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Londres no quiere participar en las nuevas ayudas a Grecia

La zona del euro baraja la posibilidad de que el fondo de rescate compre bonos helenos

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Grecia y la Unión Europea estudian nuevas medidas para aliviar sus problemas financieros y evitar tener que abordar una reestructuración de su deuda soberana. Ayer se desmarcó de este proceso Reino Unido, que participó a finales del año pasado en la ayuda financiera a Irlanda.

El ministro de Finanzas británico, George Osborne, aseguró ayer en la BBC que su Gobierno no quiere participar en un 'segundo rescate' de Grecia, y que si lo hace en el de Portugal es 'a regañadientes'. 'No nos veo firmando un cheque directamente del contribuyente británico al griego o el portugués. Irlanda fue un caso especial', agregó. Osbone admitió que Atenas podría necesitar más ayuda de la UE el próximo año, pero aseguró que no considera 'inevitable' la quiebra del país. 'Los mercados ven con escepticismo lo que ocurre y sospecho que voy a tener que dedicar buena parte de mi tiempo durante las dos próximas semanas a reuniones con otros ministros europeos para ver cómo podemos ayudar a los griegos', explicó.

Osborne admite que 'los mercados ven con escepticismo lo que ocurre'

El viernes pasado, varios ministros de Finanzas de la Eurozona celebraron una reunión, pretendidamente secreta, para analizar la situación griega y aliviar la carga de su deuda, a cambio de un nuevo plan de ajuste. Una de las medidas que se han puesto sobre la mesa es que el fondo de rescate europeo compre bonos griegos, ya que parece poco probable que Atenas sea capaz de acceder a los mercados el próximo año. También se contempla rebajar los intereses por la ayuda recibida (110.000 millones, de los que ya ha recibido 53.000 millones) o alargar los plazos para devolverla.

El viernes circuló el rumor de que Grecia podría abandonar la moneda única, lo que fue desmentido durante el fin de semana por las autoridades helenas. El ministro de Economía alemán, Rainer Bruederle, dijo ayer que la salida de la economía griega del euro debilitaría a Europa, 'cuando lo que necesitamos ahora es su fortalecimiento'. Otros en su país no opinan igual: el director del instituto de estudios económicos IFO, Hans-Werner Sinn, declaró que la salida griega del euro 'sería el mal menor'.

Irlanda permanece atenta a lo que suceda con Atenas. Dublín también pretende que se revisen las condiciones de su rescate (85.000 millones, aprobados el pasado noviembre), a cambio de lo cual la UE le exige, entre otras cosas, que suba su muy bajo Impuesto sobre Sociedades. 'Nos interesa ver si existen implicaciones positivas para Irlanda en la negociación con el Gobierno griego', dijo el ministro irlandés de Energía, Pat Rabbitte.

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