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La patronal detiene el reloj de la negociación en tiempo de descuento

Empresarios y sindicatos se ven hoy por última vez, con muy malos augurios sobre la posibilidad de conseguir un pacto en convenios. La victoria del PP y la influencia de la patronal madrileña han sido claves para la ruptura

B. CARREÑO

'Estábamos a un cuarto de hora' de llegar a un acuerdo. Con esta imagen, el secretario general de CCOO, Ignacio Fernández Toxo, describía ayer cómo los agentes sociales habían llegado a tocar con la punta de los dedos un pacto en convenios que ahora parece condenado a fracasar. Las partes han remado por este acuerdo durante casi seis meses, pero, a expensas de una última reunión que se celebrará durante la mañana de hoy, la negociación parece condenada a morir en la orilla.

El cuarto de hora marcaba el tiempo de una negociación que llevaba con el minutero estropeado desde el 24 de marzo, cuando la vicepresidenta económica, Elena Salgado, esperaba presentar ante sus colegas europeos la reforma de la negociación colectiva. El Ejecutivo había dado de plazo a patronal y sindicatos para cerrar la reforma hasta el 19 de marzo y las conversaciones, según manifestaban las partes, marchaban. Los agentes sociales se habían vuelto a coger el tranquillo a finales de diciembre, después de que el presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, firmase la pipa de la paz con Toxo y con su homólogo de UGT, Cándido Méndez, con varias cenas en la Moncloa. Además, el nombramiento del nuevo jefe de la patronal, Juan Rosell, que sustituía al polémico Gerardo Díaz Ferrán, había dinamizado las conversaciones. La entente era tan cordial que el 2 de febrero se firmó el que pretendía ser el nuevo marco del Diálogo Social, cuyo primer capítulo, la reforma de las pensiones, marcaba un hito en la interlocución social.

La vuelta a la calma en los mercados redujo la tensión en las conversaciones

Pero pasó el 19 de marzo, y también la cumbre del euro, y la Semana Santa, y el Primero de Mayo... y las conversaciones se siguieron dilatando en el tiempo. Los agentes sociales se permitieron negociar con la tranquilidad que se vivió durante el inicio de la primavera, insuflada por la relajación de la prima de riesgo.

La primera semana de mayo se intentó cerrar por primera vez el acuerdo

Sin prisa pero sin pausa, patronal y sindicatos se colocaron a sí mismos a las puertas de las elecciones locales, un límite que tácitamente todas las partes querían evitar. Pero no fue así y, después del puente del 2 de mayo, las partes se reunieron, con las bases de la reforma muy próximas pero distinto criterio sobre fechas. La firma estaba ya tan cercana que los sindicatos había convocado a sus máximos órganos entre congresos para el 10 y 11 de mayo, donde recibieron carta blanca para culminar la negociación.

Pero la CEOE puso como condición dejar pasar la campaña electoral y los sindicatos aceptaron retrasar la firma del acuerdo para después de los comicios locales y autonómicos. La patronal estaba recibiendo fuertes presiones de sus federaciones provinciales y autonómicas, las más cercanas al poder político, para no cerrar un acuerdo que pudiera favorecer un triunfo socialista en los comicios.

El repunte de la prima y el resultado electoral son la excusa para la dureza

El Ejecutivo comenzó entonces a perder la paciencia. Los barones socialistas querían llevar un nuevo acuerdo social en la campaña electoral y Economía quería pasar su segundo examen del euro con nota. El Eurogrupo y el Eurocofin que se celebraron el 16 y 17 de mayo volverían a marcar la temperatura de las reformas en España, y Salgado tenía que ir de nuevo a Bruselas sin la reforma. De forma inesperada, Zapatero convocó una reunión con los agentes sociales el 12 de mayo, para intentar imprimir el último impulso a la negociación. La jugada sirvió además para que el líder socialista se excusara de asistir a un encuentro con progresistas europeos en el que se tendría que hacer una incómoda foto con el primer ministro griego, Yorgos Papandreu.

En aquella cena (o pincheo), los agentes sociales tranquilizaron al presidente y al ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, asegurándoles que habría acuerdo tras la resaca electoral. Todas las partes, incluida la CEOE, delegaron en el Ejecutivo para enviar un escueto comunicado que aseguraba que el trato se cerraría en los siguientes 'días'.

El agraviado jefe de la patronal andaluza también ha dinamitado el pacto

En la recta final de la campaña, los sindicatos se trasladaron a Grecia, donde tenía lugar la cita más importante de las centrales europeas. Quiso el calendario que el miércoles 18 de mayo el comité ejecutivo de la CEOE se reuniera para debatir el estado de las negociaciones, y uno de los vicepresidentes, el madrileño Arturo Fernández, diera un golpe en la mesa. La patronal madrileña exigía reformas más duras y más concreción y el repunte de la prima de riesgo era la coartada perfecta. No fue el único en protestar, pero sí en pasar a la acción más decidida. Al día siguiente, CEIM presentó lo que considera su 'aportación' a la negociación colectiva, que es una propuesta ultraliberal, en la que el empresario tiene la última palabra en las relaciones laborales. Además, y para echar leña a un fuego que parecía apagado, los empresarios madrileños propusieron de nuevo el contrato único.

Pese a las presiones, Rosell se reunió el martes 24 de mayo con Toxo y Méndez para sentar las bases de un acuerdo que las tres partes veían inminente. Para ratificarlo, filtraron una foto en la que se mostraban sonrientes y relajados. Sobre la mesa, el último de los borradores, que será clave, ya que es sobre el que se basará el Gobierno para legislar. Al día siguiente, la negociación colectiva pasó su prueba de fuego al contar Rosell con el apoyo de la junta directiva para rubricar el acuerdo. Pero cinco días fueron suficientes para que las patronales más incisivas, lideradas por Madrid y secundadas por Andalucía, descalabraran el principio del pacto.

El papel de Santiago Herrero, otrora líder del Diálogo Social pero ahora ninguneado por Rosell en la nueva CEOE, es clave, según fuentes patronales. También el de el último cargo designado por Díaz Ferrán, Jesús Terciado, presidente de las pymes. Precisamente, es la patronal de las pequeñas y medianas empresas la que ha logrado colar una de las nuevas propuestas más liberales: que las empresas que arrancan con menos de seis empleados no tengan que estar en ningún convenio.

¿Cuáles son las nuevas propuestas inasumibles?

Básicamente dos. La primera, que los convenios cuando pasen más de seis meses y no se renueven tienen que decaer. Esto dejaría a los trabajadores con convenio cero, es decir, con el mínimo sectorial o provincial y la necesidad de discutir con la empresa todas las mejoras desde el principio. La segunda, la pérdida de cobertura para muchos trabajadores porque la patronal quiere que varios colectivos salgan del convenio.

¿Cuál es la más peligrosa?

El profesor de Derecho del Trabajo de la Universidad Complutense Jesús de la Hera cree que es la relativa a que las empresas de hasta seis trabajadores fundadas por un autónomo no tengan que estar regidas por ningún convenio en los dos primeros años de vida. Esta propuesta crea 'gran incertidumbre' por el tipo de plantillas que estas empresas estarían abocadas a contratar. El profesor también entiende que con la medida se quiere fomentar la creación de empresas muy pequeñas, cuando lo positivo sería tener empresas cada vez más grandes. Además, para el resto de las empresas, la patronal también quiere que los jefes de equipo estén fuera de convenio.

¿En qué lugar se quedan los trabajadores?

La CEOE quiere que sea la empresa la que tenga la última palabra en los cambios de horarios, de jornadas o de movilidad funcional. Propone que hasta un 30% del turno se pueda alterar con dos días de anticipación.

¿Qué podría decidir la empresa?

Con los nuevos criterios, cualquier descuelgue del convenio, incluido el salarial 

La fundación FAES, presidida por el expresidente José María Aznar y foro de debate de las propuestas del PP, aprovechó unas jornadas con distintos expertos, en las que se analizaba el futuro del euro, para esbozar sus propuestas en torno a la reforma del mercado de trabajo, que considera urgente. En esta línea, plantea que habría que eliminar la 'arcaica negociación colectiva al margen de la realidad empresarial', según expuso ayer Antonio Torrero, catedrático de la Universidad de Alcalá. Según Torrero, no tiene sentido que el Gobierno espere que la reforma laboral parta de un consenso entre empresarios y sindicatos, ya que parte del poder de estas entidades se basa en la existencia de la negociación colectiva, y eso es lo 'primero que hay que eliminar'. La laboral es una de las reformas que según los expertos de FAES debe abordar España para evitar los ataques de los mercados y recuperar credibilidad. 'Algo que sólo puede conseguirse con un nuevo Gobierno', apuntó el economista Pedro Schwartz, presidente del Tribunal de Defensa de la Competencia de la Comunidad de Madrid. // P. B.  

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