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La locomotora catalana suelta lastre y pide gas

Catalunya viene a ser para España lo que Alemania para la UE. Por su peso en el conjunto del PIB, su vitalidad exportadora, su tejido industrial y empresarial, y su vocación innovadora, Catalunya actúa como motor de España. No es el único, pero sí el que combina mayor cilindrada y recorrido. Esto puede ser banal u opinable, pero no tanto cuando la comunidad autónoma afronta una situación de asfixia financiera que amenaza su función motriz en España y su futuro como una de las grandes locomotoras regionales de la UE.

La crisis financiera de Catalunya amenaza su efecto motriz en España

Al principio fue la política de acumular competencias sin asegurar antes la financiación de los servicios transferidos. Se llamaba la política del peix al cove (pájaro en mano) y sucedía en la primera fase de la era pujolista. Luego llegó la gran batalla por la financiación, nunca resuelta a satisfacción de nadie y nudo gordiano de las relaciones Madrid-Barcelona, con ecos sobre el hipersensible mosaico español.

Los efectos letales de la recesión, las secuelas de la hecatombe del ladrillo y, sin duda, la espiral del gasto de la administración catalana han conducido a una aparatosa deuda de más de 4.000 euros por habitante, casi dos veces por encima de la media española. En este contexto y tras desbordar con creces el objetivo del déficit de 2010 (del 2,4% al 3,6%), el tránsito hacia el listón del 1,3% en 2011 plantea tres exigencias críticas: primera, el sacrificio de la ciudadanía ante la merma de servicios por el drástico plan de ajuste del gasto (-10%); segunda, la colaboración del Gobierno central para mantener su inversión en Catalunya, y tercera, la confianza del mercado para cubrir sus necesidades financieras (11.000 millones).

La Generalitat ya emitió bonos por 3.000 millones a una alta rentabilidad del 4,75% para salir del paso y el nuevo Gobierno necesita más a menos coste. 'Lo que Catalunya necesita es confianza; la del mundo y la de Europa nos la ganaremos con este plan de ajuste, y la de España no nos la hemos de ganar porque nos conocen bastante para saber que somos gente seria', dice el conseller Mas-Colell, el maquinista de la locomotora, que espera su hora en el andén de salida.

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