este clamor es casi unánime porque, como recuerda Martín Seco, 'se construyó la casa por el tejado' con la Unión Monetaria, ya que la divisa común debería haber sido el último paso de un proceso de integración de las políticas económicas.

'Hay que aceptar perder parte de la soberanía, como se aceptó en el caso de la política monetaria', recuerda Balmaseda. Además de unificar criterios en temas de impuestos y de consolidación fiscal, Martín Seco insta a formar un presupuesto común real. 'EEUU, que es mucho más federalista, tiene un presupuesto del 20% del PIB, mientras que en la UE es del 1%', apunta.

La unión económica pasa además por lograr una mayor convergencia en rentas y riqueza, como apunta Pateiro. 'Una moneda cumple también la función de ser una unidad de cuenta en la cual se materializan los precios', recuerda el catedrático coruñés. Tornabell cree que el cumplimiento del Tratado de Lisboa, que fijó criterios para el crecimiento económico sostenible con la meta de 2020, podría ser un excelente punto de partida, que además ya existe.

En paralelo con este proceso de integración económica, los expertos recuerdan que no se debe dejar ningún fleco suelto en la regulación, y que para evitar casos como el de Irlanda, es fundamental poner en marcha supervisores supranacionales financieros. 'Los bancos nos ponen en riesgo a todos', advierte Balmaseda .

Este superregulador comunitario ya está en marcha y el Parlamento Europeo espera que esté operativo a partir del próximo 1 de enero. Por el momento, la nueva entidad tendrá la potestad de corregir a las autoridades nacionales en banca, seguros o mercados financieros. Además, podrá imponer medidas a las grandes entidades transnacionales que operen en varios países de la UE para prevenir los riesgos sistémicos.

Con todo, los economistas piden dar un paso más en este supervisor hasta conseguir una política de supervisión financiera homogénea en toda la UE.

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