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La compra de electricidad a Francia ya es un mito

En 2010, el saldo favoreció a España por primera vez desde 1979

A. M. VÉLEZ

La importación de electricidad de origen nuclear procedente de Francia por parte de España ha sido, desde hace décadas, uno de los argumentos predilectos de los defensores de la energía atómica. Lo utilizaba, a principios de los noventa, el presidente-fundador del PP, Manuel Fraga (entonces, al frente de la Xunta gallega), para apuntalar su rechazo a la moratoria nuclear decidida en 1984, dos años antes del accidente de Chernóbil; y, más recientemente, también han recurrido a esa línea tanto el presidente del PP, Mariano Rajoy, como el expresidente del Gobierno Felipe González (un converso en la defensa de esta energía) para justificar su apoyo a la continuidad de la central nuclear de Garoña (Burgos).

Sin embargo, desde 2010, esa afirmación choca con la realidad. El año pasado, el saldo de los intercambios de energía eléctrica entre los dos países favoreció a España por primera vez desde 1979. Y es previsible que la tendencia continúe en los próximos ejercicios. Así lo cree, por ejemplo, la Fundación FAES (el laboratorio de ideas del PP), que, en el informe sobre energía que ha publicado recientemente (el mismo en el que aboga por un 'renacer nuclear'), pronostica que 'el saldo [negativo en los intercambios de energía] con Francia se reduzca o cambie de signo poco a poco', a medida que se refuerce la interconexión eléctrica entre ambos lados de los Pirineos.

Según Red Eléctrica de España (REE), en 2010, Francia (donde un 78% de la electricidad tiene origen atómico, uno de los porcentajes más altos del mundo) importó 1.387 gigawatios-hora (GWh) procedentes de España, una cifra que equivale al 16,3% de la energía exportada por el sistema nacional en ese ejercicio (8.490 GWh). No obstante, como en años anteriores, el grueso de las exportaciones tuvo como destinos Portugal y Marruecos.

Los intercambios de electricidad entre países permiten a los sistemas eléctricos dar salida a sus excedentes de energía y, en el caso de la importación, aprovechar precios más bajos en los estados vecinos. Francia, donde los precios finales de la luz son un 16% más baratos que en España, es un exportador neto de electricidad. En torno a un 20% de la energía eléctrica que consume Italia (que no tiene centrales nucleares) es de origen francés. Y que haya aprovechado para comprar electricidad española se explica por dos motivos: problemas puntuales en las plantas al sur del país y (sobre todo) que los precios en el mercado mayorista de electricidad o pool (la bolsa donde las empresas negocian la energía) eran más bajos en España.

El entorno del PP argumenta que, si España exporta ahora energía es sólo por la crisis. Otra afirmación que las cifras discuten: desde 2004 (cuando el PIB crecía por encima del 3% y la tasa de paro estaba en el 11%, frente al 20,3% actual), España vende más energía de la que importa. Los sistemas eléctricos de todos sus vecinos, salvo Francia, son deficitarios y aprovechan el excedente de potencia instalada que actualmente caracteriza al sistema español.

Que España exporte energía no significa que pueda permitirse prescindir de la tecnología nuclear de un día para otro. Las centrales atómicas (que el año pasado aportaron un 21% de la electricidad) son una energía de base: funcionan de forma ininterrumpida, a diferencia de las renovables, cuya producción no puede predecirse. El año pasado, la hidráulica, la eólica, la solar y el resto de energías limpias aportaron el 47% de la electricidad, lo que supuso un nuevo récord.

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