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"Si Alemania no aplica otra política el euro no va a funcionar"

Entrevista a Fernando Luengo, coautor del libro 'Fracturas y crisis en Europa' (Editorial Clave Intelectual Eudeba). Cree que con otra política económica alejada de la austeridad 'ya estaríamos saliendo de la crisis&qu

JORGE OTERO

'Lo más urgente es parar el desastre social que se está produciendo en este país'. Fernando Luengo, profesor de Economía Aplicada en la Universidad Complutense de Madrid y destacado miembro del colectivo Econonuestra (cuyo blog se puede leer en Público) alerta en en esta entrevista de los estragos que está produciendo la austeridad y del empobrecimiento no sólo económico, sino también intelectual y cultural al que la crisis está abocando a España. 

Ahora publica junto a los profesores Ignacio Álvarez Peralta y Jorge Uxó el libro Fracturas y crisis en Europa, disponible desde este lunes en la tienda de Público. La obra constituye un certero análisis de las causas de esta crisis, a la que los autores llaman la Gran Recesión, y se centra en las deficiencias y en los desequilibrios que han provocado la construcción europea y la creación del euro. El libro también propone alternativas, entre ellas construir otra Europa, apostar por otro modelo productivo al servicio de los intereses de los ciudadanos, acometer verdaderas políticas de empleo, aumentar los salarios y el gasto social y, finalmente, una reforma fiscal más justa y equitativa que permita liberar recursos para una sociedad que quizá ya no pueda recuperar lo mucho que ha perdido con esta crisis.

La sensación que transmite el libro es la misma que transmiten otros autores: que esta crisis era evitable y que algunos la aprovechan como una oportunidad para barrer el Estado de bienestar.

Creo que si se hubiera hecho otra política económica estaríamos saliendo de la crisis. Las élites políticas y las oligarquías económicas están aprovechando la oportunidad para hacer lo que siempre habían soñado: desmantelar la resistencia de los sindicatos, bajar los salarios, ocupar los espacios públicos y modificar de manera sustancial las relaciones de poder. La crisis es la tormenta perfecta para sacar adelante la utopía neoliberal.

¿Cómo se ha generado esa tormenta perfecta?

Si yo tuviera que señalar las causas de fondo de la crisis citaría en primer lugar la desigualdad. La desigualdad está en el origen de la crisis porque está en la base del endeudamiento masivo. También ha influido la financiarización de las economías porque lo financiero ha entrado en la lógica de las empresas. Los desequilibrios productivos existentes en Europa tienen también tienen mucho que ver con la situación. Europa ha fracasado en esa agenda teórica de promover la convergencia. Por último no podemos olvidar la Unión Económica y Monetaria: la creación del euro también es responsable de esta crisis.

Nuestros gobernantes no dan con la solución.

Ellos apuestan por la austeridad, pero detrás de la austeridad lo que hay es una estrategia de bajar los salarios, de aumentar los excedentes empresariales y de convertir lo público en negocio. Los grandes capitales buscan nuevas formas de acumulación. El diagnóstico que se hace de la crisis no es que esté equivocado, es que es un diagnóstico interesado para imponer una determinada política económica. Los intereses de la troika son una inercia superpoderosa.

'Asistimos a un secuestro de la soberanía popular. Los elementos de la democracia formal no están siendo respetados'

Utiliza el verbo imponer, ¿el capitalismo es compatible con la democracia?

Lo dudo mucho. De hecho hay una muy preocupante deriva antidemocrática en la Unión Europea (UE). La actual política económica viene impuesta por instituciones que no son democráticas (UE, FMI y BCE). En España tenemos un claro ejemplo: el Gobierno del PP está aplicando una política económica impuesta por los mercados que no tiene nada que ver con su programa electoral. Asistimos a un secuestro de la soberanía popular. Los elementos de la democracia formal no están siendo respetados.

¿Es necesaria pues una regeneración democrática?

Es necesario que se recuperen espacios democráticos y eso sólo será posible con una movilización social. Pero en mi opinión esa regeneración democrática no consiste sólo en cambiar las cúpulas de los partidos, sino que implica un cambio en profundidad de la lógica económica.

¿Esa lógica económica incluye un cambio de modelo productivo?

Un nuevo modelo productivo es imprescindible en los llamados países periféricos de la Unión Europea (UE). Hay que apostar por la reindustrialización y por un cambio productivo orientado hacia especializaciones de más calidad y de más contenido tecnológico. Pero al mismo tiempo es necesario situar en el centro de la política económica la creación de empleo. Y eso no se está haciendo porque las políticas económicas que se aplican están instaladas en una lógica que no funciona: la austeridad no da lugar a crecimiento y el crecimiento no necesariamente da lugar a más empleo; y más empleo no significa empleo decente. Hay que aplicar una política económica que permita recuperar la economía pero  con otro tipo de crecimiento. Y por eso es imprescindible otro modelo productivo que apueste por la sostenibilidad, la equidad, el empleo, la producción y la protección medioambiental.

En el libro ustedes defienden que los salarios deben crecer, pero está ocurriendo justo lo contrario.

Es una obscenidad y una mentira decir que los salarios son los responsables de la crisis o que bajarlos es la solución. Así lo único que se consigue es una política procíclica que agrava y prolonga la crisis. Los beneficios de las empresas sí que están creciendo, pero ese excedente empresarial se está utilizando para desendeudarse y para comprar activos financieros y no va a la inversión productiva. Aquí los salarios juegan un papel crucial porque dinamizan la demanda. Pero desde hace tres décadas los salarios han crecido menos que la productividad. Llevan 30 años estancados y ese estancamiento se ha suplido con deuda. Pero ya no existe el mecanismo de la deuda. Por tanto, el estancamiento salarial, al no existir el plus de la deuda, lo que hace es deprimir la demanda.

Pero desde el poder político y financiero no se cansan de repetirnos que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades.

Los trabajadores no son culpables de la crisis. Los culpables de la crisis son los grupos financieros. Los salarios tienen que crecer no sólo para dinamizar la demanda, sino también por justicia social, para evitar el aumento de la pobreza. Está aumentando de manera tremenda esa amplia categoría de trabajadores pobres: personas que trabajan, muchos a tiempo parcial y en precario, y que perciben un salario que está en los umbrales de la pobreza. Así que primero es de justicia que aumenten los salarios porque llevan tres décadas descolgados de la productividad; segundo, no son los culpables; tercero, es necesario para que aumente la demanda y crezcan las expectativas de las empresas; y cuarto, es necesario para evitar la fractura social, aunque no sé si ahí llegamos tarde porque la fractura social en Europa es irreversible.

 'Es una obscenidad y una mentira decir que los salarios son los responsables de la crisis'

¿Qué Europa debemos construir?

Aunque es poco probable que se produzca dada la colisión de intereses que ahora mismo hay una UE, es imprescindible un rediseño institucional. Europa debería tener como uno de sus objetivos fundamentales las transferencias de renta entre los Estados y una política de inversiones en los países del sur. Habría que reconstruir Europa con unos criterios más redistributivos; una Europa donde hubiera nuevos consensos y donde Alemania procediera a un ajuste de su economía para eliminar los desequilibrios macroeconómicos que están el origen de la crisis.

¿Es mejor estar dentro o fuera del euro?

Ese es un debate que ya está sobre la mesa. Pero hay que ser cautos. Todas las opciones están abiertas, incluso la salida. El tema no es si me quedo o me voy; la cuestión es es si se puede cambiar y reconstruir la política económica y si esa reconstrucción es compatible con la existencia de una moneda que debiera cambiar muchas cosas. Es cierto que hay economistas muy significados y de referencia en el Reino Unido y en Francia que ya plantean una disolución ordenada del euro y una salida ordenada de la unión monetaria. El propio funcionamiento de la unión monetaria es muy problemático sin introducir reformas en profundidad que ahora no se contemplan. Hacen falta una banca comunitaria y un Tesoro público comunitario, pero para eso hace falta otra política económica por parte de Alemania. Si Alemania no aplica otra política el euro no va a funcionar.

¿Cree que Alemania puede cambiar su política? 

Alemania y los poderes fácticos están en una actitud absolutamente inmovilista: han marcado la línea roja de que el Banco Central Europeo (BCE) no actúe como un auténtico banco central. El BCE es el banco de los bancos, no de los Estados. La política de Bruselas está orientada a proteger a los grandes corporaciones financieras. Tampoco será posible habilitar mecanismos de deuda mancomunada. La UE se está refundando a la medida de los intereses de Alemania y de las oligarquías financieras e industriales. Ciertos grupos económicos se están enriqueciendo de una manera desmesurada con el euro. Pero hay que pelear por otra Europa. Nos jugamos mucho. Nosotros en el libro apostamos por una política de salida de la crisis progresista, equitativa, solidaria y sostenible. Hay que acumular fuerzas en Europa pero nadie puede descartar una salida del euro.

¿Lo de Merkel es puro colonialismo económico?

La política de deprimir la demanda interna para ser competitivos en las exportaciones y aprovechar su privilegiada posición geográfica para comprar barato en la Europa del Este y exportar a los países periféricos del sur de Europa y al resto del mundo no puede funcionar. La política de Alemania es ultramercantilista, sólo busca empobrecer a sus trabajadores. Entre el 20 y el 25% de sus trabajadores ya viven por debajo del umbral de la pobreza. La política de Alemania de bajos salarios está en el origen de la crisis porque eso ha hecho que su economía esté básicamente orientada a las exportaciones y sus exportaciones son nuestra deuda externa.

'Las cuentas públicas y el déficit no fueron el origen del problema, son la consecuencia'

¿Es partidario de una quita de la deuda?

Las cuentas públicas y el déficit no fueron el origen del problema, son la consecuencia. Ahora que la masiva ayuda a los bancos ha convertido deuda privada en deuda pública es cuando nos dicen que sí hay un problema en las cuentas públicas. Eso es lo peor de lo peor porque yo considero que un actor importante en el viraje de la política económica tienen que ser los Estados. Nosotros en el libro defendemos más gasto público y no menos, como se está haciendo ahora. Hay que aumentar el gasto público y movilizar recursos. Si el sector privado no puede gastar, tiene que gastar el Estado, pero para ello, para que el Estado pueda activar la demanda agregada tiene que plantearse el tema de la deuda. Pagar los intereses que genera esa deuda es una losa que hace imposible otra política económica porque detrae recursos para otras partidas. Es por tanto imprescindible alguna forma de reestructuración: una quita, una moratoria, una renegociación o lo que se plantea desde los movimientos sociales, que es la impugnación de la deuda ilegítima.

Ustedes definen esta crisis como la Gran recesión. ¿Qué escenario dibuja para la economía española a corto y medio plazo?

Una economía no puede estar siempre en caída libre porque una economía en caída libre se extingue. Lo que el Gobierno y la troika preveían no se ha cumplido. Esperaban que la crisis tendría forma de J: una caída seguida de una rápida recuperación. En el conjunto de la UE la evolución ha sido en forma de J invertida: caída mucho más profunda de lo que se creía inicialmente, en parte por la política de recortes aplicada a partir de 2010, y una recuperación también más lenta y menos intensa. En esa J invertida se encuentran las economías europeas, pero no España. España está en una L: una caída muy pronunciada seguida de un estancamiento o una levísima y lentísima recuperación. Ese es el escenario para los próximos años. Yo preveo una dinámica de lo que ocurrió en algunos países latinoamericanos: el llamado Stop and Go, es decir crecer un poco y luego parar por la intensidad de los desequilibrios que genera ese crecimiento.

Es obvio que no comparte el mensaje triunfalista del Gobierno.

Es que esto no tiene solución. La salida de la crisis incluso en términos convencionales aún está muy lejos. Incluso aunque se creciera nada asegura que una recuperación del PIB signifique más empleo y más salario. Al contrario, es muy probable que las empresas quisieran salir utilizando más intensivamente la fuerza de trabajo que ahora tienen. En un contexto donde todavía habría mucha incertidumbre por la problemática de los bancos, es muy probable que las empresas sigan sin contratar. De ese crecimiento no se van a beneficiar los que se han quedado en la cuneta.

Tampoco cree que las llamadas 'reformas estructurales' den frutos.

Los cambios estructurales se resumen en uno: la reforma laboral. No ha habido más. ¿Se ha actuado estratégicamente sobre un sector financiero sobredimensionado y con un perfil claramente especulativo? No. Ese es el pollo del arroz con pollo de todos los cambios estructurales: reducir el sector financiero, garantizar que canaliza recursos hacia familias y empresas para facilitar el desendeudamiento y facilitar la inversión productiva y de paso desactivar el potencial especulativo de la economía. En lugar de eso se hace una reforma laboral que ha llevado las relaciones laborales a un punto absolutamente inédito en la UE porque ha destruido la negociación colectiva y ha dado un poder total y absoluto al empresario. Ahora por menos salario se trabaja más horas y el tiempo que se está en el puesto de trabajo se trabaja con más intensidad. Esto supone una enorme pérdida de la capacidad adquisitiva de los trabajadores.

'Incluso aunque se creciera nada asegura que una recuperación del PIB signifique más empleo y más salario'

Si fuera ministro de Economía, ¿qué tres medidas adoptaría?

Lo más urgente es parar el desastre social que se está produciendo en este país. Hay que parar las políticas de austeridad. Olvidémonos de ella. Lo primero que haría es una reforma fiscal introduciendo más progresividad en el sistema, eliminando exenciones y luchando de verdad contra el fraude. También aumentaría el gasto público social para paliar la fragmentación y la desigualdad social, que ahora mismo es espeluznante. Por último, adoptaría una política para crear empleo y pondría a los actores sociales e institucionales a trabajar en una reformulación del tejido productivo español.

¿Hemos cruzado el punto no retorno en los recortes sociales?

La crisis es un proceso de acumulación que ha generado una economía insostenible. Pero también es una oportunidad para los mercados, que han dicho: 'Vamos a librar una batalla'. Se está consolidando un capitalismo depredador. Ahora mismo el capital está instalado en una práctica de pura confiscación de activos públicos y de masa salarial. En un contexto de crecimiento económico los mecanismos confiscadores se debilitan, pero como no hay crecimiento económico —ni hay ni se espera que haya porque la situación es malísima—, el capital confisca renta salarial e intenta entrar en el muy suculento sector público, donde hay un potencial de negocio enorme, casi infinito para el sector privado, con el envejecimiento de la población. 

Eso nos lleva a hablar de las pensiones.¿Qué le parece el ajuste que prepara el Gobierno?

Si trabajas más años, trabajas más tiempo, los salarios son más bajos y no se crea empleo, provocas entonces un cuello de botella en las pensiones. La sostenibilidad de las pensiones tiene mucho que ver con la política que se adopte. Si aplicáramos otra política ocupacional, otra política salarial y otra política productiva entonces el margen financiero del sistema sería mayor. El Gobierno está jugando con unas reglas que yo no reconozco.

¿Nuestros hijos vivirán peor que nosotros?

Es muy significativo el enorme empobrecimiento que han experimentado las clases medias. Clases medias que antes podían coger el ascensor social y ya no pueden hacerlo. De hecho, es que ya no hay ascensor. Ya no es sólo la clase obrera: un sector muy amplio de ciudadanos se ha quedado sin horizonte de progreso. Hay un magma social de frustración e impotencia.

'Una economía no puede funcionar con una tasa de paro del 27%: social y políticamente no tiene salida'

Y en estas circunstancas, ¿cómo no se produce un estallido social?

Una economía no puede funcionar con una tasa de paro del 27%. Pero además es que social y políticamente no tiene salida. A veces me pregunto cómo con esta situación no hay un estallido social. Posiblemente la economía sumergida está muy extendida y las redes familiares se están haciendo cargo de una parte de los damnificados.

¿Ni siquiera confía en que la izquierda pueda aportar alguna solución?

Lo que sale de esta situación es una correlación de fuerzas muy desigual entre la derecha y la izquierda. Un elemento de fortaleza de la izquierda es el Estado de bienestar. Si este  se desmantela, el golpe a la izquierda es mortal Dudo que se pueda recuperar. La batalla política es de largo recorrido y de momento la izquierda va perdiendo espacios.

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