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El aeropuerto privado de Ciudad Real prepara su cierre

SUSANA R. ARENES

Nació en pleno comienzo de la mayor crisis económica conocida y no la va a superar. El aeropuerto privado de Ciudad Real, en su día un empeño de los poderes políticos castellano-manchegos con cuestionable visión de negocio, está al borde del cierre. Los administradores que ha nombrado el juez para supervisar el concurso de acreedores (antes suspensión de pagos), en el que está inmersa la compañía desde julio de 2010, presentaron ayer al magistrado competente el informe de suspensión de actividad.

El cierre aún no tiene fecha, pero todo apunta a que será en torno al 29 de octubre, cuando Vueling pondrá fin a sus rutas a Barcelona y París, que, prácticamente, eran el grueso de actividad del aeropuerto.

Los 80 trabajadores contratados directamente por la empresa, Aeropuerto Central Aeropuertos, se enteraron ayer por un comunicado del comité de empresa de que los administradores concursales pedían lo que en la práctica es un cierre. Es el sello a una penuria laboral que dura ya meses porque toda la plantilla estaba afectada por un expediente de regulación de empleo temporal. Algunos trabajadores se sienten 'engañados, porque presentaron un plan de viabilidad supuestamente para aguantar durante un plazo de tiempo razonable y ahora se plantea el cierre'. En total, afecta a 150 empleados, ya que unos 75 son trabajadores de empresas externas de seguridad y mantenimiento, entre otras.

El fin de la actividad del aeropuerto supone llevarse por delante una infraestructura que vale 700 millones de euros, según la propia valoración del informe concursal. Después de muchos años de peleas políticas para conseguir fondos, nació en 2008 para intentar robar a Barajas viajeros y, sobre todo, tráfico de mercancías gracias a una conexión de AVE que no se acabó de materializar. Fuentes de la empresa critican que, en estos meses, se podría haber aprovechado la opción de vender la infraestructura pero que el propio método de venta impuesto por los aministradores concursales la dificultó. Los ofertantes tenían que poner en efectivo un 10% del dinero de la oferta para poder pujar. Un fondo de Dubai se mostró muy interesado, pero, al final, la operación no cuajó.

Con el cierre, será mucho más difícil vender la infraestructura. El principal dueño era Caja Castilla La Mancha (CCM), con el 36%, que fue intervenida y absorbida por Cajastur. Esta, en su día, se quedó como liquidador. Si queda dinero tras pagar a los acreedores, algo poco probable, sería para el Fondo de Garantía de Depósitos (FGD), que encargó a Cajastur la venta del aeródromo. La posible liquidación puede acabar salpicando al FROB y, colateralmente, al FGD.

 

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