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El mercado español esquiva el contagio de los problemas portugueses

La falta de unidad europea podría pasar factura a las bolsas de la periferia la próxima semana

PILAR BLÁZQUEZ

Si algo han sentenciado esta semana los mercados financieros es que España no es Portugal. Con la deuda lusa superando el 7,78%, su Gobierno en suspenso y los políticos europeos poniendo precio a su rescate, el mercado español ha salvado la semana con apenas algún rasguño.

La Bolsa española, que este viernes cedió un 0,42%, ha conseguido ganar un 3,70% en los últimos cinco días frente al 0,12% que perdió la Bolsa lusa. En el mismo periodo, el riesgo país español mejoró ocho puntos y el diferencial del bono a 10 años frente al alemán cayó hasta los 189 puntos básicos. Mientras, el portugués sigue en escalada libre y este viernes alcanzó los 450 puntos básicos y cotizaba al 7,78% ya en zona de máximo peligro.

Incluso los valores financieros españoles aguantaron el fuerte golpe asestado por la agencia de calificación crediticia Moody's con su decisión, el jueves, de rebajar el rating de la mayoría de las entidades españolas. 'La decisión de Moody's era esperada tras el recorte de calificación de España el pasado 10 de marzo', aseguran en Renta 4.

Eso sí, esta euforia tiene algunos enemigos que pueden acabar con ella a partir del lunes. 'La Bolsa volvió a pérdidas el viernes nada más conocerse las nuevas condiciones del fondo de restructuración impuestas por Bruselas que no beneficia en absoluto a España', advierte Juan Carlos Montero, analista de Capital Bolsa. Dos son los motivos de alerta: se ha retrasado la aprobación de la ampliación y flexibilización del Fondo de Rescate Europeo hasta junio. Y, sobre todo, se ha demostrado una vez más la falta de unidad en Europa. 'Esto podría ser la excusa perfecta para un nuevo ataque especulativo', señala Montero.

El ya ex primer ministro portugués, José Sócrates, alertó este viernes del peligro: 'Si Portugal cae aumentarán los riesgos para otros países', amenazó intentando evitar el rescate que todos dan por hecho. Aunque son cada vez menos los que confían en su efectividad, igual que no lo ha sido en Grecia e Irlanda. 'Cada vez son más las voces que creemos que la solución pasa por una quiebra ordenada de los países aunque eso suponga fuertes pérdidas para los bancos', concluye Montero.

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