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Cómo Ruiz-Mateos intentó quedarse la Lotería de Navidad

Ofreció pagarés a los empleados de Clesa un día después de que ganaran el 2º premio

ANA FLORES

Día 22 de diciembre de 2009. 11.42 de la mañana. Dos niñas de San Ildefonso cantan el segundo premio de la Lotería de Navidad: 53.152, vendido íntegramente en el municipio madrileño de Getafe. La Federación Agroalimentaria de CCOO ha repartido 110 millones de euros entre trabajadores, afiliados y delegados. Un pellizco ha ido a Clesa Madrid, hoy en concurso de acreedores (antigua suspensión de pagos). Mientras los bombos giran en el Salón de Sorteos de la calle Guzmán el Bueno, que acoge ese año por última vez la celebración de la Lotería de Navidad, la familia Ruiz-Mateos, propietaria de Clesa, da vueltas al modo de conseguir financiación para, dice, comprar Sos.

La arrocera está en el momento más delicado de su historia. Con una deuda de 1.300 millones, más un agujero de 230 millones que han dejado supuestamente los hermanos Salazar (expresidente y exvicepresidente), la Bolsa dice que Sos vale 250 millones, frente a los 1.400 millones en que se había valorado un año antes, cuando Caja Madrid se hizo con el 10,5%. Nueva Rumasa ha anunciado el 9 de diciembre su intención de lanzar una oferta por el 29,9% de Sos (límite que esquiva la obligación de comprar el 100%). Ofrece 61 millones, un 18% menos del precio en Bolsa ese día. Los Ruiz-Mateos, que pretenden pagar en diez años la mayor parte del dinero ofrecido (una oferta que dejó atónito al mercado y puso a prueba a la CNMV por posible manipulación del valor), aseguran mantener conversaciones con accionistas de referencia de Sos. Estos lo niegan.

La inversión mínima para la plantilla era de 6.000 euros

23 de diciembre de 2009. Nueva Rumasa lanza otra emisión de pagarés (lleva tres) con la intención, dice, de captar 70 millones y poder comprar Sos. Ofrece un 10% de interés a quien invierta un mínimo de 50.000 euros, el umbral que permite no entregar un folleto informativo sobre la emisión al supervisor, la CNMV. La propia Comisión lanza una nueva advertencia a quien se decida a invertir en Nueva Rumasa, que promete un interés dos puntos porcentuales por encima del ofrecido en la emisión anterior: no se sabe qué activos la respaldan.

Ese día, alguien más recibe una oferta para invertir: los empleados de Clesa Madrid, agraciados algunos con el segundo premio de la lotería. En los tablones de anuncios, en las zonas comunes y los buzones de correo electrónico de algunos empleados y cargos intermedios aparece una proposición de Nueva Rumasa para 'obtener fondos para la compra del 29,9% de Sos y garantizar los puestos de trabajo', según la información que obtuvo Público. A los trabajadores de Clesa, Nueva Rumasa les ofrece el 10% de rentabilidad más otro 2% durante los tres primeros meses.

La 'inversión mínima' es en este caso de '6.000 euros'. Esa cantidad, en principio, exigiría folleto informativo a la CNMV. Preguntado por este periódico, el supervisor explicó que no están obligadas las emisiones que no pretenden captar más de 2,5 millones, aunque desconoce si es el caso.

La emisión decía que el objetivo era comprar Sos, hecho que nunca ocurrió

El contacto para los interesados es Fernando Yborra, director financiero de Clesa entonces, hombre muy afín a la familia Ruiz-Mateos y que dejó la compañía, hoy en suspensión de pagos, hace seis meses. (Yborra reapareció hace unas semanas, la noche en que los empleados de la fábrica de Clesa intentaron evitar que los gestores y el propio Yborra sacaran cajas con documentación).

Clesa Madrid cuenta con 307 empleados para los que se ha solicitado un expediente de regulación de empleo (ERE) temporal de seis meses. Llevan meses sin cobrar y los que acudieron a la oferta de pagarés (se habla de hasta una veintena) tampoco los cobran. Una vez sea aceptado el concurso de acreedores podrán cobrar el dinero que les adeuda la empresa con cargo al Fondo de Garantía Salarial.

Nueva Rumasa nunca logró entrar en el capital de Sos a pesar de que duplicó la primera oferta y luego la volvió a elevar en abril de 2010, manteniendo durante todo el tiempo abierta la emisión de pagarés. En septiembre de 2010, la propuesta de compra se transformó en una proposición de fusión con Sos y, a finales de octubre, Nueva Rumasa anunció que abandonaba sus intenciones.

Para entonces, según las cartas de los Ruiz-Mateos con el Santander hechas públicas por los primeros, la situación de Nueva Rumasa era ya muy complicada. El Santander llevaba medio año lanzando ultimátum para que redujesen su deuda (350 millones). Ellos intentaban tranquilizar al director de Riesgos de la entidad reconociendo que, pese a lo que leyese, ellos sabían que no era tiempo de invertir, sino de recoger.

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