Por fin una buena noticia en Estados Unidos. El país amaneció con su mejor cifra de desempleo en dos años y medio: 8,6%, cuatro décimas menos que hace un mes (9%), fruto principalmente de las contrataciones navideñas, pero mejor de lo que habían pronosticado todos los especialistas.

El paro será el principal baremo, por no decir el único, por el que los votantes juzgarán la presidencia de Barack Obama. Aún sabiendo que los resultados eran frágiles, la Casa Blanca se alegró de la noticia. 'El informe confirma que la economía se está recuperando de la peor crisis desde la Gran Depresión aunque el ritmo todavía no es suficiente para recuperar todos los empleos perdidos desde 2007', dijo Alan B. Krueger, jefe de los asesores económicos de Obama, que no descartó una posible recaida, debido, sin mencionarlo a la crisis de la deuda europea, 'mientras la economía estadounidense progresa, la economía mundial sigue frágil y estamos todos interconectados, por el comercio y las finanzas'. Krueger encontró un dato alentador: en los últimos veintiún meses el sector privado ha creado 2,9 millones de puestos de trabajo.

Durante la recesión -oficialmente desde diciembre de 2007 a julio de 2009- la economía de EEUU perdió unos 8,4 millones de empleos. Los datos de hoy aseguran que el contingente total de parados disminuyó de 13,9 millones de personas en octubre a 13,3 millones en noviembre.

Pero el dato más preocupante es la generalización del desempleo de larga duración, un fenómeno casi desconocido en Estados Unidos. El 43% de los 13,3 millones de parados lleva sin trabajar desde hace más de seis meses. Si a ello se suman los contratados a tiempo parcial y los que tienen trabajos ocasionales, la cifra de la incertidumbre laboral se amplia considerablemente: 15,6% en noviembre (16,2% en octubre), un lastre importante para cualquier despunte del mercado laboral.